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II.- ¿Por qué ayudar a un corrupto que se obstina en el pecado?

La sociedad que surge por la complicidad con lo mal hecho es una pocilga… una letrina. Los ladrones son “pulcros y honestos”; los corruptos se codean con la “élite”, esa que precisamente alcanzó estatus con los mismos métodos de acumulación originaria; la Iglesia católica se ha hecho cómplice de las mayores barbaridades, aliada a una oligarquía corrupta y depredadora​...

La sociedad que surge por la complicidad con lo mal hecho es una pocilga… una letrina. Los ladrones son “pulcros y honestos”; los corruptos se codean con la “élite”, esa que precisamente alcanzó estatus con los mismos métodos de acumulación originaria; la Iglesia católica se ha hecho cómplice de las mayores barbaridades, aliada a una oligarquía corrupta y depredadora, y defensora sin cuartel de los malversadores públicos; los asesinos y criminales son los nuevos paradigmas…

La sociedad se convierte en una permisiva que premia los antivalores. Se puede hacer fortuna sin respetar normas; se puede alcanzar la gloria con la mentira y la simulación; se puede predicar honestidad con deshonestidad… en fin, la sociedad es una totalmente invertida, en la que sus mejores exponentes estarían tras las rejas en cualquier país del mundo que se respete.

La edad hace más serena y madura a las personas; por experiencia lo sabemos. Nuestros hijos son los mejores testigos: reciben de la sabiduría acumulada los consejos para que hagan exactamente lo contrario a lo que desean hacer: ¡lo mismo que queríamos hacer, y que hicimos, cuando contábamos con edades similares! Pero una cosa es accionar con experiencia y otra transigir; al transigir se consiente con lo que ha sido denunciado, se consiente con la corrupción, con lo mal hecho...

¿De qué sirve publicar escritos condenando el cuatrerismo y la corrupción, portal del gobierno saliente, y, al mismo tiempo, pedir ayuda para el protagonista principal de los males que aquejan a la sociedad dominicana?

Quisiéramos entenderlo, pero no podemos; si estableciéramos una vieja norma no escrita que “premia lo bueno y condena lo malo”, la sociedad dominicana sería una ejemplar. Pero su funcionamiento parece encaminado a contradecirla: “premiar lo malo y castigar lo bueno”. Somos un país “secuestrado por una pequeña burguesía golosa que no tiene límites para exhibir el disfrute de los bienes terrenales… que ha perdido todo freno ético, porque ha descubierto que el dinero otorga personalidad, y puede dar felicidad o éxito… Si Juan Bosch viviera no fuera peledeísta, lo hubiera abrumado la falsificación de la democracia, y el esplendor de tantas fortunas obscenas que la codicia y la soberbia han acumulado en el PLD” (Andrés L. Mateo: “La interpretación de lo que está pasando”, Acento.com/Hoy - 23 de febrero de 2012).

No sabemos por qué hay que ayudar a quien le proporcionó a la prensa seria y responsable de este país razones más que suficientes para pasarse ocho años desgañitándose hablando de corrupción, de robos, de falta de institucionalidad y de muchos otros desmanes que Leonel Fernández ejecutó desde la presidencia (¡y dentro de esa prensa seria y responsable se encuentra el distinguido periodista que mueve este escrito!).

¿Por qué hay que ayudar a quien patrocinó el robo de 130 millones del préstamo de la Sun Land? ¿Por qué hay que ayudar a quien usó los dineros del pueblo para pagar nominillas de vagos peledeístas? ¿Por qué hay que ayudar a quien usó los recursos del Estado para hacer actividad política? ¿Por qué hay que ayudar a quien patrocinó una modificación a la Constitución para coartar los derechos de la mujer y crear unos 'altos' tribunales que sólo favorecen sus intereses políticos? ¿Por qué hay que ayudar a quien ha gastado más de dos mil millones de pesos del erario en viajes turísticos y de promoción personal que no han proporcionado ningún beneficio al pueblo?

Nada de esto puede ser desmentido. ¡Absolutamente por nadie! Y todo lo que hemos dicho ha sido cacareado por el autor de ese escrito y por muchos otros. Si algo hay que hacer, ¡es meterlo preso! Esta sería la mejor ayuda, pero para el pueblo, que es el que la necesita, no para un megalómano narcisista corrupto que ha convertido la República Dominicana en un basurero.

¡O se está con Dios o se está con el diablo, pero no con ambos a la vez! Por eso este país no cambia. ¡Seguirá siempre apareciendo quien lo coja de pendejo!

Ing. Nemen Hazim
San Juan, Puerto Rico
22 de agosto de 2012