De compromisos y ciertas malas palabras...
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Ser oveja negra, en un entorno azulado -¡por lo del color de la sangre!- que defeca orquídeas (la más exótica de las flores) y orina “No. 1 Imperial Majesty” (el más caro de los perfumes del mundo), es un hermoso conflicto que enorgullece y distingue, a la vez que preocupa y mueve a reflexión.
Lo primero no amerita explicación alguna, pero lo segundo sí que llama a reflexión. Antes de hacerlo, es necesario compartir unas expresiones que salieron de la boca de cierto personaje (para la época un vasallo de carne y hueso; hoy, aristócrata empedernido de la Edad Media, con hijos en la calle y fortuna de origen dudoso, mezquino y despreciable), que un día cualquiera de aquellos años ochenta [que marcan claramente el aumento de las tensiones entre Estados Unidos y la Unión Soviética durante el período conocido como “La Guerra Fría”; sientan las bases del consumismo y neoliberalismo; incrementan las desapariciones en América Latina; desnudan la incapacidad del hombre ante las catástrofes que rodean las centrales termonucleares; dan inicio a la proliferación del SIDA, enfermedad de la que algún día tendrá que conocerse origen (“¿Made in USA?”); marcan la popularidad de los enfermizos y condicionantes videojuegos, diseñados para moldear la mentalidad de los seres humanos y usados por los norteamericanos como fábricas de soldados robotizados; dan vida a una de las más extraordinarias épocas de la música popular (y que conste, para aquellos que no ven más allá de sus narices, que no hablamos de bachatas ni otras drogas culturales)...] comunicaba a su pareja (en una relación de tres, por aquello de compartirla “antes que vaciar 'sus vidas'”) que «tuviese mucho cuidado con el comunista que estaba saliendo», en alusión a la persona que, como él, había tenido la suerte de disfrutar de los encantos de tan bella y exquisita mujer.
La anterior anécdota es una entre familiares de las mismas capas medias de la pequeña burguesía (en aquel momento; en la actualidad, la vida debe ser tristemente dura para un portentoso acaudalado -oligarca-, y felizmente placentera para un exitoso profesional -pequeñoburgués de capa alta). Este ilustrativo ejemplo debería servir para marcar con carácter definitivo el inicio de las “ovejas blancas” y, a la vez, cómo -dependiendo del lugar que se ocupe, en un momento dado, en las relaciones de producción- "ciertas personas" cambian de actitud frente a los mismos eventos.
¿Por qué debe alguien que vive fuera de la República Dominicana -país abandonado, no por razones étnicas, religiosas ni económicas- ser más solidario, abierto y decidido que los que sufren las consecuencias de los desgobiernos a los que son sometidos?
¿Por qué deben escucharse desde fuera las más potentes expresiones de lucha permanente contra los desmanes que Leonel Fernández, el PLD, Balaguer, los “reformistas” (¡que nada reforman!) y el PRD (con su colegiada mediocridad) han cometido ante la sumisión, la desidia y la poca voluntad de los que creen que, por contar con ciertos recursos, están exentos de las barbaridades y abusos que torturan las memorias de quienes ofrendaron sus vidas por una patria “para todos”?
Hacemos los reconocimientos de rigor a las valientes y heroicas voces de Marino Zapete, Alicia Ortega, Nuria Piera, Andrés L. Mateo, Hamlet Hermann y dos o tres más dentro de los que emerge -como un gigante de la bravura, la dignidad y el decoro- Guillermo Moreno, aquel Procurador Fiscal cuya verticalidad “provocó” su destitución, y sobre quienes ciertos dirigentes del PLD expresaron, en nuestros oídos –como para no alertar a otros invitados-, en una actividad celebrada en el Palacio Nacional en los días finales del 1997, que sus intenciones eran las de “opacar la figura de Leonel Fernández”.
Mientras el silencio, la abulia y la apatía observan con pasividad asombrosa lo que sucede en el país, desperdiciando recursos valiosos en la trivialidad, la religiosidad enfermiza y la sumisión, los que están activos en la lucha por la justicia, la educación y la prosperidad del pueblo dominicano son juzgados “aristocráticamente” por ciertas palabras que han pasado a ocupar espacios preponderantes en la escritura responsable y combativa, que ni eran exclusivas de Freddy Beras Goico (ante sus buenos y dulces seguidores, muy religiosos todos, que nada objetaban) ni las son de Álvaro Arvelo hijo (ante su “chusma” -comillas que deben ser interpretadas en su justa dimensión-, despreciada por los seguidores “buenos y dulces” de quien fue el más grande productor de televisión y uno de los mejores comediantes que ha tenido República Dominicana).
«¡Ah! ¡Y mucho cuidado con usar palabras malsonantes y descompuestas -o con ponerle una bomba al Congreso- que parezcan de alguien irritad@ y sin mesura, que no pueda conceptualizar serenamente! Cuando se te cagan encima, es muy importante -en realidad, trascendente- que te comportes como si no te estuvieras dando cuenta» (Sara Pérez, extraordinaria dominicana que mora en los más fríos y oscuros lugares de los Estados Unidos, que acompaña siempre las mejores causas de sus compatriotas en el país -no los de Reading, ciudad que, al fin y al cabo, viene a ser desconocida por más de diez millones de dominicanos, cuyas profundas tinieblas exigen, “para la iluminación interior”, de ciertos vinos despojados de acidez, pero con “cuerpo y alma” apreciables y definidos-; quien no encabeza, por vivir en esos lugares de días cortos y noches serenas y largas, el pequeño grupo de bravas voces; mujer comprometida que siempre motiva en “Facebook”, una red social de dimensiones insospechadas que debería aprovecharse para, además de dejar en las manos de Dios todos los problemas, fortalecer los caminos de la lucha contra las burlas y los saqueos perpetrados por los corruptos del “Nuevo Camino” del Cantinflas conceptualizador).
Ing. Nemen Hazim
San Juan, Puerto Rico
8 de noviembre del 2012