IV - Los peligros de comer en el capitalismo
|
A los pollos se les corta el pico para que no se agredan mutuamente por el apretujamiento y para que traguen más alimento, mientras permanecen amontonados de por vida sin poder moverse, en edificaciones donde los sistemas de ventilación son incapaces de renovar adecuadamente el aire contaminado por amoniaco, metano y sulfato de hidrógenos procedentes de los desechos. Las gallinas ponedoras viven en grupos de cuatro o seis dentro de jaulas con el tamaño de una hoja de papel carta para cada una (si son cuatro, las dimensiones de la jaula son ¡1.4' x 1.8'!). La falta de movilidad les produce osteoporosis, y, como tienen poco valor comercial, son rudamente manipuladas antes de ser sacrificadas. Se las aturde eléctricamente antes de cortarles el cuello; algunas son degolladas conscientes al fallar la descarga eléctrica, procedimiento que tiende a envenenar la carne.
El manejo nutricional y veterinario implica una asombrosa manipulación química de la salud de los animales. Ello impone un alto consumo de antibióticos y una manipulación hormonal de su crecimiento, de suerte que este es cada vez más rápido y con más peso y volumen, provocando la aparición de nuevas enfermedades degenerativas entre los animales y los propios humanos (fiebre aftosa, brucelosis, la rabia y el mal de las vacas locas). El empleo de harinas de carne y hueso de oveja para alimentar animales herbívoros, muy especialmente vacas, ha desatado, desde Europa, la oleada mundial del mal de las vacas locas, que ha sido relacionado con el uso como alimento para ganado de harinas de origen animal que se elaboran a partir de animales de todo tipo (incluyendo perros, gatos, ratas y bestias muertas por enfermedad o atropellamiento).
Aunque el pescado es un alimento mucho más limpio en grasas y proteínas que las carnes de res, cerdo y pollo, o incluso los lácteos y huevos, la producción intensiva capitalista de peces y mariscos se encarga de que la acuicultura no entregue un producto saludable. Aquí también encontramos la homogeneización y el agotamiento de las especies marinas, además de los problemas que implica el reciclamiento industrial de los desperdicios marinos de la pesca, maquillados y químicamente manipulados —como el surimi (equivalente de la carne molida de las hamburguesas, presente en los supermercados como carne de cangrejo)—. Con las manipulaciones químicas, biológicas y genéticas se busca elevar la productividad de las granjas artificiales de acuicultura para la producción de mojarra, trucha, salmón, camarón, tilapia, etc., donde los peces acumulan bifenilos policlorados, lindano, fenoles, petróleo o gasolinas a niveles extremadamente peligrosos para la salud humana.
En el caso de las granjas de camarón —que junto con el salmón son los dos productos acuícolas más solicitados del mercado mundial— las alteraciones ambientales también provienen del uso de fertilizantes para estimular la producción primaria en los estanques. Tailandia es el país con mayor cantidad de hectáreas dedicadas a granjas de camarón, ocasionando una enorme destrucción de los manglares. Las granjas también contaminaron con agua salada arrozales ubicados cerca de ellas. Debido a la autocontaminación, los ataques de virus y la degradación de la tierra, muchos estanques a lo largo de la costa han tenido que ser abandonados, mientras la industria se desplaza a otras áreas dejando atrás grandes predios de tierra yerma. Un problema cada vez más agudo en las granjas acuícolas es el empleo comercial de variedades transgénicas —de salmón, trucha, tilapia, carpa, pez gato, pez medaka y la dorada—, a lo que debe añadirse la fuga de algunas de estas variedades al mar abierto. Se han obtenido múltiples copias del gen de la hormona de crecimiento de la trucha en carpas y salmones para dar lugar a animales más grandes, aunque genéticamente degradados y degradantes para quien los consuma.
El hecho de que las enfermedades degenerativas como el cáncer y los problemas cardiovasculares se hayan convertido en la principal causa de muerte en países de alto consumo de carne ha ocasionado una crisis masiva en la salud pública y la medicina. Además, el sobre consumo de carne va asociado al desarrollo crónico de males “menores” igualmente masificados como la gastritis, las úlceras, la artritis, la gota, etc. Conforme el capital introduce en el agro las nuevas fuerzas productivas de la revolución industrial y desarrolla la producción de granos, forrajes y ganados, lentamente se introduce este costoso producto en la dieta general de la sociedad. Las carnes y demás alimentos de origen animal ocupan, junto con el azúcar, el lugar más significativo dentro de la nueva dieta.
Continuará...
Autores: Jorge Veraza (coordinador), Ricardo Aldana, Karina Atayde, Andrés Barreda, Rolando Espinosa, Silvia Espinosa, Gonzalo Flores, Fabiola Lara, Juan Vicente Martínez, David Moreno, Luis Eduardo Pérez y Mónica Vázquez
Sinopsis: Nemen Hazim
San Juan, Puerto Rico
14 de junio de 2023