II.- Las mentiras del imperio...
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Para aceptar impasible lo que hace Estados Unidos, tendríamos que habernos formado en los países nórdicos. Un programa de la televisión noruega entrevistó varios habitantes de Oslo; se les preguntó si no sentían la necesidad de ajustar cuentas con el mismo nivel de violencia con el que actuó Breivik (al asesinar 77 de sus propios compatriotas) y todos respondieron que la sociedad los había formado para, "civilizadamente", asimilar barbaries como esa. "Esperamos que la prisión (que tiene más de resort que de cárcel, NH) lo reforme y reinserte de nuevo a la colectividad".
Exceptuando el ejercicio de periodista consumado (de esos que están bien con Dios y con el diablo) o el de intelectual que repele la contaminación con el lenguaje popular (porque el delirio de grandeza lo llevaría a rebajarse), que en el caso dominicano es el de la mayoría de la población, la exacerbación e incapacidad para actuar mueve, a quienes hemos sido troquelados en sociedades deformadas, a implementar justicia con la misma violencia que quien la quiebra. Con toda seguridad, en el caso noruego, si de nosotros hubiese dependido, el asesino hubiera sido descuartizado muy lentamente, en pequeños trozos, colgando de los pies a la vista de todos en un parque público. La reacción sería la misma ante la actitud mendaz, procaz y absolutista de Estados Unidos frente a los pueblos y gobiernos de Siria, Libia, Venezuela...
Las mentiras con las que George Bush invadió Irak, destruyó su infraestructura y asesinó cientos de miles de inocentes; la falacia a la que apeló Barack Obama para matar a Muamar el Gadafi, jefe del Estado libio, y bombardear y asolar a su país y a otros seis (Afganistán, Yemen, Irak, Pakistán, Somalia y Siria), dejando una espeluznante estela de muertos; o las falsedades a las que ha recurrido el desvergonzado Donald Trump para cañonear a Siria, han acentuado la indignación, llevándonos al utópico anhelo de supremacía y poder para hacerles pagar con la misma moneda a los privilegiados del imperio, responsables, como el mismo sistema, de sus desmanes.
No es la primera vez que la malévola superpotencia ha recurrido a la mendacidad con relación al uso de armas químicas por parte de gobiernos que no se someten a sus designios. Quedó demostrada la perniciosa mentira de la que unilateralmente se valió para invadir Irak, destruir las instalaciones que facilitaban el desenvolvimiento normal del país, colgar a su mandatario y asesinar millones de sus compueblanos. Lógicamente, detrás de cada calumnia se oculta el saqueo a las reservas de petróleo, que se convierte en denominador común del atropello que se lleva a cabo en Siria y con el que pretende proceder en Venezuela.
Continuará...
Ing. Nemen Hazim Bassa
San Juan, Puerto Rico
11 de abril de 2018