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I.- Nueva forma de esclavitud en República Dominicana...

Al leer un titular de prensa que reza “Diandino asegura que la construcción del metro de Santo Domingo es la más barata del mundo” no pudimos menos que sentir dolor porque, esa información, que podría ser cierta, no es más que el reflejo de la nueva forma de esclavitud que se ha implementado en el país con la industria de la caña, las mineras y, desde la instalación en las más hermosas playas del país, con carácter de privacidad y violando leyes sustantivas, los hoteles “todo incluido”...

Al leer un titular de prensa que reza “Diandino asegura que la construcción del metro de Santo Domingo es la más barata del mundo” no pudimos menos que sentir dolor porque, esa información, que podría ser cierta, no es más que el reflejo de la nueva forma de esclavitud que se ha implementado en el país con la industria de la caña, las mineras y, desde la instalación en las más hermosas playas del país, con carácter de privacidad y violando leyes sustantivas, los hoteles “todo incluido”.

Que el señor Diandino Peña haya ofrecido esas declaraciones, como si fueran a ser aprobadas por toda la sociedad, no es actitud que deba sorprender en un país que se ha caracterizado porque sus gobernantes, sobre todo los últimos –los del PLD-, se han planteado, dada la forma alegre y perversa con la que ejercen el poder, y el menosprecio que sienten por un conglomerado social que ha permitido y facilitado todos sus desafueros, que las informaciones que suministran a los medios de comunicación están revestidas de seriedad y credibilidad cuando, en realidad, carecen de esos atributos.

Ni una sola de las informaciones suministradas por el gobierno, en todo su contexto, ha sido cierta. La práctica peledeísta ha sido recurrente en encubrir cualquier perversidad, sin importar la magnitud, detrás de cada comunicación o rendición de cuentas. Las expresiones de Diandino Peña, director de la Oficina para el Reordenamiento del Transporte Terrestre (OPRET), podrían ser ciertas, pero el verdadero contenido de las mismas yace en la oscuridad; radica en la nueva forma de esclavitud que se ha expandido por toda la geografía nacional, patrocinada y puesta en ejecución por el gobierno y, por qué no, por las transnacionales, entre las que sobresalen las mineras y los hoteles playeros.


¿Por qué la construcción podría ser la más barata? Porque se usa la mano de obra de más bajo precio en el mundo: la del esclavo haitiano y la del dominicano que subsiste en la ignorancia y la miseria. La explotación al haitiano es inhumana; trabaja como animal de doce a dieciséis horas diarias y recibe, a cambio, un pago mínimo, impublicable, que retribuye sólo ocho horas. El racismo con el que ejecuta la gerencia media se hace evidente; algunos dominicanos, los más sumisos, reciben trato igual, aunque la mayoría cobra por todas las horas trabajadas. La esclavitud, ante esta disyuntiva, se asienta en el vecino, requerido a permanecer más allá de la jornada normal sin recibir salario por las horas extras en las que invierte sangre y sudor.

El ‘modus operandi’ que se vive en los hoteles "en los que se paga una tarifa fija y se disfruta de unas vacaciones cubiertas, sin tener que incurrir en gastos adicionales", como se conoce a los hoteles “todo incluido”, es el mismo, pero no excluye al dominicano del trato esclavista al que es sometido el haitiano. Estos hoteles, que requieren de numeroso y variado personal para satisfacer las ofertas turísticas -alojamiento, comidas y bebidas ilimitadas, deportes, uso de facilidades recreativas, actividades para niños, actividades para adultos, propinas e impuestos- proporcionan a los “nuevos esclavos” las comidas y el alojamiento (a los que deben permanecer en las instalaciones por las altas horas en las que concluye “la jornada reglamentaria de trabajo”) como si fueran premios de consolación por la moderna esclavitud a la que son sometidos.

Los propietarios de los hoteles de las playas de San Pedro de Macorís (Juan Dolio, Villas del Mar…), Puerto Plata (Cabarete, Cofresí…) y La Altagracia (Punta Cana, Bávaro…) han hecho suyos -como propietarios de esclavos- los empleados de limpieza, movimiento de equipaje, entretenimiento, áreas verdes, transporte y otros. Después de entablar conversaciones con parte del personal en cada instalación visitada, bajo la más estricta confidencialidad y un tenso ambiente casi siempre cargado por la represalia y el miedo, se puede concluir que las conquistas logradas por los obreros de todo el mundo -trato respetuoso, horario regular de trabajo, salario digno, días por maternidad y enfermedad, vacaciones, planes médicos y otras- no existen para estos nuevos esclavos cuya única finalidad es, además de proporcionar diversión y entretenimiento bajo un ambiente confortable y limpio, enriquecer a los dueños en la forma que sea actuando bajo el temor a la pérdida del empleo y sin respaldo institucional de un Ministerio de Trabajo que, en un país que no lanza al mercado laboral un solo obrero industrial, se transa por la creación de puestos de trabajo chatarras o tercermundistas.

Continuará...

Ing. Nemen Hazim Bassa
San Juan, Puerto Rico
19 de septiembre de 2015