II.- El Mecanismo brasileño contra la Máquina dominicana...
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Nos diferencia, sin entrar en evaluaciones de campos esenciales, la superficie (km²: Brasil 8,515,770 vs. Dominicana 48,310); la población (habitantes: Brasil 208,385,000 vs. Dominicana 10,767,000); la música, la televisión y el cine (mientras Brasil simboliza la excelencia en los tres campos, Dominicana representa lo diametralmente opuesto en los dos primeros y apenas hace pininos en el tercero); el desarrollo económico e industrial (Brasil ocupa, según datos del año 2017 del Banco Mundial, la novena posición dentro de las mayores economías del mundo, mientras Dominicana ni siquiera aparece en la lista de las primeras setenta); y, la más importante de todas, porque tiene que ver con el alma y el corazón de las sociedades, el "tigueraje", ese cáncer que nos encumbra, además del gigante de América del Sur (¡y es mucho decir!), sobre los restantes 191 países, y que se ha convertido, en la patria de Caamaño y Fernández Domínguez, en "el centro de todo" (palabras que emulan el eslogan con el que se promociona un "mall" boricua).
Se hace innecesaria la explicación del significado de la palabra "tigueraje". Lo hizo Juan Bosch con su amplia obra sociopolítica; Minou Tavárez Mirabal al vaticinar que la sobrevaloración de la central eléctrica de Punta Catalina, a cargo de cuya construcción está Odebrecht (¡bingo!), se convertiría “en el Sun Land y los aviones Tucanos, multiplicados”, del gobierno de Danilo Medina -respondiendo a los insultos de Rubén Bichara, típicos “del tigueraje político en el Partido de la Liberación Dominicana”-; y, en varios escritos que este mismo medio (Acento) ha publicado, también nosotros.
La sociedad ha sido castrada por el "tigueraje"; las perversas ejecuciones que de él derivan son cada vez más "refinadas". No hay manera de que no nos turbemos ante la aparición de un nuevo escándalo (de corrupción o cualquier otro tipo). A la vez que ejecuta y mutila el medio, el "tigueraje" se presta para seducirlo y embobarlo.
Odebrecht, un consorcio brasileño presente en varias naciones, ha sido acusado por “a Polícia Federal” de liderar un "cartel" de lavado de dinero, sobornos y evasión de impuestos que financiaba las campañas electorales de políticos de Brasil y otros países (mediante la operación "Lava Jato", nombre proporcionado por "Posto da Torre", gasolinera con varias fachadas -lavado de autos, venta de kebabs y cambio de monedas- ubicada en el centro de Brasilia detrás de la cual accionaba "un negocio ilegal de transferencia de fondos que su propietario Carlos Habib Chater dirigía junto a su socio Alberto Youssef").
El “cartel” lo integraban OAS (César Mata Pires, su accionista mayoritario, fallecido a causa de un infarto el 22 de agosto de 2017, fue el delator principal de la operación), Camargo Correa, Andrade Gutiérrez, UTC Engenharia, Queiroz Galvao, Engevix, Galvao Engenharia, GDK S.A., IESA Óleo e Gás, Mendes Júnior, MPE Montagens e Projetos, Promon Engenharia, Skanska, Toyo Setal y Techint; se valía, para acordar, recaudar y traspasar las "coimas", de Habib y Youssef, los cambistas que hacían de intermediarios y operaban desde la estación de expendio de gasolina.
La operación, además de involucrar a Petrobras (firma petrolera propiedad del Estado con participación extranjera privada), políticos, intermediarios, legisladores y gobernadores, llevó a un tribunal a dictar sentencia contra el exmandatario Luiz Inácio Lula da Silva, "encontrado culpable de los delitos de corrupción pasiva y lavado de dinero". Propició, además, "de manera indirecta", la destitución de Dilma Rousseff.
Continuará...
Ing. Nemen Hazim Bassa
San Juan, Puerto Rico
2 de abril de 2018