¡Somos los mejores!
|
La cuestión no es la rivalidad; es la construcción de una sociedad chauvinista.
¿Qué se persigue con un titular así? Continuar traumatizando la sociedad puertorriqueña. Decirle a los niños "¡SOMOS LOS MEJORES!", habiendo quedado en la segunda posición (con tres derrotas ante el equipo dominicano, ¡que es el EQUIPO CAMPEÓN!), es una vulgar mentira, producto de mentes deformadas que no han aprendido a fomentar la competencia, a la que se acude a perder y ganar. Los equipos a los que se enfrenta Puerto Rico no son mancos; incluso, en el evento mundial que acaba de finalizar, era un equipo inferior comparado con República Dominicana, Venezuela y Estados Unidos.
Ganamos. Ganó República Dominicana. Ganó quien tenía que ganar. ¿Por qué? Porque el béisbol para los dominicanos es comida, es salchichón y plátano. El béisbol es el corazón de la patria. Se juega todos los días, en todos los lugares; concentra masas y llena los parques, no cada cuatro años como en Puerto Rico. ¡Los llena todos los días!, en todos los torneos de todas las edades y todos los calibres, ¡con unos niveles de pobreza que nadie mejor que los puertorriqueños conoce!
El cuerpo de lanzadores del equipo de Puerto Rico realizó tan brillante actuación que le brindó posibilidades de ganar la copa sin reunir un equipo del nivel de los favoritos. Puerto Rico no puede seguir viviendo esta mentira cada cuatro años, aupada por un chauvinismo que se le ha inculcado al pueblo, al que le han dicho que lo hace mejor; y eso no es verdad; en todo caso lo haría igual. La humildad ha desaparecido de este pueblo porque unos pocos oligarcas y burgueses viven mintiéndole todos los días, sobre todo aquellos que controlan los medios de comunicación, y los mediocres que sólo saben fomentar un narcisismo netamente perjudicial a la sociedad.
No se puede seguir engañando la conciencia de un pueblo bueno y solidario. Hay que llevar al puertorriqueño de nuevo a los estadios; todos los días, no cada cuatro años en busca de un triunfo que, por el enorme corazón que el boricua exhibe cada vez que se compromete en eventos internacionales -sea béisbol, baloncesto o cualquier otro deporte-, siempre estará latente. Lo más importante es abrir las mentes de los forjadores de conciencia para que se enseñe a competir; cuando se haga realidad, la humildad retornará. Mientras existan gallaretas, subordinadas y del país, patrocinando mentiras e ilusiones baratas, no habrá solución.
Se acabó el Clásico Mundial de Béisbol. Apenas en diciembre del 2012, y en enero del presente, los estadios estaban desiertos, como han estado durante años y como estarán hasta la Serie del Caribe del 2015 o hasta el próximo clásico en el 2017, eventos ambos que de nuevo moverán a cuatro millones de habitantes en una búsqueda forzada del trofeo porque, de no ser así, la prensa ligera y deformadora se encargará de seguir vendiendo portadas como las que estamos analizando, y seguirá castrando, con frustración y desconsuelo, aptitudes y voluntades.
«Los Juegos Olímpicos tienen su propio lema: ‘Citius, altius, fortius’ (más rápido, más alto, más fuerte), pronunciado por el barón Pierre de Coubertin en las primeras Olimpiadas modernas -celebradas en Atenas en el año 1896- e ideado para el evento por el fraile dominico francés Henri Dideon. El ‘Citius, altius, fortius’ de Dideon simboliza a la perfección el espíritu de superación que siempre ha caracterizado al mundo del deporte y aún hoy permanece vigente, al igual que el juramento, escrito por Coubertin, y el credo olímpico, que dice así: “Lo más importante de los Juegos no es ganar sino competir, así como lo más importante en la vida no es el triunfo sino la lucha. Lo esencial no es haber vencido, sino haber luchado bien”».
Los jugadores boricuas -que lucharon hasta el último "out"-, tan pronto terminó el encuentro, se fundieron en un solo abrazo con los de la República Dominicana, en una hermosa acción que debe servir a las letrinas parlantes y de escritura. Perdieron, batallaron con gallardía, con encono, pero cuando la competencia terminó, se abrazaron con quienes los doblegaron en un hermoso gesto de humildad que los elevó al nivel de los grandes. Mientras esto sucedía, un vacuo periódico se encargaba de llevar a este pueblo a un malicioso y dañino engaño.
Nemen Hazim
San Juan, Puerto Rico
21 de marzo de 2013