II.- El PLD, la peor pesadilla que ha vivido República Dominicana...
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Describir cada etapa y analizarla es tarea ardua: la anexión; "la inestabilidad política, el desorden social, los derrocamientos, la corrupción y las revoluciones montoneras" que dieron notoriedad al período conocido como Concho Primo; la intervención norteamericana y Trujillo; la reelección de Horacio Vásquez y Trujillo; Trujillo, el sátrapa; Balaguer y el desmantelamiento de la escuela hostosiana; Imbert, el héroe; el golpe de Estado a Bosch; la Revolución de Abril y la segunda intervención gringa; Imbert, el traidor (de nuevo, la misma dualidad de Santana); Balaguer, la reelección y "la corrupción se detiene en la puerta de mi despacho"; la guerrilla de Caamaño y la traición; presidentes, conflictos y divisiones del PRD... Cada una ha estado marcada por los vicios y las deformaciones sociales de la baja pequeña burguesía: traición, corrupción, deshonestidad, reelección, arribismo, adulación... La desolación y las muertes que han provocado han sido insignificantes comparadas, por ejemplo, a las de cualquier país europeo.
Sin embargo, de todos los males que ha experimentado la nación, ninguno iguala la vileza que encarna el Partido de la Liberación Dominicana (PLD), concebido por Juan Bosch "para completar la obra que iniciaron Duarte, Sánchez y Mella". Creado con eficaces mecanismos de fiscalización para evitar que sus integrantes lo convirtieran "en otro PRD u otro PR", dejó de ser la esperanza de toda una generación para convertirse en la peor pesadilla que ha padecido la República Dominicana.
Culpar a Juan Bosch por haber fundado dos partidos que el tiempo y las malas mañas, propias de una sociedad degradada, convirtieron en los más corruptos, es una iniquidad. Sus intenciones descansaron siempre en la construcción de una patria saludable, culta y próspera para todos los dominicanos. Que los integrantes de ambas agrupaciones -PRD y PLD- hayan volcado hacia la vida fácil y depravada, usurpando los recursos del pueblo y obviando décadas de adiestramiento y formación, es otra cosa; los valores morales nacen en el hogar, no se aprenden con lecciones de sociopolítica... Este fue el gran error; nos equivocamos creyendo que los círculos de estudio, el centralismo democrático y otras medidas pragmáticas implementadas por Bosch servirían para algo, pero no ha sido así. El “tigueraje”, máxima figura de la baja pequeña burguesía, es indomable.
Podemos adjudicar al profesor Bosch la culpa por no haber previsto este desenlace, por haberle dejado a un grupo de oportunistas, simuladores irreformables, las herramientas que, en lugar de accionar para el pueblo, lo han ultrajado despojándole hasta el alma. Debimos advertir que, tan pronto desapareciera de escena quien con su autoridad moral fiscalizaba los vicios y deformaciones que se camuflajeaban en la práctica política, las desviaciones de la sociedad hatera que quedó conformada a mediados del siglo XVI con la extinción del comercio azucarero resurgirían de nuevo en el Partido de la Liberación Dominicana como las cucarachas, que, "por su aspecto y el peligro que representan, son los insectos que despiertan más sentimientos de desagrado y fobia".
Fin...
Nemen Hazim
San Juan, Puerto Rico
5 de marzo de 2017