II.- Lo que no le perdonamos a Hugo Chávez...
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Esta información, y la indignación relacionada, nos movieron a realizar este escrito para formular lo que luce ser la única salida que le queda a Nicolás Maduro, a los militares bolivarianos y al Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) para gobernar en paz y en consonancia con las metas socialistas de la Revolución Bolivariana: acabar de entender que el poder está en sus manos y que, como tal, debe usarse el aparato represivo del Estado para callar de una vez y para siempre las letrinas de la derecha, que no van a asimilar nunca que los pobres tienen derecho a gobernarse, a comer, a vivir en paz y con dignidad, a vestir...
Históricamente, la oligarquía ha gobernado y ha hecho con los gobernados lo que se le ha antojado; ha implementado dictaduras, regímenes de terror y de hambre, y el pueblo ha sabido soportar, por generaciones, vejámenes, torturas, miseria, hambre y represión... ¡Y ya basta! No le perdonamos a Hugo Chávez haber dejado intactos los representantes venezolanos del frente oligárquico... Debió, como la Revolución Cubana, encabezada por Fidel Castro, doblegarlos y reducirlos a algo más que cenizas, acción que le corresponderá hacer al gobierno bolivariano y a sus Fuerzas Armadas porque, de lo contrario, no está lejos el día de un nuevo madrugonazo.
El simulador y estafador dominicano...
La simulación y el oportunismo estuvieron siempre de la mano de Leonel Fernández en su relación con Hugo Chávez, quien fuera jefe del Estado venezolano y paradigma de la solidaridad internacional. En un artículo titulado "Hugo Chávez y el arte de gobernar", que publicó para los primeros días del 2002, el Dr. Fernández pone al desnudo sus intenciones oportunistas y su comportamiento tímido, de no compromiso, cada vez que Hugo Chávez asumía reivindicaciones regionales. Es posible que este artículo lo hayamos escrito pensando en Juan Bosch, y que "Juan Bosch y el arte de gobernar" hubiese sido el título correcto. ¿Por qué? Porque no hubo diferencias entre las ejecuciones de Chávez y las de Bosch: ambos gobernaron a favor de los pobres y, por tanto, enfrentaron peligros extraordinarios. De Bosch sabemos el resultado y, por desgracia, incidieron mucho los Leonel Fernández y poco los Hugo Chávez; de Chávez también sabemos el resultado, salvo que le correspondió a él "determinar su propio destino y el futuro de su pueblo", que desde todos los ángulos luce mucho más promisorio que el futuro del nuestro.
En una Cumbre de los Países No Alineados, celebrada en La Habana, creemos que para septiembre del 2006, el doctor Fernández, después de pasarse toda la vida alabando la globalización, la combatió "por haber sido impulsada por una revolución científico-tecnológica sin paralelo en la historia de la humanidad...", señalando que ha resultado excluyente para la mayoría de los pueblos del tercer mundo. En esta cumbre, el simulador del PLD defendió al presidente Hugo Chávez porque "ante el alza continua de los precios del petróleo, de manera generosa y voluntaria, el gobierno venezolano... diseñó un proyecto de cooperación, conocido como Petrocaribe, que ha servido de alivio a la República Dominicana y a los pueblos del área...". Señaló que "algunas voces han levantado la idea de que con el programa de Petrocaribe, el gobierno del presidente Chávez está regalando la riqueza petrolera de su país". Y a seguidas él mismo se contestó con un "no es cierto". Tan abarcadora fue su exposición que graficó el gobierno del presidente Chávez cuando demostró "...tener una visión inteligente y estratégica de preservación en el largo plazo de los intereses de su propio país, al tiempo que practica la solidaridad y la cooperación en el corto plazo para ayudar a pueblos hermanos y amigos, que de otra manera sucumbirían en el abismo". ¡Qué hermoso discurso! ¡Cuánta solidaridad! ¡CUÁNTA HIPOCRESÍA!
El escenario que usó el Dr. Fernández para este discurso es el mismo escenario que usan los bravucones de barrio, guapos en su terreno, pero al llegar al campo de la confrontación no son capaces de abrir la boca para nada; y fue exactamente lo que hizo nuestro cobarde presidente al llegar, pocos días después, a la Organización de las Naciones Unidas, donde su discurso ni se vio ni se sintió. Tan fuera de contexto habló que nadie percibió lo que dijo, salvo una prensa mediocre enclaustrada en la República Dominicana, financiada con los dineros del erario por el más corrupto de los presidentes que ha tenido esta nación.
El terreno de los Países No Alineados era el terreno de la no confrontación, era el terreno del barrio; allí todos estaban "alineados" con los mismos problemas, con los mismos achaques, hermanos en miseria y en retórica, salvo las epopeyas que desarrollan los cubanos en el verdadero campo de la solidaridad internacional y la cooperación de Venezuela en el campo económico. En este escenario nadie, absolutamente nadie, había señalado al presidente Chávez por regalar su petróleo y, sin embargo, en este escenario, Leonel Fernández se comportó como el más bravo de los toros.
Los que mantenían la campaña de que el presidente Chávez se desprendía gratuitamente de sus riquezas naturales estaban en el escenario de la confrontación, estaban en la Organización de las Naciones Unidas y, en este, nuestro simulador impenitente pasó desapercibido como "toda una monjita de la caridad"; no dijo nada a favor de Chávez, no defendió la solidaridad y la cooperación del gobierno venezolano; ni siquiera reciprocó con la expresión más tímida los beneficios que recibe nuestro país del programa de Petrocaribe. ¡Así actúa este simulador, indolente y cínico!
Sus amos lo delatan...
Un cable de la Embajada de Estados Unidos en Santo Domingo, fechado el 29 de junio de 2005, y numerado 3408, señala que en una reunión con funcionarios de la legación diplomática, el presidente Fernández dijo que el presidente Hugo Chávez “era intelectualmente débil”, y que incluso tenía problemas para poder elaborar “argumentos coherentes”. El gobernante dominicano, según el cable, comentó que Chávez tenía la tendencia a hablar durante horas en las cumbres regionales, pero frente a sus homólogos era renuente a hablar, y cuando lo hacía se quedaba en generalidades. El presidente dominicano Leonel Fernández, a pesar de que en público aparecía como amigo de su homólogo venezolano, Hugo Chávez, en secreto tenía opiniones muy negativas sobre el líder de la Revolución Bolivariana.
Asimismo, el cable sostiene que el presidente Leonel Fernández “sentía que el proyecto de revolución ‘Bolivariana’ de Chávez no tenía sentido y que estaba fuera de sintonía con los programas de los líderes políticos serios de la región”. También expone que el gobernante dominicano comentó que líderes como Chávez seguían viviendo en el pasado, creyendo que las ideas de la década de los 70 seguían siendo válidas en la economía actual. Fernández señaló que nunca vio una definición de la ‘Revolución Bolivariana’ de Chávez y lo criticó porque no era capaz de articular los conceptos que definen la esencia de la ‘Revolución Bolivariana’.
Caso Leonel Fernández: lo que no le perdonamos a Chávez...
¿Qué no le perdonamos a Chávez sobre este simulador, charlatán, cobarde, cínico e indolente? Que cada quien lo exprese con sus propias palabras. Sería un buen ejercicio de indignación ante tanta desvergüenza...
Fin...
Ing. Nemen Hazim
San Juan, Puerto Rico
4 de agosto de 2013