Completo.- A Juan Bosch hay que desgarrapatizarlo...
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Leonel Fernández, Danilo Medina, Reinaldo Pared, Felucho Jiménez, y demás "líderes" del PLD, se encargaron de destruir el partido y de degradar la sociedad dominicana...
La historia no puede llevar dos hombres tan opuestos, tan diferentes... tan encontrados, al mismo lugar. O Juan Bosch es un charlatán y un sinvergüenza, o lo es Leonel Fernández. Quien escribe, como dueño absoluto de estas palabras, tiene su opinión: el charlatán, sinvergüenza, corrupto, indolente y cínico lo es Leonel Fernández; no se puede seguir permitiendo a los corruptos del PLD el uso de la figura de Juan Bosch, "el moralista problemático", como lo definiera Andrés L. Mateo. No se puede ser ladrón y boschista al mismo tiempo; tampoco boschista y sinvergüenza; menos indolente y boschista... y mucho menos boschista y descarado.A Juan Bosch hay que desgarrapatizarlo. Leonel Fernández y sus corruptos se encargaron de enterrar, no sólo la figura de Juan Bosch; además enterraron sus ideas...
Por un lado, Juan Bosch y sus principios, postulados, comportamientos, actitudes y posiciones, y, por el otro, la falsedad, la actuación, la corrupción y la inmoralidad. Saque el lector sus conclusiones.
Leonel Fernández y sus acólitos le dijeron malagradecido al pueblo dominicano por no reconocer su “majestuosa” obra del “Nueva York chiquito”: el de las drogas, el de los asesinatos, el de los capos y bandas, el de las villas miserias, el de las más de 20 provincias que se mueren de hambre… No podía esperarse otra reacción de megalómanos, resentidos sociales y engreídos a quienes la calidad humana les pasó por el lado sin saberlo, no así los autos de lujos, aviones, fortunas y demás propiedades bien hurtadas y mal habidas.
“Los hombres y las mujeres que tienen calidad humana le sirven al pueblo sin esperar de él ni siquiera gratitud, porque no debe pedírsele a la madre que le agradezca al hijo lo que este haga por ella” (Juan Bosch)
Ni Balaguer fue capaz de generar tanto odio entre los dominicanos; siendo un asesino y un indolente, hizo vida pública y gobernó con austeridad, pero una austeridad que partía de su propia forma de vida… como debe ser. Leonel Fernández y sus perversos colaboradores exprimieron la nación con las actividades corruptas en las que incurrieron, robando al erario, en 12 años, 800 mil millones de pesos, equivalentes a unos 20 mil millones de dólares o a unos 15 mil millones de euros. Los desamparados siguen sin ese régimen que alude Juan Bosch; los parados continúan buscando trabajo sin hallarlo, salvo que se sometan a los nuevos parámetros de esclavitud establecidos en la República Dominicana: empleos de más de 100 horas a la semana con paga de menos de 7 mil pesos al mes (170 dólares o 130 euros).
"Pongamos todos juntos el alma en la tarea de acabar con el odio entre los dominicanos como se acaba con la mala yerba en el campo que va a ser sembrado; pongamos todos juntos el alma en la tarea de edificar un régimen que dé amparo a los que nunca lo tuvieron, que dé trabajo a los que buscan sin hallarlo, que dé tierras a los campesinos que la necesitan, que dé seguridad a los que aquí nacen y a todos los que erran por el mundo en pos de abrigo contra la miseria y la persecución" (Juan Bosch)
Basta con observar los trabajadores de esos hoteles “todo incluido”, que han hecho multimillonarios a inversionistas locales y extranjeros (y todo incluido es todo; algunos tienen que brindar sexo a turistas degenerados, que se constituyen en la mayoría de quienes nos visitan); los “Car Wash”, antros de perdición que sustraen de los campos las más bellas mujeres dominicanas y las convierten en prostitutas de nueva cuña; las trabajadoras domésticas, maltratadas y “devaluadas”, tratadas como platos desechables por una gran cantidad de los nuevos ricos provenientes de la baja pequeña burguesía; guardias de seguridad, que empeñan sus vidas por miserables salarios, en horarios en los que en ocasiones ni duermen; y los obreros de la construcción, "haitianos haitianos" y "haitianos dominicanos", seres humanos iguales o mejores que nosotros, tratados como animales por ingenieros y supervisores que sólo buscan moler sus vidas a cambio de maximizar ganancias.
El "Nueva York Chiquito" del cínico Leonel Fernández...
Todos “los que erran por el mundo en pos de abrigo contra la miseria…” siguen, gracias al arquitecto del “Nueva York chiquito”, “errando” como Johnny Walker, lógicamente sin el placer que esta exquisita bebida brinda a quienes tienen “el gusto” de consumirla. En sus doce años (¡qué casualidad, doce años, igual que el “otro”!), “los que erran por el mundo” sumaron medio millón, llevando a tan sacrificados y sufridos dominicanos a una cifra que supera en la actualidad los 2 millones. Esos que “erran por el mundo” se han convertido en el principal producto de exportación: generan divisas por encima de los 5 mil millones al año… ¡y contando!
¡Cuántos de nosotros llegamos a pensar eso mismo! Pero Leonel Fernández y sus corruptos se encargaron de enterrar, no sólo la figura de Juan Bosch; además, sus ideas… y sin ellas jamás verá nuestra generación, ni la que nos sigue, la liberación del pueblo dominicano. Es ardua tarea que corresponde a la juventud la de rescatar sus enseñanzas y dejar de lado las mezquindades, mediocridades y apetencias personales, e ir creando un liderazgo comprometido, inmaculado, que plantee la principalía de la patria y los valores morales y éticos por encima de todo lo demás.
“Si no puedo ver por mí mismo la liberación de este pueblo, la veré a través de mis ideas” (Juan Bosch)
¡Qué difícil encomienda! Si para el proceso reeleccionista del 2008 sus mejores discípulos, ¡que de discípulos no tienen un carajo!, lo calumniaron y lo empequeñecieron, ¿qué puede esperarse de los detractores, gratuitos e ignorantes, que históricamente se han encargado de manchar su nombre? Plantear que Juan Bosch combatió la reelección por coyunturas, y no por principios, constituye una inmoralidad, una mediocridad y una falta de respeto a su persona y a lo que fue su lucha contra el continuismo. Juan Bosch no fue hombre de coyunturas; siempre fue fiel a sus principios. Si hubiese sido un hombre de coyunturas, como quisieron presentarlo algunos de sus “discípulos”, hubiese sido presidente de la República Dominicana en innumerables ocasiones.
"Nuestra aspiración es que un día, cuando los niños que están empezando hoy a hablar sean hombres viejos y de nosotros no quede sino una cruz sobre una tumba, esos viejos les digan a sus hijos que el compañero Juan vivió y murió pensando cada hora de cada día en servir a su pueblo" (Juan Bosch)
Tras su elección como presidente el 20 de diciembre del 1962, Juan Bosch impulsó una reforma constitucional, la más democrática y avanzada que ha tenido el país (mucho más que la del Cantinflas dominicano), en la que se consignó la prohibición de la reelección presidencial, convirtiéndose en un precepto invariable en toda su trayectoria política. Los serviles que seguían (y siguen) ciegamente a Leonel Fernández, en su afán reeleccionista, asumieron posiciones vacías, sin fundamentos… simplistas, a tal punto que arrastraron su amor propio, poniendo bajo cuestionamiento su intelecto. Sólo generaron respuestas torpes, sin base científica, tales como: “no es bueno cambiar el caballo cuando se cruza el río” (de Balaguer), “hay que votar por el que puede ganar”, “yo no invento”, etc. Muy al contrario a las aspiraciones del profesor Bosch, Leonel Fernández y sus viles colaboradores aspirarán a ser recordados como aquellos que no desperdiciaron un segundo en la vida de cada quien para servirse del pueblo dominicano.
Por suerte, en el mundo, y muy desperdigados, existimos unos cuantos que nunca, y bajo ninguna circunstancia, dejaremos de respetar la memoria de Juan Bosch. Aún más; existimos algunos que, mientras la vida nos acompañe, no cesaremos en enaltecer su nombre, símbolo de compromiso y honestidad al servicio de un pueblo; símbolo de patriotismo y entrega; símbolo de entereza y responsabilidad… símbolo de grandeza. Leonel Fernández y sus secuaces están trillando el camino de la envidia y la mezquindad, “virtudes” con las que pretenden enterrar a Juan Bosch y borrar prédica y ejecución, tal y como han hecho con lo que él consideró su obra más importante: el Partido de la Liberación Dominicana, misma que han convertido en una pocilga, y no llena de cerdos, sino de ladrones, corruptos e indolentes a quienes les importa un carajo burlarse del pueblo dominicano en su propia cara.
“Nadie se muere de verdad si queda en el mundo quien respete su memoria” (Juan Bosch)
Entre esas se encuentra Leonel Fernández, empedernido narcisista que ha llegado al punto de pagar por alabanzas y loas; de robar al erario para comprometer honras con empresas e instituciones locales e internacionales; orador extraordinario que ha usado tal virtud, y en afán desmedido por confundir al pueblo, para competir con Mario Moreno, Cantinflas, en la cantidad y calidad de los disparates que expresa ante un público que considera al doctor Balaguer uno de los grandes intelectuales dominicanos, pero que nunca ha leído una sola de sus obras.
“Hay personas que creen que los hechos históricos son producidos por los grandes hombres, y resulta que es al revés; son los hechos históricos los que producen a los grandes hombres” (Juan Bosch)
¿Qué hecho histórico se ha dado para llevar al genio de la fantasía a la categoría de Grande Hombre? Ninguno… ¡Absolutamente ninguno!; este farsante y simulador es el producto del odio del pueblo dominicano a los haitianos, odio que volcó sobre la figura del doctor José Francisco Peña Gómez, el más grande orador y líder de masas en la historia de la República Dominicana, y del apoyo que el saliente representante de la oligarquía, Joaquín Balaguer, dio a quien pasaría a encarnar ese papel.
Los hechos históricos que proporcionan la categoría de Grande Farsante a Leonel Fernández son: el destino dado al préstamo de la Sun Land; los miles de millones de dólares, euros y pesos que permitió a sus testaferros engrosar en sus arcas, provenientes del erario; el contrato al que -junto con Miguel Vargas Maldonado- obligó a los congresistas a que lo aprobaran -con el látigo de “¡voten, honorables!”- para permitirle a la Barrick Gold saquear el país y a la vez contaminarlo; los más grandes y comprometedores escándalos de droga; la simulación y el engaño con los que se comportó ante la inmensa figura de Hugo Chávez; la cobardía mostrada ante los depredadores militares por temor a ser derrocado; la confección del entramado de FUNGLODE, su construcción y la consecuente alimentación de fondos, robados al pueblo dominicano; etc., etc., etc.
Parece que Leonel Fernández sí; ¡pero fracasará! Este pueblo comenzó a dudar, a protestar, a reclamar, a recuperar el valor y el compromiso que una vez le hizo el más valiente y bravo de América. Este pueblo tendrá, en poco tiempo, que someter a juicio popular, y no simulado, a este cínico, corrupto e indolente, que sí se ha creído estar por encima de él. Este pueblo tendrá que sojuzgar a quien tanto daño le ha hecho. Nunca antes en la historia republicana un gobernante había sido tan inmoral y corrupto como Leonel Fernández; nunca antes un gobernante se había arrogado el derecho de mofa que este originario bajo pequeño burgués se ha dado.
“Ningún hombre es superior a su pueblo” (Juan Bosch)
Se ha burlado de los dominicanos en tantas formas y maneras que ni Trujillo ni Balaguer despertaron tantas pasiones adversas. El aparato judicial lo dejó preparado; los congresistas responden a sus lineamientos; algunos militares, que inexplicablemente el actual mandatario ha mantenido (bueno, como casi todo), son de su entera confianza; pero cuando un pueblo agota la paciencia y se sacude de los robos y abusos de poder, y también de las burlas, el nivel de violencia puede llegar a alcanzar niveles insospechados.
Esa verdad es la que debe arropar, no sólo a los buenos, sino a todos los dominicanos, para que se sacudan del letargo en que se han sumergido con las fechorías que Leonel Fernández y su pandilla han ejecutado en el ejercicio del poder durante sus “doce años” (y algo más, pues casi todos siguen disfrutando del pastel como si nada hubiese pasado). La verdad debe ser enarbolada como estandarte en todas las manifestaciones, para romper con el esquema de corrupción que dejó sembrado, en un comportamiento sin precedentes, que aturdió la sociedad, pero que ha sido motor para las crecientes y más frecuentes protestas y manifestaciones.
“No hay arma más potente que la verdad en manos de los buenos” (Juan Bosch)
Cada caso de corrupción es mayor que el anterior; y los descubrimientos se suceden, gracias a periodistas comprometidos, con una velocidad asombrosa… La verdad en manos de los buenos, de los "semibuenos", de los "casibuenos" y de los que aspiran a buenos debe actuar para culminar con este antro de corrupción, enmarcado en un teatro de mentiras y falsedades en el que el actor principal lo es Leonel Fernández.
Leonel Fernández es el autor de una constitución; la del 2010, creemos -la última-, y no hay documento que valga menos para este hipócrita que ese amasijo de leyes sustantivas que no sirve para nada cuando de aplicarse a los que gobiernan se trata (seres supremos dotados de todas las virtudes para hacer lo mal hecho sin que sean sancionados). Sí hay que educar al hombre, como dice Juan Bosch, pero estos depredadores profesionales, formados a su lado, asimilaron las enseñanzas para subyugar a los compatriotas de abajo. De muertos de hambre a millonarios, ¡y siguen tan campantes!… La ley no existe para ellos.
“Hay que educar al hombre para que respete las leyes. Sin leyes no hay sociedad humana, y las leyes sólo tienen valor si cada persona las acepta, las respeta y las hace respetar” (Juan Bosch)
Sí hay que educar al hombre, cualquiera que sea, pero para que haga respetar las leyes, sin importar si los que la violan están en el ejercicio del poder; sin importar apellidos ni nombres; sin importar parcelas políticas… Hay que educar al hombre para que, cuando se vea vejado, robado, maltratado, abusado… burlado, actúe con todas sus fuerzas en contra de quienes ejercen la justicia en forma selectiva. Hay que educar al hombre para que proteste, para que luche, para que entienda que ningún mediocre, por estar en el poder, es su dueño y señor… Hay que educar al hombre para que se rebele, para que luche, con las armas si es necesario, para lograr establecer un justo sistema judicial que mida con la misma vara a cada miembro de la sociedad…
Hermosa sentencia de Juan Bosch, practicada durante toda su vida, hasta la saciedad, con ejemplos; pero desvirtuada por el más inmoral y corrupto de los presidentes dominicanos, Leonel Fernández, quien la ha postulado de la siguiente manera: “A la patria no se le sirve, se le usa”.
“A la patria no se le usa, se le sirve” (Juan Bosch)
¡Hasta la próxima, si Dios quiere, dominicanos! (Plagio a la despedida de Juan Bosch).
Ing. Nemen Hazim
San Juan, Puerto Rico
5 de mayo de 2013