III.- Una explicación necesaria al supuesto sabotaje en la CDE...
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La oportunidad de brindarle al país una pujante y eficiente compañía eléctrica, y una nación sin apagones, escapó irresponsable e inexplicablemente. La mediocridad que nos identifica pudo más que la voluntad para hacer lo correcto (es justo reconocerle, a todos esos grandes profesionales, la entrega y dedicación con que ejercieron sus funciones).
Sin el debido apoyo, y de manera personal, procedimos a recopilar información para visitar al Dr. Balaguer en el Palacio Nacional, donde fuimos recibidos por el Ing. Guillermo Caram, a la sazón Secretario Técnico de la Presidencia, un extraordinario dominicano, de gran capacidad profesional y exquisita formación humana. El Ing. Caram escuchó y leyó algunos de los documentos, pero no eligió el despacho correcto al que debía informar. Fuimos al de Rafael Bello Andino, secretario Administrativo de la Presidencia: a “la boca del lobo”. La intención siempre fue la de visitar el despacho del presidente Balaguer, pero, cuando bajábamos las escalinatas del palacio en dirección al estacionamiento, nos dimos cuenta del error que habíamos cometido: el Sr. Bello Andino era quien realmente dirigía -tras bastidores- la compañía eléctrica.
A partir de ese momento, el enfrentamiento con la administración de la empresa estatal no se hizo esperar; por radio, en una parada programada para la turbina de Barahona, hubo que enfrentar su vano intento por desconocer lo planificado. Con el autoritarismo típico del funcionario dominicano -y el servilismo de quienes le secundaban-, se intentó arrancar la unidad sin que hubiesen concluido los trabajos de mantenimiento. La acción no fue autorizada por el autor de este escrito, a la sazón Gerente de Turbinas de Gas y Motores Diesel, por lo que la unidad siguió bajo el esquema establecido, no sin antes dejar secuela: su mediocridad lo llevó a destituir, de forma sorpresiva e inexplicable, al Director de Producción, marcando definitivamente el inicio de nuestra retirada de la CDE y del país. Al final, terminamos todos renunciando de la empresa -las 20 personas que verdaderamente la conocíamos-, y lo hicimos, desgraciadamente, con el cuentagotas: uno por uno.
La mediocridad, como siempre, triunfó en la República Dominicana: primero, porque con todas las condiciones dadas, no hicimos lo que el momento exigía, y, segundo, porque esa epidemia de conformidad y mediocridad que nos corroe hace mucho que hubiese sido desplazada de la CDE y, por qué no, de otras agencias especializadas del Estado.
“Un dominicano que tenga coraje para luchar por su independencia tendrá que desafiar el hambre, la suya y la de sus familiares; y si la desafía y se niega a someterse al amo de la empresa nacional, tendrá que enfrentar las leyes del gobierno, instrumento legal de la empresa, y esas leyes son hechas y rehechas cada día, a medida de las necesidades de la empresa, para que nadie pueda rebelarse contra el amo; y en última instancia, el rebelde tiene sobre sí las pistolas de la policía privada del empresario, y esa policía privada, que es implacable, lo mismo que el gobierno, que es servil, está pagada por la nación. En Santo Domingo no hay ninguna fuerza, mínima o grande, individual o nacional, que pueda ofrecer amparo al rebelde” (Juan Bosch – Trujillo, causas de una tiranía sin ejemplo. Novena edición, 2002 – Santo Domingo, República Dominicana. Editora Alfa y Omega).
“Sabotaje” en la CDE
Para concluir, la experiencia dominicana indica que las expresiones del actual funcionario de la compañía eléctrica no son más que unas fuera de contexto; irreales, tales como las que circularon en 1988 cuando hizo explosión la unidad número uno del complejo turbogas Los Mina.
El Despacho de Carga nos informó de lo sucedido alrededor de las diez de la noche, comunicándonos que el evento había sido etiquetado de “sabotaje” por un grupo de militares que se encontraba en el complejo, dentro del que había generales, coroneles, capitanes, etc. Al arribar al parque energético, con una comunicación enmarcada estrictamente en lo necesario, expresamos que lo sucedido había sido vaticinado con anterioridad e informando por escrito al Director de Producción, Ing. Darío Jones, vía correspondencia oficial de la que debe existir copia en los archivos de la administración de la CDE, si es que, los que han desfilado por esos entornos, han dejado papel alguno. «La unidad número uno de Los Mina está llegando al final de sus días», rezaban las últimas palabras de esa correspondencia que enviamos al Ing. Jones.
¿Por qué concluía de esta manera una comunicación oficial? Porque en la CDE había que trabajar las unidades a la mala para satisfacer los caprichos de un administrador que, por incapacidad, cobardía y miedo, debía mostrarle al presidente que al país se le estaba suministrando energía eléctrica, aunque para ello no se ejecutaran los trabajos de mantenimiento. El sabotaje solamente existió en las perversas mentes de aquellos que, de una forma u otra, se han encargado toda la vida de fastidiar al pueblo dominicano.
Es esta la pequeña historia; los dominicanos tenían derecho a saber que la CDE pudo haber sido exitosa; tenían derecho a tener una vida normal, con luz las 24 horas de cada día, pero la mediocridad, defecto intrínseco de nuestra formación, no lo permitió. Los años que siguieron fueron frustrantes para toda la población; muchos no quisieran recordar los primeros de la década de los noventa. Y la 'capitalización' que implementó el PLD y Leonel Fernández a partir del primer período de gobierno no pudo haber sido más desastrosa.
No se puede seguir aplaudiendo cuando regresa la energía eléctrica; no se puede seguir siendo indiferente ante los desmanes que han cometido los políticos, sobre todo los últimos. Los dominicanos no pueden seguir siendo conformistas y pasivos; es hora de que despierten y luchen por lo que les han robado, por lo que les han quitado, por lo que les pertenece.
Fin...
Ing. Nemen Hazim Bassa
San Juan, Puerto Rico
26 de octubre de 2012