III.- Análisis a una posible intervención militar de EE. UU. en Venezuela...
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Las experiencias de Siria y Libia han servido al Pentágono y a la CIA para la división y radicalización de la población venezolana, pero la misma cercanía de lo que podría constituirse en zona fértil para el terrorismo, si Estados Unidos hace con Venezuela lo que hizo con las dos naciones árabes, se convertiría en bumerán para su política intervencionista, y, por ende, para su propia seguridad. Aun bajo esta disyuntiva, las posibilidades de una intervención son reales. Internamente, deben los revolucionarios venezolanos permanecer unidos y las fuerzas armadas estar dispuestas a defender la soberanía, sin resquebrajamientos, determinadas a honrar la solemnidad de Chávez: "Prefiero la muerte antes que la traición; así lo declaro ante el mundo y lo declaro ante Venezuela: no hay marcha atrás en la revolución política que tenemos que impulsar y que claman las calles del pueblo de toda esta tierra de Bolívar. Este proceso lleva su ritmo, y su marcha. No podemos frenarlo, mucho menos desviarlo de cauce para que dé vuelta sobre sí mismo y se hunda de nuevo. No lo vamos a permitir...".
La cohesión de las organizaciones revolucionarias y la supresión de cualquier disidencia dentro de los cuerpos armados desempeñan un papel disuasorio para las intenciones intervencionistas de los norteamericanos, que, muy oportunamente, en lo que concierne al "caso venezolano", han logrado incorporar a su agenda los gobiernos de los cinco países con los ejércitos más poderosos de América Latina: Brasil, México, Argentina, Perú y Colombia. La logística está montada y presta a erupcionar en cualquier momento. Los casos de Libia y Siria requirieron de cerca de dos lustros para el inicio de las acciones, por lo que no hay plazo definido para desestimar cualquier operación.
"La situación en Venezuela no representa amenaza para la paz y la seguridad de ningún país; los hechos que se desarrollan son asuntos internos y, por tanto, sacan el análisis del tema del Consejo de Seguridad", ha afirmado la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Debemos estimular, a nivel global, denuncias permanentes que obliguen a difundir las perversas intenciones del imperio, buscando, como expresara Fidel Castro refiriéndose a la paz y la integridad de Irak, "una batalla política y no militar. Si la verdad puede ser asegurada, y la mentira puede ser vencida, la paz en la región aún puede salvarse, con beneficio incluso para el propio pueblo de Estados Unidos. En esa guerra sólo ganarían los productores de armas o los que albergan el imposible sueño de que 6,300 millones de seres humanos, hambrientos y pobres en su inmensa mayoría, puedan gobernarse por la fuerza".
El canciller venezolano ha calificado las declaraciones de Donald Trump como "inamistosas y hostiles, a todas luces violatorias de lo contemplado en la Carta de la Organización de Naciones Unidas y en las normas del derecho internacional. Son declaraciones belicistas; Washington representa una amenaza directa contra la paz y la independencia de Venezuela. Las organizaciones internacionales y los foros multilaterales deben poner freno a la más agresiva acción del imperio estadounidense contra el pueblo venezolano en más de 100 años". De esta manera, y con persistencia, debe ser el discurso. Es necesario que desde cada rincón del planeta exijamos a Estados Unidos someterse a la legalidad. El método de lucha asumido por el líder de la Revolución Cubana durante las últimas décadas, gracias a la sabiduría que aportan los años, estuvo sustentado en el debate de las ideas. Ha sido, sin dudas, un extraordinario legado al que debemos recurrir en el mundo unipolar que nos dejó el derrumbe de la Unión Soviética.
Gracias, Mencía Ortiz, por darnos la oportunidad de participar, aunque de forma impersonal, en este encuentro. Valoramos su propuesta de exponer este corto ensayo. Cordiales saludos a los presentes y a los distinguidos panelistas.
Fin...
Nemen Hazim
San Juan, Puerto Rico
9 de octubre de 2017