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I.- El PLD: una corta historia sobre sus orígenes...

Los simpatizantes del PRD, ante noticias que reseñan comportamientos indebidos del presidente Fernández y el PLD, se expresan como si en los ocho años de gobierno que agotó su partido hubiesen realizado gestiones de excelencia al frente de la administración del Estado. Ante esta situación, los peledeístas responden, produciéndose un enfrentamiento escrito digno de las mejores galleras del país...

En innumerables ocasiones nos hemos detenido a leer los comentarios que aparecen al pie de cada artículo o noticia, en los diferentes diarios, y nos llama sobremanera la atención la forma en que algunos, en uso de sus prerrogativas, defienden las acciones negativas del gobierno de Leonel Fernández y su partido, el de la Liberación Dominicana.

Los simpatizantes del opositor Partido Revolucionario Dominicano, ante noticias que reseñan comportamientos indebidos del presidente Fernández y el PLD, se expresan como si en los ocho años de gobierno que agotó su partido, el PRD, hubiesen realizado gestiones de excelencia al frente de la administración del Estado. Ante esta situación, los peledeístas responden en defensa de su líder, y de su organización, produciéndose un enfrentamiento escrito digno de las mejores galleras del país, con la diferencia de que el ruido que se da en estas, en vez de molestar, alegra y entusiasma.

Las palabras se suceden en forma burda y desordenada, convirtiéndose en justificaciones pueriles y expresiones huecas que dejan de lado la objetividad y los planteamientos serios que deberían darse en el ámbito en el que se desarrolla el tema, ya sea que esté insertado en el diario como una noticia o plasmado como un artículo. Las respuestas de los peledeístas, en su gran mayoría, son de respaldo a las malas acciones realizadas por Leonel Fernández y su partido, el PLD y, para ello, se excusan en las tropelías que se cometieron bajo los gobiernos encabezados por el PRD y el Partido Reformista.

Los planteamientos de los simpatizantes del PLD asumiendo la defensa de la gestión de gobierno encabezada por Leonel Fernández son simples e inmorales: se podrían hacer las fechorías más grandes, y bien hechas estarían si con anterioridad han sido cometidas por perredeístas y reformistas… Y es aquí donde radica la intención primordial de estas líneas y, de encabezarlas, como lo hicimos, con un título que alude la historia política reciente, que debe ser conocida por la juventud para que pueda entender por qué a los peledeístas no se les puede aceptar la misma defensa fútil que a los demás depredadores del Estado.

Es importante que esa juventud dominicana desarrolle una idea clara acerca de las razones que llevaron a Juan Bosch a abandonar el PRD para fundar el Partido de la Liberación Dominicana y, para que eso suceda, debemos hacer una pequeña historia, contada varias veces con anterioridad, pero nunca dentro del marco que ahora le proporcionan las palabras que salen de las manos de los peledeístas… los formados bajo las teorías de la “nuova strada” que encabeza Leonel Fernández.

En 1939, durante la tiranía de Trujillo, se formó en el exilio una agrupación política que había sido concebida con el único propósito de servirle al país, primero con el desplazamiento de la dictadura trujillista, y luego con la conquista del poder por las normas establecidas y la consecuente instalación de un gobierno que brindase al pueblo las bondades del ejercicio democrático (educación, salud, trabajo y justicia social). Trujillo es ajusticiado en mayo de 1961 y esa organización política, llamada Partido Revolucionario Dominicano, llega al poder en febrero de 1963 con la intención de brindarle a los dominicanos lo prometido, pero es derrocada en septiembre, apenas siete meses después, porque la oligarquía dominicana y los yanquis entendían que no eran merecedores de esas bondades que se derivan de un ejercicio democrático íntegro y puro como el que intentó establecer, desde el primer día de gobierno, “el político que no dejó matar ni robar”, como definiera Ana Mitila Lora al profesor Bosch en un escrito suyo publicado a raíz de su muerte.

Transcurrieron diez años desde ese funesto golpe de Estado de septiembre de 1963 para que el fundador del PRD, Juan Bosch -no otro, como quieren señalar algunos-, lo abandonara (en 1973) y fundara el Partido de la Liberación Dominicana, pero de este hablaremos más adelante porque aún no se ha dicho lo más importante sobre el PRD. Desde su fundación, el Partido Revolucionario Dominicano dio indicios de lo que sería como organización política: Juan Isidro Jimenes Grullón se encargaría de escenificar la primera gran rebelión en su afán por ser la cabeza principal, y lo sucedido, de ahí hasta que José Francisco Peña Gómez intentara hacer lo mismo en 1973, sería alarmante. Los perredeístas convirtieron su parcela política en una desorganizada, sin estructuras definidas, carente de convicción ideológica… irrespetuosa. El partido perdió la capacidad de dirección y sus líderes pasaron a ser voceros de la intriga y la mentira. Dejemos que sea el mismo Juan Bosch que lo explique:
Vivían una vida falsa, una vida doble en la que no eran ni lo que decían ser ni lo que querían ser. Aparentemente eran políticos y en la realidad no lo eran porque lo que ellos habían hecho al dedicarse a la actividad política era escoger un camino que debía conducirlos a ser conocidos, y eso era lo que en verdad querían, ser personajes, no líderes políticos: lo primero les facilitaba obtener lo que ellos se proponían, esto es, privilegios de tipo personal, y lo segundo, les exigía sacrificios, luchas en defensa del pueblo, y esto último no era lo que ellos buscaban en la vida… El PRD no tiene capacidad para nada, y si llegara al poder algún día no sería mejor que el Partido Reformista, y quizá sería peor… el gobierno de 1963 fue derrocado porque no había un partido que lo apoyara. En esa ocasión, a sólo nueve meses de las elecciones en que había ganado el poder, el PRD era ya inexistente desde el punto de vista orgánico. Tenía un nombre, pero nada más…”.
Continuará...

Ing. Nemen Hazim Bassa
San Juan, Puerto Rico
20 de diciembre de 2011