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[V de XIV] Estados Unidos y su moral en bikini. Una nación que desde sus inicios se formó bajo la mendacidad y la expoliación...

Simón Bolívar: "Los Estados Unidos parecen destinados por la Providencia para plagar la América de miserias a nombre de la Libertad" - "Recomiendo a Usted [Santander] que haga tener la mayor vigilancia sobre esos americanos que frecuentan las costas: son capaces de vender a Colombia por un real"...

John Quincy Adams y Andrew Jackson, sexto y séptimo presidentes de Estados Unidos

En 1824, fiel a las expresiones del Secretario de Estado John Quincy Adams -de que Cuba y Puerto Rico constituían apéndices naturales de Estados Unidos (por su ubicación geográfica)-, unidades de la marina de guerra estadounidense, "desconociendo a las autoridades españolas, desembarcaron varias veces en Cuba y Puerto Rico con el pretexto de destruir las bases de piratas enclavadas en esos territorios, así como de reparar insultos que habían inferido a oficiales y a la bandera estadounidenses". Un año después, bajo la presidencia de John Quincy Adams (1825-1829), unidades navales estadounidenses y británicas desembarcarían en Cuba "con el propósito de capturar navíos piratas".

La carrera de las intervenciones había iniciado para no detenerse jamás; de una u otra forma había que honrar los intereses de Estados Unidos, que, con sus barcos, introduciría de contrabando un cargamento de armas para respaldar a las tropas españolas que conspiraban contra la independencia de la Gran Colombia, integrada, a instancias del Libertador Simón Bolívar, por los actuales territorios de Venezuela, Colombia, Ecuador y Panamá. La parcialización antibolivariana de la oligarquía norteamericana permitía que sus barcos se dedicaran a tan desaprensiva tarea, razón por la que Bolívar le comunicaría a Santander "recomiendo a usted que haga tener la mayor vigilancia sobre estos norteamericanos que frecuentan las costas; son capaces de vender a Colombia por un real". Las relaciones de la nación norteamericana con el Caribe y la América meridional iban adquiriendo sólidos matices colonialistas.

Comenzaba a aflorar la expansión y un ligero adelanto económico-industrial que propiciaba el desarrollo de una política exterior violenta en las regiones más próximas del continente. El Libertador Simón Bolívar anhelaba el entendimiento entre todos los países del continente, y, para honrar ese proyecto por el que tanto luchó, instaló en Panamá el Congreso Anfictiónico, al que Estados Unidos, contra la voluntad de Bolívar, enviaría una delegación. El Libertador buscaba la creación de una Confederación de Pueblos Iberoamericanos (desde México hasta Chile y Argentina), afianzar la independencia, la seguridad interna y la no intervención, establecer la igualdad jurídica entre todas las naciones, desarrollar las relaciones entre los Estados por medio de un Congreso plenipotenciario permanente y establecer una reforma social basada en la paz y la libertad. [La anfictionía, o liga anfictiónica, era una liga originalmente religiosa de tribus griegas (la más conocida era la délfica). Luego adquiriría el carácter de Confederación, y agruparía a las antiguas ciudades griegas para dilucidar asuntos comunes].

El Secretario de Estado en el gobierno de Quincy Adams, Henry Clay, había instruido a los integrantes de esa delegación para que se opusieran a cualquier resolución que propugnara por la creación de la Confederación y, sobre todo, para que obstaculizaran cualquier dictamen que respaldara los planes de los gobiernos de la Gran Colombia y de México de organizar -con el apoyo de los independentistas de esas islas- una expedición militar para liberar a Cuba y Puerto Rico del dominio colonial español (el bloqueo -dada la habitual oposición a la incorporación de Haití a la mencionada Confederación de Estados Latinoamericanos- no quedaría fuera de tan pérfidas instrucciones). Pero, en esta ocasión, la suerte no acompañaría los planes de Estados Unidos: "uno solo de los delegados estadounidenses llegó a Panamá, y lo hizo cuando el Congreso Anfictiónico había concluido; el otro había muerto en el camino".

El congreso se dio durante las conquistas independentistas en Hispanoamérica, "tras la liberación del Alto Perú (actual Bolivia) por parte del Libertador Simón Bolívar y del Gran Mariscal de Ayacucho, Antonio José de Sucre". Asistieron La Gran Colombia, México, Perú y la República Federal de Centro América; Gran Bretaña y Países Bajos enviaron observadores. Mientras tanto, ¿Qué hacía Estados Unidos? Apropiarse ilegalmente de Texas, aunque la conquista, gracias al empeño de las autoridades mexicanas, duraría poco; fomentar un clima de caos y anarquía en México [controlar al gobierno mexicano se había convertido en una obsesión (con fines muy bien estructurados)] con el fin de estimular una insurrección (que, aunque no duraría mucho, sería violentamente derrotada). México atravesaba por un período de inestabilidad política que serviría a los intereses de Estados Unidos facilitándole el avance en sus planes expansionistas.

La Gran Colombia, un Estado americano, creado por el Congreso de Angostura de 1819, que unió a Venezuela y a la Nueva Granada en una sola nación, a la que luego se adhirieron Panamá (1821), Quito y Guayaquil (1822)

Paralelamente, en Lima (Perú), con extrema cautela, Estados Unidos se daba a la abominable tarea de auspiciar una conspiración para quitarle la vida a Simón Bolívar. En la Gran Colombia, por medio de su representante en Bogotá -coronel William Henry Harrison-, emprendía esfuerzos para derrocar a las autoridades de ese país, por lo que el coronel Harrison sería declarado persona no grata (a su regreso a Washington, Harrison sería premiado; fue ascendido a general y luego electo presidente de los Estados Unidos, función que no pudo desempeñar más allá del primer mes debido a su repentina defunción). Fruto del complot, y mientras iba a Ecuador a sofocar una insurrección separatista, sería asesinado el lugarteniente de Simón Bolívar, Antonio José de Sucre.

Estados Unidos había convertido en política de Estado sus planes para frenar a Simón Bolívar y sus correligionarios; en la mayoría de ellos estuvieron involucrados secretarios de Estado y los propios presidentes de la nación. Los norteamericanos desarrollaron un peligroso sistema de inteligencia del que formaron parte representantes plenipotenciarios, cónsules, comerciantes, agentes negociadores, militares en funciones "específicas" en el exterior, etc., que se valían de la precaria condición de vida existente entre la población para reclutar delatores y confidentes que lograban infiltrar reuniones y actividades secretas en las que participaban los patriotas.

Venezuela y Ecuador se separarían de la República de Colombia, quedando finalmente disuelta la Gran Colombia para 1831; afloraban al mundo Ecuador, Venezuela y Nueva Granada (nombre que recibió la república formada por las provincias centrales de la Gran Colombia tras su disolución, y que mantuvo hasta 1858 cuando pasó a llamarse Confederación Granadina. Su territorio abarcaba los actuales países de Colombia y Panamá).

Florecía la actividad "injerencista" norteamericana y la Gran Colombia quedaba disgregada. Ante el hecho, el Libertador Simón Bolívar redacta su conocida carta de Guayaquil, dirigida al coronel Patricio Campbell, Encargado de Negocios de Gran Bretaña, en la que, con poco más de 5 décadas de establecido, Estados Unidos mostraba al mundo lo que sería capaz de hacer en aras de la libertad (palabra que para sus ciudadanos significa intereses propios y desgracia de los demás): "Los Estados Unidos parecen destinados por la Providencia para plagar la América de miserias a nombre de la Libertad".

Bolívar consideraba a Estados Unidos dispuesto a realizar cualquier cosa. Así lo expresaría en la carta que le enviara a Francisco de Paula Santander en 1826, de cuyo contenido habíamos mostrado el segmento donde le recomendaba "tener la mayor vigilancia sobre esos americanos que frecuentan las costas: son capaces de vender a Colombia por un real".
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Ing. Nemen Hazim Bassa
San Juan, Puerto Rico
4 de abril de 2022