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II.- ¿Por qué 40 años después?

Hamlet Hermann, expresa: “En realidad, quien primero había llevado un mensaje a Bosch sobre Caamaño fue el propio excoronel Fernández y lo hizo el mismo día de la invasión, el 2 de febrero, entre 8 y 9 de la noche, al visitar la casa del expresidente en compañía del doctor Peña Gómez”...

¿Por qué es el más importante? Porque las declaraciones que Miguel Franjul adjudica al excoronel parten de un hecho no consumado; el excoronel asumió como ejecutado el mensaje que Federico Lalane José debía dar al profesor Juan Bosch. Por eso el señor Franjul, en su obra «Bosch, noventa días de clandestinidad», fuente de estas palabras reivindicativas junto a «El Fiero», de Hamlet Hermann, expresa: “En realidad, quien primero había llevado un mensaje a Bosch sobre Caamaño fue el propio excoronel Fernández y lo hizo el mismo día de la invasión, el 2 de febrero, entre 8 y 9 de la noche, al visitar la casa del expresidente en compañía del doctor Peña Gómez”.

“El coronel Caamaño le manda a decir que apoya con toda su alma la línea política que sigue el Partido Revolucionario Dominicano y que usted y el PRD pueden contar con todo su respaldo”, fueron las palabras que salieron de la boca del excoronel Ludovino Fernández, que en ningún momento le informa a Juan Bosch de la llegada al país, con una guerrilla de ocho hombres, del coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó, como tampoco lo haría el doctor José Francisco Peña Gómez, sobre quien sí existen comprometedores indicios del conocimiento que tenía acerca de la llegada del ‘Coronel de Abril’ a la República Dominicana, información que usaría dos días después para faltarle el respeto al profesor Juan Bosch en un plan bien estructurado que perseguía el desplazamiento de su liderazgo en el PRD.

Ante ese escenario, nada raras suenan las palabras expresadas días antes por José Francisco Peña Gómez en un mitin en Puerto Plata:
“Las ametralladoras sonarán de nuevo en las calles de Santo Domingo, igual que en 1965… la lucha histórica que nos espera no se limitará a los comunicados y a las simples palabras condenatorias de la ilegalidad en que estamos sumidos; la lucha comprenderá también la acción del pueblo encaminada a ponerle fin al imperio de la ilegalidad”. No en balde, Miguel Franjul expresa, aludiendo las expresiones de Peña Gómez, que los controversiales pronunciamientos “debían pesar como piedras”
Decíamos, el 11 de noviembre de 2011, en un trabajo titulado «Un comentario a una polémica sobre Juan Bosch», publicado en este mismo medio, que el doctor Peña Gómez estuvo en la casa de Juan Bosch el día 5 y no le había informado acerca de la presencia de Caamaño en el país, cosa que haría dos o tres horas después cuando Bosch inicia la reunión de la Comisión Permanente, en la casa de Jacobo Majluta, cuestionando la veracidad de la guerrilla, ya que el mismo Caamaño, por voz de Ludovino Fernández, y en presencia del ‘astro con luz propia’, le había comunicado la adhesión a la línea política del PRD (llevar el gobierno a la legalidad), que nada tenía que ver con expedición armada alguna para acabar con el régimen despótico y criminal del Dr. Joaquín Balaguer.

El renombrado periodista, que se cree con la potestad para mentir e insultar cuantas veces se le antoja, estuvo en la casa de Juan Bosch el 3 de febrero del 1973 -un día después de que Ludovino Fernández le informara al presidente del PRD que “el coronel Caamaño le manda a decir que apoya con toda su alma la línea política que sigue el Partido Revolucionario Dominicano”- cuando Federico Lalane José fue llevado por Manuel Ramón García Germán (para la época, Director del Departamento de Finanzas del Comité Ejecutivo Nacional del PRD) con la finalidad de que le comunicara los pormenores acerca de la presencia de Caamaño. Incluso, antes de que ambos entraran en la habitación en la que se encontraba el profesor Bosch, sostuvieron una conversación con el periodista Gautreaux y Emmanuel Espinal.

“Tengo que comunicarle… (que, nh) el coronel Caamaño ha llegado al país en compañía de mi hermano Heberto…” (y otros siete guerrilleros, entre los que se encuentra Toribio Peña Jáquez, quien perdido y atormentado por la soledad y el miedo, se trasladó a la capital donde estaría “más seguro que en aquel lugar o en las montañas en busca de sus compañeros de lucha”, nh). [Comillas dentro del paréntesis corresponden a Hamlet Hermann]. Toribio Peña Jáquez “está en una casa de la calle Pina y me ha pedido, a través de unos contactos, que se lo informe…”, serían las palabras con las que Federico Lalane José abordaría al profesor Juan Bosch.

Ante semejante información, diametralmente opuesta a la que le había ofrecido el día anterior Ludovino Fernández, Juan Bosch no pudo ocultar su asombro: “¿Toribio Peña Jáquez?, ¿quién es ese hombre?… ¿Cómo voy a poner lo que me manda a decir un desconocido en pie de igualdad con lo que había dicho a nombre del coronel Caamaño el doctor Emilio Ludovino Fernández, a quien conocíamos, con quien habíamos mantenido relaciones mientras nos hallábamos en Europa?… ¿Cómo puede una persona cuerda aceptar como buenos y válidos dos mensajes tan opuestos? ¿Era posible que casi al mismo tiempo que nos enviaba desde Cuba la seguridad de su apoyo político el coronel Caamaño estuviera en territorio dominicano?”.

Continuará...

Ing. Nemen Hazim Bassa
San Juan, Puerto Rico
2 de marzo de 2013