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I.- ¿Por qué ayudar a un corrupto que se obstina en el pecado?

Un prestigioso periodista dominicano publicó un artículo que ha puesto de manifiesto nuevamente la doble cara que tiene el periodismo que se ejerce, exclusivamente, como medio de sustentación: se combate a cierto personaje por su comportamiento, por sus desmanes, por sus fechorías, pero al doblar de la esquina se materializa el abrazo conciliador con la mala conducta.​..

Un prestigioso periodista dominicano publicó un artículo que ha puesto de manifiesto nuevamente la doble cara que tiene el periodismo que se ejerce, exclusivamente, como medio de sustentación: se combate a cierto personaje por su comportamiento, por sus desmanes, por sus fechorías, pero al doblar de la esquina se materializa el abrazo conciliador con la mala conducta.

No es el comportamiento típico de la nueva generación de vividores, de periodistas mediocres que, de ser necesario, su alma al diablo venden; ¡no! Es el comportamiento del periodista que empeñó su juventud con las mejores causas; con el ejercicio serio y honesto, pero que ha alcanzado, en la división de clases, un lugar de preponderancia por el lugar que hoy ocupa en las relaciones de producción.

Unos cuantos le secundan: protestan, pero en voz baja. Engalanan la efusividad y el entusiasmo que antes expresaban en sus escritos, pues, ahora, de lo que se trata es de decir algo, aunque ese algo esté revestido de adornos innecesarios; se trata de mantener la presencia, pero en ambos lados. Combaten la corrupción…, pero cenan con los corruptos; combaten los asesinatos policiales, pero se ejercitan socialmente con sus autores; combaten las drogas…, pero toman “Dom Pérignon” con los que le dan vida.

Están en la radio, en la prensa escrita, en la prensa digital y en la televisión. Su ejercicio es muy parecido al del jugador de béisbol: completado su ciclo activo, se mantiene en el negocio, aunque de manera menos comprometida (y, afortunadamente, sin hacer daño a la sociedad).

La televisión exhibió un brillante productor, comunicador y comediante (no periodista pero sí ajustado al perfil, constituyéndose, por el medio en que operaba, en el mejor exponente) que hacía, frente a cualquier ejercicio inapropiado de los que rigen la sociedad, reales exhibiciones de bravuconería; al final, terminaba abrazándose con el recipiente de las más groseras agresiones verbales.

La radio cuenta con alguien muy parecido; y este sí es periodista de profesión. Es un brillante profesional, mejor intelectual, que actúa a diario de conformidad con estas reglas. Es un crítico tenaz, cruel… severo con las malas acciones que se cometen, pero al final termina vanagloriándose de la amistad con el imputado, al que califica, después de haber barrido el piso con su honra, como un funcionario brillante, ejemplar “queseyoquécosa”, modelo de honestidad, etc., etc., etc.

Los medios digitales son el mejor termómetro para saber para quienes escriben estos periodistas, que en su tiempo de compromiso (el de la juventud reivindicadora) fueron la vanguardia contra los desmanes que ejecutaban contra el pueblo los que detentaban el poder. ¡Y qué pena! ¡Se hicieron viejos! La comodidad que brinda la escalada en la división de clases no les permite establecer los niveles de compromiso de antes, pues ahora están viendo el juego desde el mismo lugar que ocupan los que eran sus mayores preocupaciones.

¿Cuál es el resultado de este proceder? ¡Nefasto! El ejercicio sin compromisos da lugar a una retranca natural en el frente de los movimientos reivindicadores. Cuando los mejores exponentes de una sociedad marchan al unísono, se hace imposible a los impostores que van al gobierno subestimar al pueblo y, por tanto, burlarse y apropiarse de sus propiedades y derechos.

Continuará...

Ing. Nemen Hazim Bassa
San Juan, Puerto Rico
21 de agosto de 2012