[IV ] El peligroso derrotero al que Estados Unidos está llevando a la humanidad...
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Según Noam Chomsky, estas son las 10 estrategias de manipulación mediática:
«Goebbels utilizó en su momento todos los medios de comunicación a su alcance. No sólo controlaba los periódicos y la floreciente industria cinematográfica germana, sino también ese nuevo invento, la radio, el “receptor del pueblo” que se colaba en los hogares alemanes a cualquier hora. Si hubiera podido servirse de la televisión y las aplicaciones que todos utilizamos a cada instante hoy en día, la eficacia de su propaganda podría haber sido aún mayor. Su propaganda apuntaló el acceso al poder del partido nacionalsocialista y sirvió para trasmitir los mandamientos del indiscutible líder (cuya palabra era ley). Pero lo malo es que su legado parece tener herederos intelectuales bien dispuestos a poner en práctica sus eficaces recomendaciones y alimentar la infodemia imperante.1. La estrategia de la distracción
Desviar la atención del público de los problemas importantes de la sociedad y de las decisiones tomadas por las élites político-económicas, mediante el bombardeo continuo de informaciones llamativas, pero insignificantes. Impide al público interesarse y centrarse en la adquisición de los conocimientos esenciales en materias vitales: ciencia, tecnología, economía... Mantener al público ocupado, sin tiempo para pensar por sí mismo.
2. Crear problemas para, después, ofrecer soluciones
Se crea un “problema controlado” para que el público, ante sus “efectos”, demande una “solución” que interesa a la clase dominante.
3. Estrategia de la gradualidad
Aplicar una medida dura -inaceptable de ser aplicada en su totalidad de forma inmediata-, poquito a poco, "despacito, despacito"... en períodos sucesivos.
4. La estrategia de diferir
Es más fácil aceptar un sacrificio futuro que un sacrificio inmediato. Se presenta una decisión impopular hoy como “imprescindible, dolorosa y necesaria”, obteniendo así su aceptación pública, para su aplicación en un futuro no muy lejano. La masa espera ingenuamente que “todo tiende a mejorar” y que el sacrificio anunciado podrá ser evitado. Se acostumbra a la idea del cambio y lo acepta resignada cuando llega el momento.
5. Dirigirse al público como criaturas de poca edad
Mensajes simples –contenido, argumento, personaje, entonación– para personas de edad mental de 12 años. Emocionantes y sugestivos, de fácil asimilación y de previsible y controlable reacción, desprovista de sentido crítico.
6. Motivar por la emoción y no por la reflexión
La emoción –ira, alegría, envidia, odio, etc.– impide el análisis racional y el sentido crítico de las personas. El registro emocional graba en el inconsciente ideas, deseos, miedos, temores, que inducen comportamientos.
7. Mantener al público en la ignorancia y la mediocridad
La educación dada a la masa debe ser la más simple y mediocre, de manera que siempre se la mantenga en la ignorancia de la tecnología y alejada del conocimiento de los medios necesarios para su control.
8. Estimular al público para que desee la mediocridad de la igualdad
Lo mediocre, al ser mayoritario, es lo deseable en defensa de la “igualdad”. Por ello, se debe promover a que la masa crea que “la moda” es ser estúpido, vulgar, inculto...
9. Reforzar la auto culpabilidad
Hacer creer a cada individuo que sólo él es el culpable de su propia desgracia, por la insuficiencia de su inteligencia, de su capacidad y/o de su esfuerzo. Se le genera así un estado depresivo de autoinculpación y baja autoestima, que le inhibe para la acción. Y, sin acción, no hay ni evolución ni revolución.
10. Conocer a los individuos mejor que lo que ellos mismos se conocen
Gracias a las nuevas ciencias y tecnologías, -biología, psicología, TIC y Big Data, etc.- las élites del “sistema” consiguen tener un conocimiento avanzado del comportamiento del ser humano. Conocen mejor al “individuo mediocre” que lo que cada persona se conoce a sí misma. Así, “el sistema” ejerce un poder sobre los individuos mayor que el control de cada persona sobre sí misma.
«Nos hemos acostumbrado a hablar de fake news para designar los bulos y trolas que corren por las redes o a designar como “hechos alternativos” patrañas que pretenden escamotear datos objetivos. En el Siglo de la Ilustración se creía que bastaba con acceder al conocimiento para erradicar los estragos del fanatismo. Sin embargo, ahora tenemos un exceso de información y lo que falta es saber cribarla para no verse programado por las consignas o eslóganes que se repiten hasta la saciedad, calando en un imaginario colectivo que formatean estos mensajes extraordinariamente simples e incluso contradictorios». [¿Seguimos viviendo bajo los principios de propaganda de Goebbels?].
«Nunca antes nuestra dependencia de los medios digitales había sido tan evidente como durante la actual crisis sanitaria. El confinamiento y la necesidad del distanciamiento entre personas físicas nos empuja a trasladar los contactos sociales al mundo virtual. Internet ha invadido nuestras vidas de manera irreversible. El mundo digital se ha convertido en una parte integral de nuestro mundo de la vida. Nos protegemos del contagio comunicándonos a través de dispositivos digitales, pero ahí paradójicamente nos encontramos con una amenaza viral que traspasa las pantallas y afecta las mentes de los usuarios: los bulos, las fake news y las teorías de conspiración que menudean en ese entorno.
Las "fake news" se constituyen en una de las principales armas a las que acude la perversa propaganda yanqui. Los gobernantes de Estados Unidos (el Pentágono... el establishment) se basan en la mentira para justificar sus desafueros en todo el mundo: "las armas químicas de Saddam Hussein", el "establecimiento de la democracia en la Libia de Muammar Gaddafi", "el control que ejercían los comunistas en la Revolución de Abril de 1965 en República Dominicana", etc.
«Las fake news no son más que la variante digital de los bulos de toda la vida: desinformación vertida en redes sociales con la intención de causar incertidumbre, distorsionar la visión de la realidad y vender ideologías o productos. Lo novedoso consiste en que el propio diseño de las plataformas a través de las cuales se difunden asegura su proliferación mediante algoritmos que producen efectos como cámaras de eco y filtros de burbujas. Su propagación masiva contribuye a la solidificación de nuevos criterios, de un cambio furtivo de la racionalidad y del sentido común, de lo que nos convence y parece creíble. Los límites entre lo real y lo virtual, entre el hecho y su interpretación, entre verdad y mentira, se desdibujan.
«Están surgiendo nuevas reglas de discurso, una retórica que se basa en estrategias escépticas y relativistas y que mide todo en términos cuantitativos. Jugando con miedos y prejuicios latentes, estas estrategias socavan el fundamento de nuestro conocimiento. En una cultura donde la opinión pública está dominada por referentes sociales (los denominados influencers, que dependen de emocionales likes), las puertas al populismo y la manipulación están bien abiertas.
«¿Estamos entonces en el camino hacia una sociedad entregada a la posverdad, impregnada de odio y miedo, de escepticismo y desconfianza, de tal manera que cualquier debate cuidadoso, crítico y equilibrado se hace imposible?
«El componente deliberativo inherente a cualquier democracia que se precie necesita ciudadanos autónomos, bien informados, críticos y responsables, pero el ciudadano digital está en camino de perder precisamente estas virtudes. Las redes sociales han contribuido a la extrema fragmentación ideológica de la esfera pública. Se han creado universos políticos en paralelo, de tal manera que los simpatizantes de diferentes partidos políticos están percibiendo ahora realidades diferentes.
«La lógica de la publicidad entra cada vez más en las tácticas políticas, convirtiéndolas en estrategias de marketing y aprovechándose de mecanismos psicológicos que producen perspectivas sesgadas. Sesgos cognitivos como el sesgo de confirmación, la polarización de grupo que radicaliza las opiniones, los efectos de repetición o la excitación afectiva alimentan así una serie de falacias informales que inhiben el razonamiento crítico». [Coronabulos, conspiranoia e infodemia: claves para sobrevivir a la posverdad]
En medio de tanta confusión y tanta incertidumbre (guiadas por la oligarquía mediática que encabeza Estados Unidos), se requiere de informaciones precisas. No se debe seguir validando la propaganda imperialista (con sus miedos y mentiras); se hace necesidad cribar las noticias con un poco de sentido común y algo de cautela. Es obligatorio contrastar la información en distintas fuentes para la formación del juicio básico acerca de lo que es mentira y lo que es verdad. Occidente, con los yanquis como rectores, se ha empecinado en censurar cualquier testimonio proveniente de Rusia, China, Irán o cualquier otra nación que no se arrodille a sus caprichos. Con un público envuelto en la menudencia y la vulgaridad, y con las herramientas estratégicas para manipularlo, Estados Unidos ha comenzado a recorrer un peligroso camino que podría llevarlo al mismo final que la vida real le deparó al nazismo. El imperialismo, o pentagonismo, como se le quiera llamar, en su etapa final, ha comenzado a dar zarpazos a ciegas que podrían acercar a la humanidad a una tragedia de proporciones nunca antes vistas...
Ing. Nemen Hazim Bassa
San Juan, Puerto Rico
2 de abril de 2023