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Las redes sociales, que debieron constituirse en fuentes de información, aprendizaje y cultura, han pasado a convertirse en la nueva modalidad de la prostitución y la degeneración...

Las redes sociales han venido -y no de manera fortuita- a castrar los valores del ser humano. En lugar de usarse para la instrucción, el aprendizaje, la comprensión (de hechos históricos que nos marcaron para siempre y que la gran mayoría ignora, aun estando gratuitamente a disposición en algunas de ellas), la información y la cultura, han servido para degradar, para depravar, para pervertir... ¿Por qué no llegaron y proliferaron de manera fortuita? Porque han servido a los imperios (Estados Unidos, Francia, Inglaterra...) para embrutecer al ser humano y entretenerlo con lo peor que él mismo ha engendrado, al mismo tiempo que esas potencias saquean, destruyen y asesinan millones de ciudadanos de países, pobres en conocimiento y tecnología, cuyos recursos naturales se constituyen en la materia prima por excelencia en la economía de guerra, implementada originalmente por Francia e Inglaterra y ampliada y ejecutada con creces por Estados Unidos

UNA OBSERVACIÓN

La publicación original de este artículo ha sido modificada. ¿Por qué? Porque, precisamente, las redes sociales, que permiten los vídeos y fotos de las vulgaridades más impresionantes, y hacen de vitrinas para la pornografía y venta de sexo, han censurado las fotos que habíamos usado para denunciar esas mismas aberraciones. Como dice la rancia aristocracia francesa: C'est la vie!
Antes había putas; pocas, pero proliferaban en todas las ciudades del mundo. No eran visibles para la gran mayoría de los ciudadanos; los hombres tenían que desplazarse a locales especializados, casi siempre ubicados en la periferia de las ciudades o en los lugares más paupérrimos. No recordamos haber visto nunca una mujer visitando esos lugares; todavía no había llegado la liberación femenina, que con el ritmo que lleva tendrá que provocar, necesariamente, en un tiempo no muy lejano, la liberación de los hombres.

En la actualidad, la prostitución ha arropado a la mayoría de las ciudades, sobre todo a aquellas en las que sus naturales cuentan con ninguna o muy poca educación. En estas tribus de América Continental y América Insular (Caribe) es difícil encontrar, en las redes sociales -que se han convertido en vitrinas idénticas a las de Ámsterdam-, mujeres decorosas, íntegras, elegantes, dignas; salvo aquellas que conforman el núcleo familiar o de amistades de cada quien que respete y se respete.

Desviarse de los propios intereses, y recorrer ese mundo virtual, dejará al más atrevido con la boca abierta. Predominan los culos de mujeres como fotos de perfil, o mujeres "vestidas" con las tetas al aire libre, o con vestidos y prendas íntimas que le quitan la imaginación a las nalgas. Pero esto no termina aquí; ahora hay redes que se encargan de enviar argucias de mujeres que supuestamente han comenzado a seguir a alguien (sea hombre o mujer; ya se ha hecho costumbre la relación amorosa entre personas del mismo sexo) para obtener del recipiente un "me gusta", o que este inicie una conversación que, al fructificar, llevará al "escogido" a la cama de una de estas modernas meretrices a cambio de un buen fajo de dólares.

Es innegable que la prostitución a esta escala es sumamente perjudicial. Lenocinio con precio que oscila entre mil y cinco mil dólares la noche (o la cita) estimula la corrupción, excita al necesitado llevándolo a cometer crímenes horrendos y pervierte a la inestable clase media, que lucha a brazo partido para escalar socialmente. Cualquier muerto de hambre, funcionario, o varón con "yerba" en el cerebro de la pequeña burguesía, al quedar deslumbrado por fastuosas cortesanas como estas, aspira de inmediato a poseer una, empujado, en la mayoría de los casos, por el "éxito" que tuvo el amigo del mismo suburbio, el burócrata que saqueó el erario para "darse tremendo banquete", o el degenerado de clase media que necesita escalar de capa a como dé lugar, aún tenga que llevarse de paro a su madre.

Las redes sociales han venido -y no de manera fortuita- a castrar los valores del ser humano. En lugar de usarse para la instrucción, el aprendizaje, la comprensión (de hechos históricos que nos marcaron para siempre y que la gran mayoría ignora, aun estando gratuitamente a disposición en algunas de ellas), la información y la cultura, han servido para degradar, para depravar, para pervertir... ¿Por qué no llegaron y proliferaron de manera fortuita? Porque han servido a los imperios (Estados Unidos, Francia, Inglaterra...) para embrutecer al ser humano y entretenerlo con lo peor que él mismo ha engendrado, al mismo tiempo que esas potencias saquean, destruyen y asesinan millones de ciudadanos de países, pobres en conocimiento y tecnología, cuyos recursos naturales se constituyen en la materia prima por excelencia en la economía de guerra, implementada originalmente por Francia e Inglaterra y ampliada y ejecutada con creces por Estados Unidos.

Ha nacido una realidad virtual que, debido a la mediocridad con la que interactúa la gran mayoría, ha sido confundida con la sustantividad real. En la mitología griega existe un personaje -Narciso- que era tan hermoso que «se enamoró de su propia imagen reflejada en un estanque de agua... Un día descubrió que "ese amor" no le era correspondido. Incapaz de alejarse del estanque, Narciso permaneció ahí, en desesperación, hasta que finalmente murió de sed y hambre» [World History Encyclopedia]. Es exactamente lo que sucede con esa enorme masa que busca desesperadamente aprobación y reconocimiento, aun sus publicaciones se enmarquen en la vulgaridad; con un cerebro estropeado por su hoja de vida, el golpe que recibe al ver que su existencia es una utopía, y que la realidad es la realidad, la lleva a cometer transgresiones de todo tipo. Pero no importa; para eso son las redes, porque sus estándares permiten la peor zafiedad en el ámbito de la inmoralidad, pero en el dominio de lo humano prohíben la más sentida y justificada solidaridad ante las atrocidades que cometen sionistas, fascistas e imperialistas agrupados en lo que se ha dado a conocer como OTAN (Organización Terrorista del Atlántico Norte).
Imágenes como esta, llamar asesinos a los sionistas, mostrar una imagen
de Biden y Netanyahu manchados con sangre palestina, o cualquier otra
alusión al más descomunal asesinato de niños en la historia de la humanidad,
le ha costado al autor un sinnúmero de cierre de cuentas, tanto en Facebook
como en Instagram. Por cada publicación de este tipo, que ahora la insertan
en el último lugar del rastreo, recibimos constantes amenazas de clausura.
Hasta Twitter (ahora X) nos ha tratado de intimidar en dos ocasiones
Lo que ese núcleo -conformado por insociables (paradojas de la vida, ¿no?)- ha obviado es el daño que se hace a sí mismo; y, peor aún, a la sociedad en la que pasta. Las atrocidades que vemos cada día, producto de ese descarrío, están despedazando colectividades en muchos de los países del "tercer mundo". Las redes sociales deben detener la vulgaridad y la depravación, y dar paso a las informaciones (videos, fotos y escritos) que retratan los genocidios y los saqueos imperiales. No es posible que un vídeo de una mujer masturbándose sea permitido y obtenga millones de "me gusta", y que las grabaciones y fotos que retratan cabalmente el asesinato de miles de niños palestinos por los genocidas sionistas (con el apoyo abierto de Estados Unidos) sean vedadas. ¡ES INJUSTO! ¡BASTA YA!

Nota: El nombre de Narciso, por el relato de su vida, parió el narcisismo, palabra que describe a quienes están prendados consigo mismo.

Ing. Nemen Hazim Bassa
San Juan, Puerto Rico
23 de julio de 2024