[ III ] El peligroso derrotero al que Estados Unidos está llevando a la humanidad...
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«Nuestro objetivo en la Guerra Fría no es conquistar o someter por la fuerza un territorio. Nuestro objetivo es más sutil, más penetrante, más completo. Estamos intentando, “por medios pacíficos”, que el mundo crea la verdad. La “guerra psicológica” será el recurso a emplear para extender esta verdad. Es la lucha por ganar las mentes y las voluntades de los hombres» [Dwight D. Eisenhower]
«Por regla general, la propaganda opera siempre a partir de un sustrato preexistente, ya sea una mitología nacional o un complejo de odios y prejuicios tradicionales; se trata de difundir argumentos que puedan arraigar en actitudes primitivas»
“Se trata de utilizar a cualquier hijo de puta siempre que fuera anticomunista” [Harry Rositzke, antiguo colaborador de la CIA]
Desde su participación en la Primera Guerra Mundial, de la que Estados Unidos saldría convertido en un poderoso imperio, los desmanes cometidos contra otras naciones se multiplicarían, en ocasiones varias veces contra un mismo país, y por las mismas causas esgrimidas para, como dueño y señor del mundo, establecer por la fuerza "reglas de juego" favorables a sus mezquinos intereses. Toda acción por parte de otro gobierno debía supeditarse a los intereses norteamericanos. Tal fue, y sigue siendo, el poder ejercido en toda América, que hasta el pensamiento crítico debía, y debe, ser condicionado al supremacismo yanqui.
En 1965, en República Dominicana, militares constitucionalistas iniciaron una revolución armada por la vuelta a la Constitución de 1963 y el retorno de Juan Bosch al poder, lo que provocó la ira de Washington y el envío de 42 mil soldados equipados con modernas armas que poco sirvieron al imperio para arrodillar al bravo pueblo dominicano... En los próximos diez años, hasta 1975, Bolivia, Argentina, la misma República Dominicana, Nicaragua, Uruguay, Chile y Perú sufrirían los zarpazos de la Casa Blanca, del Pentágono y de la CIA, ya sea bajo los acostumbrados golpes de Estado, la modalidad de elecciones amañadas o con el apoyo militar y financiero a dictadores sangrientos que sojuzgaban a sus pueblos.
Los desmanes que comete Estados Unidos no interesan para nada a su pueblo, que desestima hasta los más insólitos reconocimientos de las felonías que cometen sus propios funcionarios. Ni siquiera son necesarias las mentiras; las aberraciones se hacen públicas con la mayor insolencia. No se guardan las formas. Cuando un imperio entra en esa etapa de prostitución, de no importarle nada, de que todo le da igual, es síntoma de que ha iniciado el camino de la decadencia; Rusia y China, las dos superpotencias que han revertido ideologías de antaño y han creado economías iguales o superiores a la norteamericana (en el mismo ámbito capitalista), están prácticamente en el nivel superior en que se encuentra el poderío militar yanqui.
Según la idiosincrasia yanqui, "Los tiranos tienen una confianza megalómana en sus propias habilidades; se consideran liberadores de todos los sufrimientos. Están convencidos de que sólo ellos pueden salvar al mundo. Se creen el centro del universo y piensan que todo debe suceder según su voluntad. Buscan a quien culpar y se presentan como únicos salvadores". Necesitan, más que nada, "un militar despiadado que haga cumplir los caprichos por medio de la fuerza" [el Pentágono] y "un jefe de propaganda que controle las informaciones y dé rienda suelta a la insistencia y la repetición" [CNN, FOX, NBC, CBS, ABC, etc., etc., etc.]. ¿Alguna diferencia con los métodos de Hitler y Goebbels?
«Llegar a convencer a mucha gente que se piensa “como todo el mundo”, creando impresión de unanimidad»
Roosevelt modificó la política exterior de Estados Unidos apelando al ‘Gran Garrote’, "postulado" que retomaba los argumentos de la Doctrina Monroe y el Destino Manifiesto, que de nuevo sólo tendría la claridad que la palabra "garrote" le impregna a las acciones que definen el comportamiento de EE. UU. en el contexto externo y la oficialidad del carácter tiránico.
Esta foto representa la versión más acabada de la propaganda yanqui (versión mejorada de la hitleriana) para ir creando en la mente del espectador lo terrible que era el enemigo (Japón). Se hizo circular mucho antes de que las bombas atómicas fueran lanzadas sobre Hiroshima y Nagasaki. Ya la mente del norteamericano común (por encima del 97% de la población de Estados Unidos) contaba con estereotipos de los "satánicos" japoneses: representaban la maldad, el demonio... ¡Había que aniquilarlos! ¿Y qué mejor manera que recurrir a las bombas atómicas, que servirían, además, para sugestionar a la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS)?
Estados Unidos pondría fin a la Segunda Guerra Mundial al lanzar dos bombas atómicas (en dos ciudades japonesas) que provocarían desolación y muerte entre la población civil que nada tenía que ver con el ejercicio bélico (con tan ruin acción pasaría a convertirse en el único país en lanzar bombas nucleares contra seres humanos, ¡y todavía se arroga el derecho de prohibir su fabricación a otras naciones!). Para silenciar semejante atrocidad, Estados Unidos apela a la máquina de propaganda y enjabona los cerebros de los apocados.
Rambo III fue una película que los gringos dedicaron "al pueblo valiente de Afganistán". ¿Quiénes fueron esos "valientes" que enfrentaron a la URSS? ¿A quiénes se refería el presidente Reagan cuando dijo «Ver los valientes afganos luchadores por la libertad contra modernos arsenales "con simples armas de mano" es una inspiración para aquellos que aman la libertad»? Es tanto el engaño envuelto en todo desafuero emprendido por el imperialismo yanqui que llega un momento en que no encuentra cómo desenmarañarlo. Realmente, la película está dedicada a los "valientes combatientes muyahidines de Afganistán", esos querubines que tumbaron las Torres Gemelas, destruyeron parte del Pentágono, poco les faltó para arrasar con la Casa Blanca y arrebataron la vida a más de 3 mil inocentes.
La destrucción causada por el imperio del mal no es cuantificable en moneda alguna; la vida de un ser humano que interactúa fuera de sus fronteras no vale un céntimo; la violación a reglamentaciones internacionales, emanadas por las organizaciones que han sido creadas para mantener la paz y la armonía entre las naciones, no preocupa en absoluto a la tiranía mayor, mucho menos a su pueblo, que aprueba sin el menor reparo sus atrocidades y es, en gran medida, beneficiario de las riquezas puestas a su disposición, provenientes de la depredación, la devastación y el exterminio.
Es muy posible que, para la fecha, ISIS -o Estado Islámico- estuviera en plena etapa de crecimiento y que el 9/11 (2001) haya sido un plan ejecutado por la agrupación, pero concebido y encomendado por el "sionismo nazi" que se enquistó en Israel después de la Segunda Guerra Mundial (gracias a la malignidad del imperialismo británico y al consentimiento de una ONU que históricamente ha estado subordinada a Occidente). No en vano ISIS nunca ha atacado a Israel, empero sí lo ha hecho contra sus propios hermanos musulmanes
Estados Unidos, con frentes abiertos al mismo tiempo contra dos naciones que cuentan con armas de destrucción masiva en cantidades iguales o superiores a las que posee, está llevando a la humanidad a una hecatombe... Vladímir Putin se adelantó a lo que a todas luces era visible: la Federación Rusia debía ser desmembrada, no en siete Estados como Yugoslavia, sino, en 22, que es el número de Repúblicas que la conforman.
Aun con acuerdos que pongan fin a la crítica situación geopolítica actual, no hay forma de frenar una Segunda Guerra Fría, que inició en el más gélido ambiente del golpe de Estado perpetrado por Estados Unidos en 2014 en Ucrania -cuyos ciudadanos podrían morir todos y a Estados Unidos le importaría un bledo- y ha comenzado a calentarse con las llamas que significan la propia Ucrania y Taiwán. Sólo con reconocer las bellaquerías que comete, la pérdida de su poder hegemónico y la aparición de dos nuevas super naciones -que proporcionan equilibrio al orden internacional-, puede el imperialismo yanqui poner punto final a tan aciago momento; de lo contrario, el día final dejará de ser un celuloide o el clisé favorito de los oportunistas religiosos en su búsqueda constante de nuevos "siervos".
Los medios de comunicación de masas actúan como voz de ultratumba; dirigen la información y la canalizan en un ambiente mundial cada vez más enajenado, convirtiendo seres humanos en zombis. Hay una estructura creada, sujeta a todo tipo de escrutinio de la conducta humana, para hacer de la propaganda la máquina perfecta de manipulación que antaño sirvió a los nazis y hoy permea lo inimaginable. El salto ha sido cualitativo, pero perjudicial: del aparato represivo del Estado al aparato oligárquico que encarnan las grandes industrias de las noticias y del espectáculo. De las armas y la represión al lavado de cerebro con mentiras y falsedades; el primero tenía sus propias fronteras y el segundo goza de un campo de acción infinito.
Continuará...
Ing. Nemen Hazim Bassa
San Juan, Puerto Rico
1 de abril de 2023