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¿Qué se puede esperar de un oligarca arrodillado a los pies del imperialismo?

Abinader vive de traición en traición en lo que concierne a valores patrios y a la hermandad con los pueblos satanizados por el imperialismo yanqui. Se define libanés, un pueblo asolado por los sionistas, pero es aliado incondicional de Israel. Habla maravillas del gobierno de su gobierno, que incluso subyuga al pueblo judío, pero no levanta la voz para condenar la masacre que cometen los sionistas con el pueblo palestino. Si la razón para blasfemar sobre Venezuela es dinero yanqui, prometido al país a cambio de participar activamente en la sucia campaña gringa, esperemos que sean muchos los millones de dólares, para que pueda pagar a científicos las elevadas sumas que cuestan las investigaciones para sanar la ignominia, la perfidia, la abyección, la alevosía, la impudicia..., enfermedades todas que afectan el cerebro de los apóstatas y pusilánimes

De Luis Abinader, presidente de la República Dominicana, no se puede esperar nada bueno en términos de patriotismo y solidaridad con las naciones acosadas o consideradas enemigas por el imperialismo yanqui (Cuba, Venezuela, Nicaragua, Rusia, Corea del Norte, Irán, Yemen, Siria, Líbano, Armenia, Bielorrusia, Kazajistán, Kirguistán, Tayikistán, China, Vietnam...). Cualquier país que intente desarrollarse económicamente al margen de Estados Unidos cae, automáticamente, en la definición de Estado terrorista o violador de los derechos humanos, como si Dios Todopoderoso le hubiese concedido la responsabilidad de hacer de policía mundial. Pero eso no es lo peor; lo peor es que, mandatarios serviles, sin carácter, validen tan oprobiosa tarea, cuyos principales atributos son el saqueo, la destrucción y el asesinato de millones de seres humanos inocentes, entre los que sobresalen niños y mujeres, tal es el caso del genocidio que comete actualmente Israel con los palestinos, acción que no sería posible sin el soporte económico y militar de los gringos, causantes de todas las desgracias que vive la humanidad.

Con relación a Haití, primer tema conflictivo que le tocó enfrentar, el presidente dominicano cometió un grave error al apoyar la propuesta de Joe Biden (presidente de Estados Unidos sólo de nombre) de “pedir” a la Organización de Naciones Unidas (ONU) que intervenga Haití (cuando EE. UU. nunca ha respetado ningún mandato de la ONU y ha intervenido medio mundo) con tropas encabezadas por Kenia, país -donde hay asentados militares yanquis- con el que Biden (el Pentágono) condicionó un acuerdo económico a cambio de que William Ruto, el presidente keniano con quien se reunió Abinader -¡Y NO DEBIÓ!-, “mejore sus relaciones con Israel y deje de apoyar los boicots internacionales en su contra, así como a no dañar los intereses económicos de este”.
La lucha que sostuvo el pueblo dominicano contra Haití no fue una guerra vulgar. El pueblo dominicano defendía, más que su independencia, su idioma, la honra de su familia, la libertad de su comercio, mejor suerte para su trabajo, la escuela para sus hijos, el respeto a la religión de sus antepasados, la seguridad individual... Era la lucha solemne de costumbres y de principios que eran diametralmente opuestos; de la barbarie contra la civilización

Eugenio María de Hostos
Abinader debía saber que detrás de la construcción del canal, de la que conocía desde 2021, están los intereses canadienses y norteamericanos para la explotación minera en Haití, actividad que requiere mucha agua. Al apoyar a Biden (al Pentágono) y reunirse con Ruto para tratar lo de la fuerza de intervención que encabezará Kenia -que no es más que una cara africana para el imperialismo yanqui-, está apoyando, inconscientemente (¿será?), el acuerdo que necesariamente se desprenderá de este juego político para validar la terminación del canal o, en su defecto, la implementación de alguna otra obra que comprometa el agua de un río que nace en la República Dominicana.

El apoyo a Biden y la reunión con William Ruto -primer mandatario de Kenia a quien Abinader definió, con ingenua precipitación, “amigo de República Dominicana”- maniatan al gobierno dominicano. Si Biden (él no, el Pentágono; él no tiene capacidad para pensar, pues -él mismo- reconoció que dice lo que le ordenan) hubiese tenido reales y buenas intenciones, ¿por qué los reyes del intervencionismo no encabezan esa fuerza -convirtiendo en saludable ese hecho, por demás ignominioso- para organizar y adecentar un grupo de gente buena, subyugada por la perversa oligarquía haitiana, que vive en un potrero que ni siquiera cuenta con las regulaciones a las que son sometidos los caballos?

El gobierno de Abinader está obligado a construir una presa en territorio dominicano para embalsar el agua del río Dajabón, dejarlo seco en la frontera y suministrar este valioso recurso a los agricultores dominicanos con la construcción de canales de riego. Si esta obra no se hace (medida de contención ante lo que hace Haití), los tentáculos yanquis (y canadienses) habrán hecho de las suyas… Es lo que urge, pero, ¿tiene alguna responsabilidad este gobierno con lo que sucede? La incertidumbre que representa el eterno problema haitiano nos lleva a adjudicar a las autoridades o al pueblo de Haití cada una de las crisis que han generado y nos han traspasado. Visto así, parecería que no tenemos culpa alguna de sus desgracias, empero, si analizamos la extraña e imprudente conducta de quienes nos han gobernado desde que a Juan Bosch lo derrocaran, en septiembre de 1963, tendríamos que concluir que, en cierta medida, tenemos desaciertos que cargar.

¿Puede alguien, con honestidad y un poco de sentido común, explicar cómo es posible que “Somos Pueblo”, un canal a nivel de redes que se mueve como el viento cuando de sus intereses económicos se trata, haya hecho público un documento -data de 2021, o sea, de hace dos años- que contiene los planteamientos de una reunión bilateral (entre funcionarios y técnicos de Haití y República Dominicana) de la que formaron parte varios ministerios y agencias del gobierno dominicano y que hoy el presidente Abinader aparezca como un paladín del nacionalismo, cerrando frontera y bravuconeando, cuando nos vemos precisados a asumir que él tenía pleno conocimiento de lo esbozado y suscrito en ese encuentro (de carácter oficial) que analizó e hizo propuestas acerca de la construcción de un canal del otro lado de la frontera que deriva agua del río Dajabón?

Abinader vive de traición en traición en lo que concierne a valores patrios y a la hermandad con los pueblos satanizados por el imperialismo yanqui. Se define libanés, un pueblo asolado por los sionistas, pero es aliado incondicional de Israel. Habla maravillas de su gobierno, que incluso subyuga al pueblo judío, pero no levanta la voz para condenar la masacre que cometen los sionistas con el pueblo palestino. Si la razón para blasfemar sobre Venezuela es dinero yanqui, prometido al país a cambio de participar activamente en la sucia campaña gringa, esperemos que sean muchos los millones de dólares, para que pueda pagar a científicos las elevadas sumas que cuestan las investigaciones para sanar la ignominia, la perfidia, la abyección, la alevosía, la impudicia..., enfermedades todas que afectan el cerebro de los apóstatas y pusilánimes.

Quien escribe ha defendido públicamente la honestidad de Abinader en el manejo de la administración del Estado, pero su servilismo ante el imperialismo yanqui es repugnante. A nivel internacional, no nos representa como dominicano; ni él ni su gobierno ni sus acólitos, mucho menos las lacras de la comunicación financiadas por la mafia derechista internacional. Ningún mandatario dominicano había sido tan apocado; su posición ante las elecciones venezolanas lo convierte en servil de la perversidad de Estados Unidos. Si de verdad a Abinader le interesa ser solidario, ¿por qué no lo es con sus consanguíneos palestinos, que también son los nuestros, asesinados vilmente por Israel con el apoyo gringo y gente precisamente como él, que prefiere descargar su discurso ("intereses económicos ofrecidos por EE. UU.") contra Venezuela, como le ordena su amo, en lugar de alzar la voz contra los genocidas sionistas?

Ratificamos que creemos en su pulcritud en el manejo personal de los recursos públicos, pero la forma indecorosa en la que se maneja con la patria de Bolívar y Chávez nos asquea. ¿De verdad le duele más un proceso electoral en Venezuela que el asesinato de más de 50 mil árabes, entre los que hay 25 mil niños y 10 mil mujeres? Nos da mucha pena; podrá ser rico, mandatario de una nación, pero su accionar lo convierte en traidor a la sangre de la que una vez se vanaglorió cuando hizo alusión a sus orígenes libaneses, que también son los nuestros. Esperamos que alguien le haga leer lo que escribimos y opinamos sobre su débil personalidad.

Por algún lado, entre su esposa y quien escribe, existe algún lazo familiar; sólo esperamos que esa mujer, humana y exquisita, sienta en el fondo de su alma la muerte de más de 50 mil árabes (como ella, como su esposo y como nosotros) y no se haga cómplice del cuento gringo sobre Nicolás Maduro y Venezuela. Todos sabemos, hasta los propios derechistas -hasta el propio Abinader-, que el problema venezolano no radica en las elecciones; el verdadero problema venezolano está en el petróleo, el coltán, el litio, el carbón, el oro, el hierro, la bauxita, el níquel, el diamante... También, engrosan esa riqueza, las calizas y otros minerales no metálicos, además de importantes perforaciones de amianto, fosfato, manganeso, azufre y plomo, recursos todos deseados por Estados Unidos, y de los que quiere hacerse, incluso, a expensas del asesinato de cientos de miles de almas venezolanas (que, como latinos, para el perverso pentagonismo, no son más que ciudadanos desechables), de las que ese oligarca que gobierna República Dominicana será tan responsable como la primera bala disparada por un soldado yanqui que alcance al primer hijo de la patria de Bolívar y Chávez.

Quizás se le constriña el alma y reconozca que se ha embarcado en transitar por un ridículo camino de sumisión. Si Abinader no sabe cómo actúa el Pentágono, nos manifestamos a su disposición para ayudarle a comprender. Llevamos 50 años leyendo y analizando el abyecto proceder de Estados Unidos, y eso de analizar lo hacemos muy bien; por suerte, nos graduamos de Ingeniero Mecánico-Electricista "Magna Cum Laude" -en la UASD, cuando era universidad- en 1977. Y si algo sabemos los que elegimos esa carrera es pensar y analizar. Pedimos perdón a quienes nos leen por hablar en términos personales, algo que nunca hacemos, pero que en esta ocasión consideramos oportuno para que el fantoche yanqui pueda comprender el porqué del contenido de este reclamo público.

Ing. Nemen Hazim Bassa
San Juan, Puerto Rico
23 de agosto de 2024