La vida de los desechables en República Dominicana...
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Aunque nos hemos mantenido al tanto del funcionamiento de la sociedad dominicana -por los viajes o por lo que con carácter de obligatoriedad hay que conocer-, ha sido la predictibilidad lo que nos ha eximido del contacto día a día; se pueden dejar períodos de tiempo considerables sin roce con los acontecimientos y, aun así, siempre es factible hacer una descripción lo bastante certera de cómo marcha una nación que se ha congraciado con su miseria moral.
Desde hace un par de meses hemos podido vivir la cotidianidad sociopolítica dominicana por medio de algunos programas dominicanos que pasa la compañía de cable a la que estamos suscritos, y hemos quedado anonadados ante la forma de vida que tienen que darse los más de ocho millones de desheredados, seres humanos desechables que subsisten sin ningún derecho y que viven bajo el desprecio de lo que el capitalismo define como ‘clase alta’, aun cuando la Constitución contempla, en sus artículos 7 y 8 -mismos que fueron anunciados con bombos y platillos por el conceptualizador que desgobernó durante doce años-, que "la República Dominicana es un Estado Social y Democrático de Derecho fundado en el respeto de la dignidad humana, los derechos fundamentales, el trabajo, la soberanía popular y la separación e independencia de los poderes públicos, cuya función es la protección de esos derechos y la facilitación a las personas de los medios que les permitan perfeccionarse de forma igualitaria, equitativa y progresiva, dentro de un marco de libertad individual y de justicia social, compatibles con el orden público y el bienestar general.
¿Cómo es posible que a mitad de la segunda década del siglo XXI los dominicanos no tengan siquiera asegurado el derecho a la vida, cuando los mandatarios que se ha dado el país se jactan de haber construido un “Nueva York chiquito” y de “hacer lo que nunca se ha hecho”?
Nemen Hazim
15 de septiembre de 2014
San Juan, Puerto Rico