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II.- Juan Bosch: entre dos golpes...

Tan grande es la diferencia entre el accionar del PLD y el boschismo, que se podría concluir que son corrientes antagónicas, tanto desde el punto de vista político como desde el punto de vista moral, y, desde este último, han propiciado un "golpe de estado" a Juan Bosch y al país peor que el que dirigió desde Washington, con E mayúscula, John F. Kennedy...

La acción propició dos eventos nefastos para la sociedad: un "golpe de Estado" subliminal que le arrebató el poder al Dr. José Francisco Peña Gómez y al PRD, y un "golpe de estado" moral contra Juan Bosch y su legado: el Partido de la Liberación Dominicana. Sobre el golpe al Dr. Peña Gómez hablaremos, quizás, en otra ocasión, pero este corto ensayo, concebido exclusivamente por arribar a un año más de aquel abominable y trágico hecho que disminuyó las aspiraciones de los dominicanos a vivir en una sociedad justa y educada, aspira a dilucidar la vileza, la simulación, el engaño y la mentira de los que se formaron bajo la tutela de Juan Bosch y lo han degradado bajo la deformación de un medio que no ha sabido diferenciar entre la pureza y la integridad del fundador del PLD y las descabelladas y diabólicas acciones que ejecutan sus más altos dirigentes desde que en 1996 se encumbraron en el poder.

El "golpe de estado" moral continuó, ya en el plano político, con la conversión del PLD en un partido populista, medida que abolió, bajo la dirección del Dr. Leonel Fernández, los reglamentos que sancionaban el mal accionar de los miembros del partido, y que generó toda una cadena de eventos anti boschistas que han hecho de esa organización política la más corrupta, indolente y cínica de las del llamado sistema democrático que pauta la consolidación de las clases burguesas y oligarcas del país.

Tan pronto los gobiernos peledeístas asumieron la representación y la defensa de esas clases, el partido perdió la esencia de lo que se constituía en su razón de ser, centrada en el nombre que le fue dado; dejó de ser un partido de liberación nacional, como fue concebido por el profesor Bosch, para convertirse, bajo los lineamientos de Leonel Fernández, en una organización ultraderechista cuyas acciones asombran al más incrédulo de los dominicanos.

Con medidas que se contraponen abiertamente contra los postulados de vida de Juan Bosch, el PLD ha permitido que las tropas norteamericanas circulen libremente por territorio dominicano y ha otorgado a las mismas inmunidad total ante cualquier hecho que lesione la vida o los intereses de algún dominicano, de la misma forma que ha cedido el suelo a mineras que destruyen toda forma de vida sana y natural en el ambiente en el que operan.

Aún hay fotos circulando por los medios de comunicación que son testimonio irrecusable del cambio de vida que se ha dado en la mayoría de los altos dirigentes, ya sea por saqueo al erario, tráfico de influencias, protección al narcotráfico o cualquier otra forma subrepticia de corrupción; hay fotos tan expresivas que retratan, mientras estuvieron fuera del poder, y eran ‘los discípulos’ de Juan Bosch, el hambre y la necesidad. De portadores de prendas de vestir andrajosas pasaron a ser símbolos de la “elegancia”, colmando las páginas sociales de esas letrinas que el dinero sucio ha comprado.

De vivir en sectores ‘del tercer mundo’ han pasado a ocupar las áreas que la realeza dominicana tenía como exclusivas; aquellos que nunca salieron con sus esposas a actividades sociales de cierta relevancia optaron por cambiarlas por divas de las que saturan el mercado -‘hechas a mano’, locales y extranjeras (preferiblemente de Sur y Centro América, cuyo hablar desvive la pobreza cultural e intelectual), que han hecho cursos avanzados de cómo cazar peledeístas en el poder- porque entienden que aquellas no los representaban “dignamente” y estas sí, aun el nivel cultural descanse en tetas y culos siliconados.

Administrar gobiernos entreguistas y propiciadores de corrupción e impunidad (que se burlan de la ignorancia de sus ciudadanos) sin los obligados compromisos con los desposeídos; dirigir la nación bajo la mentira, la ausencia de derechos ciudadanos y la más repugnante degradación moral; propiciar el desarrollo de una sociedad a la deriva, sin dirección o propósito fijo, y un ambiente de inseguridad que se aproxima al de la tiranía trujillista son algunas de las características propias de la conducción del Estado por el PLD y su incongruencia con las ejecutorias del profesor Juan Bosch.

Tan grande es la diferencia entre el accionar del PLD y el boschismo, que se podría concluir que son corrientes antagónicas, tanto desde el punto de vista político como desde el punto de vista moral, y, desde este último, han propiciado un "golpe de estado" a Juan Bosch y al país peor que el que dirigió desde Washington, con E mayúscula, John F. Kennedy.

Fin...

Ing. Nemen Hazim
San Juan, Puerto Rico
22 de septiembre de 2014