II.- Nueva forma de esclavitud en República Dominicana...
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La necesidad imperiosa de retener un empleo revestido de formalidad -como debería ser el que ofrece la "industria hotelera", incluso mal remunerado-, la ignorancia, la falta de conciencia y la ausencia total de la protección que los ciudadanos requieren de sus gobernantes está propiciando una sociedad con una nueva forma de esclavitud, asentada durante años en un mundo que, finalizando la primera mitad de la segunda década del siglo XXI, se mueve hacia el fortalecimiento del estado de bienestar, palabras que los peledeístas, aunque no entienden, consideran de su exclusividad. Sólo bajo un esquema de mentiras y falsedades son capaces, los rectores de turno, de expresar que han sacado de la pobreza, sin haber creado un solo empleo de calidad, más de medio millón de dominicanos. Esta propaganda, lanzada por los medios de comunicación subordinados al dinero sucio, y que los demás han repetido sin realizar análisis alguno, es fácil de desmontar. Sólo basta conocer las clases que interactúan en una sociedad; y en la dominicana, marcada históricamente por la deformación social que le ha sido proporcionada por la influencia que la baja pequeña burguesía ha ejercido sobre ella, los empleos que se han creado son los propios del subdesarrollo: motoconchistas, taxistas con los carros más destartalados del universo, vendedores de frutas, ensaladas y víveres en triciclos, etc., además de las botellas que sobregiran el gasto público por vía de las inmorales y corruptas "nominillas". El profesor Bosch explicó, por más de veinte años, cómo funciona el escalamiento de capas dentro de la baja pequeña burguesía; es burla e insolencia que aparezca hoy Temístocles Montás haciendo el papel de Tres Patines.
Visitar las instalaciones hoteleras y recibir tan humano y exquisito trato es sumamente grato… ¡pero a qué precio! Ponerse en el lugar de un empleado que devenga una miseria (la mayoría ronda los diez mil pesos dominicanos al mes), que ve a sus hijos cada once días, que trabaja más de la mitad de cada día sin derecho a cansarse y que entrega su vida como un esclavo, debe ser un ejercicio empático a realizar por todo aquel que acuda a esas facilidades. Al hacerlo, se fomenta la práctica solidaria, se crea conciencia y la denuncia alcanza un nivel colectivo. No puede permitirse que República Dominicana sea la cuna de la nueva esclavitud; hay que acabar con ciertas comodidades que se nutren de la miseria y la ignorancia y convierten a pocos en amos y a muchos en esclavos, y no existe expresión alguna que honre con más propiedad esta realidad que aquella que sentencia que "no dejo este país mientras pida al colmado un diente de ajo y me lo lleven a la casa".
Esos ‘obreros’ que abaratan la construcción del metro de Santo Domingo –que llevan a Diandino Peña a hacer expresiones triunfalistas con el fin último de ocultar el desfalco al erario para fechorías políticas y personales-; que entregan sus vidas en minas y túneles en búsqueda de riquezas que sólo incrementan fortunas foráneas en detrimento de los recursos naturales; que son despojados de su nacionalidad, de sus hijos y de sus nietos después de haber envejecido junto a la miseria que rodea los campos de caña... son los mismos que brindan felicidad a muchas personas que hacen turismo en los hoteles que ocupan nuestras playas, pero esos obreros no son obreros, son esclavos, y por esos esclavos que fungían como obreros fue que Vladimir Ilyich Ulyanov –Lenin- hizo la Revolución de Octubre de 1917, también conocida como Revolución Bolchevique, que, desgraciadamente, por los crímenes cometidos por el genocida Joseph Stalin, tuvo trágico desarrollo.
Fin...
Nemen Hazim
San Juan, Puerto Rico
20 de septiembre de 2015