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[III de III] ¿Quién es el prócer? ¿Juan de los Santos o José A. Beltré?

Francisco Alberto Caamaño Deñó, jefe militar de la Revolución de Abril de 1965 y Presidente Constitucional de la República en Armas... (III de III/Último)

"Cuando Andrés Dirocié, excabo de la Escuela de Comandos Hombres Ranas de la Marina de Guerra, me pidió que escribiera el prólogo de su libro, me dijo que lo hacía porque él también quería escribir sobre la Revolución de Abril... Para mí era obvio que se refería a contar sus vivencias de aquel importante acontecimiento donde las ideas convivieron con las balas y, mientras esperaba la copia prometida, lo percibí caminando escurridizo por las calles de Ciudad Nueva compartiendo penurias y esperanzas con sus compañeros de los comandos; lo imaginé alerta y sigiloso apostado frente al edificio Copello, siguiendo las huellas de su querido comandante Montes Arache y esperando las órdenes de su admirado líder, el presidente Caamaño". Estas palabras, que grafican magistralmente episodios de la gesta más hermosa que ha vivido la República Dominicana después de la Guerra de la Restauración, "pintadas con la belleza que se imita la naturaleza por medio del tejido", corresponden a Arlette Fernández -"esposa del coronel Rafael Tomás Fernández Domínguez: presidenta de la Fundación Coronel Rafael Tomás Fernández Domínguez Inc.; escritora extraordinaria; esposa y madre ejemplar; amiga fiel y comprometida; valiosa y solidaria mujer dominicana de atributos morales, entrega y sacrificio que hacen de ella paradigma nacional..." (RAFAEL FERNÁNDEZ DOMÍNGUEZ/ARLETTE FERNÁNDEZ... UNIÓN PARA LA HISTORIA)-, y son las que inician el prólogo de la obra de Andrés Dirocié Montás, quien, a su vez, en un gesto que lo enaltece, reconoce a su "dilecto amigo, hermano y buen compañero" -combatiente de Abril a quien Juan Bosch había definido capaz en su trabajo, de simpatía natural, serio y honrado- con la dedicatoria que sigue: "A José A. Beltré, para que recuerde los momentos difíciles que pasamos defendiendo la soberanía, la vergüenza y la dignidad en la trinchera del honor".

José Altagracia Beltré, a sus 81 años, vive solo en San Juan, Puerto Rico, con una pensión del Seguro Social de US$580.00 mensuales con la que debe cubrir obligaciones por US$258.00 por pago de apartamento del gobierno federal, subsidiado por medio de un plan que le permite abonar esa irrisoria suma (no para él); US$104.00 por la parte complementaria del Medicare, seguro médico al que tiene derecho por sus años de servicio en la fuerza laboral; US$40.00 por consumo de energía eléctrica; US$50.00 por el celular que le permite estar comunicado; y US$50.00 por concepto de limpieza, cantidad que paga a una señora para que, una vez al mes, organice su humilde morada (no se le requiere pago por consumo de agua). Le quedan, después de deducir los gastos señalados, US$87.00, cantidad que debe destinar mensualmente a comida y artículos de limpieza necesarios para el hogar. Como puede verse, dispone de menos de 2 dólares con 90 centavos para desayunar, almorzar y cenar cada día. En República Dominicana, cuenta con una pensión, por sus años de servicio en la UASD, que no llega a los 11 mil pesos mensuales (239 dólares a la tasa de cambio actual), dinero que casi nunca recibe debido al carácter solidario con el que cubre necesidades de familiares y amigos al que estamos condenados, voluntariamente o no, todos los que, por la razón que fuera, decidimos emigrar a otras playas.

Esta es la vida de del combatiente constitucionalista José Altagracia Beltré. Después de exponerse para proteger al presidente Bosch; de "caminar escurridizo por las calles de Ciudad Nueva compartiendo penurias y esperanzas con sus compañeros" y luchar sin tregua en esa contienda civil y patriótica de 1965 para devolvernos el gobierno y la Constitución que democráticamente, dos años antes, nos habíamos dado; de sufrir en sus propias entrañas el desprecio por haber sido del bando constitucionalista y estar del lado de la verdad; de la desazón moral y las necesidades que lo arroparon por "seguir las huellas" del coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó; de los vejámenes a los que fue sometido por un PACOREDO que veía como enemigo a todo perredeísta; y del exilio al que precisó recurrir porque su país, por el que había luchado como el más grande de los patriotas, lo había marginado, el 16 de diciembre, día en el que cumplía 81 años, mientras Juan de los Santos era llevado a su última morada, despedido como un Padre de la Patria, José A. Beltré, a quien al inicio catalogamos de "común y corriente" -por ser, como lo había definido el profesor Bosch, capaz, simpático, serio y honrado- y resultó un extraordinario dominicano al que debemos gratitud, reverencia y respeto, almorzó "arroz blanco vacío... porque no tenía dinero para más".

Así es la vida... Pero sólo en la República Dominicana. Mientras Juan de los Santos poseía, al momento de su asesinato, según declaración jurada presentada el 6 de noviembre de 2015 a la Oficina de Evaluación y Fiscalización del Patrimonio de los Funcionarios Públicos de la Cámara de Cuentas de la República Dominicana, en Bienes Inmuebles y Muebles, Certificados de Inversión y Capital Invertido, las sumas de US$3,282,489.00 y RD$112,802,810.00 (cerca de 264 millones de pesos cuando se ejecuta la conversión de los dólares), y recibía, anualmente, por salarios del Ayuntamiento Santo Domingo Este y Juancito Sport-SRL, por bonos de Juancito Sport-SRL, y por ingresos debido a membresías en juntas o consejos administrativos -presidencia de FEDOMU-, la suma de RD$9,767,500.00 (casi 10 millones de pesos), José Altagracia Beltré, combatiente constitucionalista y héroe nacional, dispone sólo de 87 dólares al mes para alimentarse y asear su hogar. (Como dato curioso cabe destacar que los renglones de Cuentas por Cobrar y Activos de Embargos u Oposiciones de la declaración jurada están en blanco).

¿Por qué la comparación? De José A. Beltré hemos hablado suficiente. La fortuna que acumuló Juan de los Santos, más conocido como Juancito Sport, ¿es legal? ¿Es moral? ¿Qué criterio primó para despedir sus restos con los honores de un héroe? ¿Acaso una fortuna perjudicial a la sociedad, bautizada con la vileza del poder, merece más reconocimiento que la probada defensa de la soberanía? ¿Qué mérito tuvo para ser despedido como un mártir? ¿Tan perversa puede llegar a ser la sociedad que acepta como buena y válida esta inversión de valores? La lógica indica que las cosas deben darse al revés (en un país invertido; en uno institucionalizado, de orden y respeto, deben producirse, de manera natural, en forma normal). Los combatientes constitucionalistas, que comprometieron sus vidas en defensa de la soberanía, deben ser los recipientes, en sus honras fúnebres, de los honores correspondientes a los grandes hombres. Una fortuna basada en los juegos de azar no reúne atributo de ningún tipo para ser ponderada, mucho menos para ser igualada con el compromiso y el sacrificio con la patria.

Sara Pérez toca, en un artículo titulado "Duelo Nacional por Juancito Sport: ¡JA!", la parte más importante relacionada con la fortuna de Juan de los Santos, y la aborda usando los matices necesarios que muestran lo perjudicial que ha sido para la sociedad, que ha alcanzado, en los últimos 20 años, bajo la rectoría del más perverso y corrupto de los partidos políticos que ha conocido la nación en 171 años de vida republicana, el más alto nivel de degradación moral: "Cuando me enteré de la muerte -y sobre todo, de las circunstancias en que esta ocurrió- no solo no me alegré, sino que me sentí sobrecogida y angustiada... no tanto por Juancito Sport, sino por nosotros, quienes no somos los Juancitos Sports que están gobernando en nuestro país y que padecemos un nivel de vulnerabilidad que no es el que lo afectaba a él ni a ninguno de esos compinches, ni a los cada vez más repugnantes, agresivos y podridos compañeritos del partido y socios de empresas mafiosas, que han creado mayores problemas sociales de los que ya existían, al hacer que las bancas de apuestas tengan más presencia en la vida dominicana que las escuelas, aparte de todos los embobamientos, alienación y brutalidad que se siembra desde la infancia en una población que pone sus esperanzas en los juegos de azar".

Los restos de Juan de los Santos fueron exhibidos como los de un prócer por la mafia morada que gobierna. Por vía del luto mediático, esa mafia ha sido capaz de presentar, en el mismo plano, los dos gobernantes que el PLD ha llevado al poder, aun odiándose por usar los recursos del Estado para aplastarse entre sí. Y lo han hecho con indolencia olímpica, en una actividad de proselitismo político, previamente planificada, que no es más que burla e irrespeto al sufrimiento de allegados y familiares. ¿Podrá esa canalla que gobierna, con los recursos que usurpa al pueblo, destinar alimentos a José Altagracia Beltré antes de que la inanición lo consuma? ¿Arropará su cuerpo inerte, el día que descanse en paz, con la bandera dominicana, tal y como hizo con Juancito Sport? ¿Pagará un pasaje de ida para llevar sus restos al país que amó entrañablemente? ¿Velará al combatiente constitucionalista en el Congreso Nacional, donde deben ser expuestos los cuerpos de los verdaderos defensores de la patria?

Fin...

Nemen Hazim
24 de diciembre de 2015
San Juan, Puerto Rico