[VIII de IX] ¿Dictadura o Petróleo? Las garras del imperio sobre Venezuela...
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Jill Stein, que en dos ocasiones fue candidata a la presidencia de Estados Unidos por el Partido Verde (2012 y 2016), puso en duda que Donald Trump "busque asistir al pueblo de Venezuela con su 'artimaña' humanitaria. Él, que permitió que murieran miles de puertorriqueños [después del paso del huracán María] y separa familias de latinos en nuestra frontera, enjaulando a sus niños, de repente muestra una gran preocupación por el pueblo de Venezuela. ¡Incluso está dispuesto a INVADIRLA para que acepte la ayuda humanitaria! Nadie dice que están llegando como 'ayuda' fusiles de asalto introducidos en Miami para armar la derecha financiada por EE. UU., dirigida ahora por Juan Guaidó".
Ron Paul, miembro del Partido Republicano y exrepresentante por el decimocuarto distrito de Texas (ultraderechista), ironizó cuando el Departamento de Estado "explicó" que la administración de Donald Trump lo que quiere es "ayudar" a que se cumpla la Constitución venezolana. "¡Ni que estuvieran tan ansiosos por hacer cumplir su propia Constitución! Es cáustico que un presidente, que se ha pasado los primeros dos años en el cargo luchando contra las acusaciones de que un país extranjero se inmiscuyó en las elecciones de EE. UU., no sólo se entrometa en unas elecciones extranjeras, sino que también se arrogue el derecho de nombrar al presidente de un país extranjero. ¿Cómo reaccionaríamos si los chinos y los rusos decidieran que el presidente Trump no está defendiendo la Constitución americana y reconocieran a Nancy Pelosi como presidenta? Es tragicómico que Trump haya nombrado al criminal convicto Elliot Abrams como su persona clave para 'restaurar la democracia' en Venezuela, después de haber desempeñado un papel preponderante en el asunto Irán-Contra y ser uno de los principales artífices de la desastrosa invasión de Irak en 2003. En lugar de golpe de Estado [que es lo que verdaderamente define las intenciones del imperio], una mejor política nuestra para relacionarnos con Venezuela habría sido de compromiso y comercio. Si realmente creemos en la superioridad de un sistema de libre mercado, también debemos creer que sólo podemos predicar con el ejemplo, no forzando nuestro sistema en otros. Hace apenas cuatro meses que el presidente Trump dijo eVenezuela n la ONU que respetaba el derecho de toda nación a practicar sus propias costumbres, creencias y tradiciones. Estados Unidos no puede decir a otros cómo vivir...".
Glenn Greenwald, abogado, escritor y periodista norteamericano que publicó en junio de 2013 las revelaciones de Edward Snowden [acerca de los programas de vigilancia de alto secreto de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA, por sus siglas en inglés), entre los que está PRISM, un esquema de vigilancia electrónica sobre las comunicaciones de las grandes compañías estadounidenses de Internet puesto en ejecución tras los atentados del 11 de septiembre de 2001 (iniciando lo que se denominó "guerra contra el terrorismo"). Por esa publicación le fue otorgado el premio George Polk. Ha colaborado con The New York Times, Los Angeles Times, The American Conservative... y sus análisis han sido citados, además de The New York Times, en The Washington Post y el Congreso de los Estados Unidos. Por servicio público le fue concedido, en 2014, el premio Pullitzer], hizo el análisis que debió realizar Pepe Mujica o cualquier otra figura insignia de la Guerra Fría:
«Eso es lo que sucede en el discurso de Estados Unidos; el imperialismo siempre es aclamado. Creemos que tenemos el derecho de interferir en otros países, 'y porque somos tan intrínsecamente buenos esperamos que los resultados serán benévolos', y es realmente perturbador ver este tipo de unanimidad, salvo raras excepciones: Ro Khanna [hijo de padres punjabíes, India], Tulsi Gabbard [nació en Pago Pago, Samoa Americana, de una familia proveniente de la India] y Alexandria Ocasio-Cortez [su padre, de ascendencia puertorriqueña, nació en el Bronx, mientras que su madre nació en Puerto Rico] diciendo que no tenemos ningún rol que desempeñar en Venezuela. En general, las clases bipartidistas [se unen detrás del gobernante de turno] mientras intentan ejecutar un cambio de régimen en un país que no comprenden, no les importa y sólo quieren explotar... El hecho de que el principal socio estadounidense en América Latina para hacer esto sea Jair Bolsonaro debería decirte todo lo que necesitas saber acerca de los motivos reales en términos de lo que el gobierno de EE. UU. está tratando de lograr en Venezuela. No es nada bueno para el pueblo venezolano, no importa cuál sea la opinión que se tenga sobre Nicolás Maduro; se trata de imponer una ideología de extrema derecha en beneficio de todos, excepto del pueblo venezolano».«La pregunta no es si te gusta el presidente Maduro; la pregunta es si piensas que el pueblo venezolano será ayudado teniendo a Donald Trump, John Bolton, Mike Pence y Elliot Abrams interviniendo en su país, planificando un cambio de régimen y proponiendo el líder de su conveniencia. Todo lo que tienes que hacer es mirar, no solo la historia de interferencia de Estados Unidos en América Latina, sino, las declaraciones que esas personas están haciendo acerca de cuál es su verdadero motivo; ni siquiera se ocupan de fingir que el propósito es llevar liberación, democracia y libertad.
«Por supuesto que a Donald Trump no le interesa el pueblo venezolano. ¿Qué tan crédulo hay que ser para pensar que [Trump, Bolton, Pence y Abrams] admiten abiertamente que el motivo es el acceso a los negocios petroleros venezolanos en los mercados de capital, porque beneficia a EE. UU. y su clase oligárquica? Es poco impresionante ver a los medios bipartidistas y a la clase política de Washington (como Nancy Pelosi y otros líderes del Partido Demócrata) apoyando a Donald Trump -a quien con frecuencia llaman racista, fascista, xenófobo y monstruo- mientras pretende implementar un cambio de régimen en Venezuela valiéndose de personas como Elliott Abrams, que en el pasado usó el pretexto de la ayuda humanitaria para enviar armas a los rebeldes que querían derrocar el gobierno de un país.
[Nota: En Nicaragua, después que el Frente Sandinista de Liberación Nacional derrocó a Anastasio Somoza (1979) -gobernó bajo un régimen despótico que siempre recibió el beneplácito de EE. UU.-, Washington creó y financió un ejército de paramilitares (que llevó a cabo ataques contra la población civil) empeñado en sacar del poder el nuevo régimen. El gobierno de Reagan recaudó dinero para los contrarrevolucionarios y, con esos fines, le vendió armas a Irán, que estaba en guerra contra Irak y también había recibido armas del propio Reagan para impedir que Irán se hiciera con el control del golfo Pérsico (Elliott Abrams fue uno de los principales arquitectos de esa operación; se le acusó del envío solapado de armas -a los rebeldes- en aviones de “ayuda humanitaria”). Estas dos desvergüenzas no serían las únicas: Estados Unidos, que invadió y destruyó a Irak, saqueó sus recursos y asesinó a su jefe de Estado bajo la calumnia de que poseía armas de destrucción masiva, fue el mismo que al finalizar esa guerra, conocida como la Guerra Impuesta y la Santa Defensa, se opuso a que acusaran a Saddam Husseim de usar armas químicas contra los iraníes y la población kurda del norte de Irak. Un documento desclasificado (de la CIA) señala que EE. UU. tuvo evidencias concretas de ataques químicos iraquíes a partir de 1983; sabía y no tomó medida alguna para detenerlos. Por imágenes de satélite se enteró de que Irán estaba a punto de obtener una importante ventaja estratégica y suministró a los iraquíes la ubicación de las tropas iraníes dentro de Irak, consciente de que usarían gas mostaza y gas sarín para inclinar la guerra a su favor y obligar a Irán a ir a la mesa de negociaciones. Reagan y sus asesores lo sabían y no lo dieron a conocer].
¿No es más sensata la posición asumida por un político estadounidense, senador por el estado de Vermont, que fue candidato en las elecciones primarias del Partido Demócrata para las elecciones presidenciales de 2016 y acaba de lanzar su candidatura para losrebventares comicios de 2020 por el mismo partido? "EE. UU. debe aprender las lecciones del pasado y no estar en el negocio del cambio de régimen o del apoyo a golpes de Estado como lo hemos hecho en Chile, Guatemala, Brasil y República Dominicana. Washington cuenta con un largo historial de intervención inapropiada en las naciones latinoamericanas, por lo que no debe repetir tales acciones. Creo que Maduro ha sido muy abusivo, pero su salida del poder es una decisión del pueblo venezolano", serían las juiciosas y precisas palabras usadas por Bernie Sanders para referirse a la situación interna de Venezuela y a la intromisión de Estados Unidos en asuntos que deben ser exclusivos del pueblo venezolano.
Continuará… [9na Parte (Última): EE. UU. y la democracia de la fuerza. Conclusiones III]
Anteriores:
7ma Parte: Haití, las mentiras del imperio y el verdadero propósito del embargo
6ta Parte: Período democrático en Venezuela (de Betancourt a Maduro). Estados Unidos y su influencia en la crisis actual
5ta Parte: Una resumida historia sobre Venezuela. El petróleo y la sempiterna crisis económica
4ta Parte: Venezuela y su incomparable ejercicio democrático
3ra Parte: Salida de los “ricos” y bloqueo de EE. UU. El espejo de Allende en Chile
2da Parte: Dictadura y características. La realidad venezolana
1ra Parte: Dictaduras en América Latina. La “ayuda humanitaria” de EE. UU.
Nemen Hazim
San Juan, Puerto Rico
25 de febrero de 2019