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V.- ¡Basta ya! ¡Balaguer no, Fernández Domínguez sí!

Nuestra voz es un grito en el encauzamiento de los valores nacionales. No se puede seguir con la práctica de la doble moralidad, de la ambivalencia, de hablar de lo bueno y lo malo en el mismo nivel, de juntar mansos y cimarrones; ¡ya basta de tanta irresponsabilidad, de la teoría de las muchas verdades!… ¡No se puede seguir faltándole el respeto a la verdad histórica, y mucho menos seguir faltándole el respeto a los dominicanos y a sus próceres!

Nuestra voz es un grito en el encauzamiento de los valores nacionales. No se puede seguir con la práctica de la doble moralidad, de la ambivalencia, de hablar de lo bueno y lo malo en el mismo nivel, de juntar mansos y cimarrones; ¡ya basta de tanta irresponsabilidad, de la teoría de las muchas verdades!… ¡No se puede seguir faltándole el respeto a la verdad histórica, y mucho menos seguir faltándole el respeto a los dominicanos y a sus próceres!

No seremos nosotros quienes, a partir de ahora, completemos este artículo. La voz dulce, segura y querida del coronel Fernández Domínguez se encargará de llevar este grito al nivel que le corresponde. Serán sus propias palabras, por vías documentadas, las que resurgirán de ese lugar tan especial en el que la Historia cobija a sus grandes hombres, a sus grandes patriotas, a sus grandes militares que han hecho de sus carreras unas de compromiso total con la soberanía y la dignidad de la nación.
“¿Por qué tanta injusticia y herejía histórica cometida? ¿Por qué a estas alturas no se reconoce que Fernández Domínguez es el símbolo de la constitucionalidad y el respeto a la voluntad popular? La Junta Central Electoral es la institución que organiza las elecciones; las elecciones se celebran en los países donde hay democracia; la democracia dominicana se ha construido a base de ideas, de sacrificios y de la sangre de muchos dominicanos, entre los que sobresale en primera fila el coronel Rafael Tomás Fernández Domínguez, pionero del respeto a la voluntad popular y a la Constitución de la República, ideólogo y organizador del Movimiento Constitucionalista; el primer líder militar en la historia de América Latina que, desde el seno de las propias Fuerzas Armadas, organiza, promueve y encabeza un movimiento destinado a restituirle al pueblo sus derechos y libertades, esto es, el derecho a elegir y ser elegido, y que se respete la voluntad del pueblo.

“De modo, pues, su lucha y su inmenso sacrificio se fundamentaron en el respeto, en la institucionalidad y en la defensa de la voluntad popular. Su voz retumba exclamando:
-¡Caiga quien caiga, hay que defender la Constitución!;
-Los militares no están para tumbar gobiernos elegidos libremente por el pueblo.

“No dudó un instante cuando visitó a su Comandante en jefe, profesor Juan Bosch, y le dijo:
-Señor presidente, estoy listo, junto a un grupo de oficiales, para evitar que su gobierno sea derrocado.

“Después de consumado el golpe, con órdenes precisas de salir del país, proclamó decidido, ante los representantes del presidente derrocado:
-Estoy listo para actuar y conmover a la República Dominicana por los cuatro costados;
-¡Los militares debemos devolverle al pueblo lo que los militares le quitamos!

“En su proclama al pueblo dominicano, leemos:
-Como dominicanos, y en especial como militares, no podemos ni debemos permanecer indiferentes ante la llamada de la Patria, y aquí estoy, respondiendo con la frente en alto, el honor multiplicado y la vergüenza como estandarte. Que nos juzguen la Historia y la República. Cueste lo que cueste, hay que defender la voluntad popular.

“En carta del 1 de enero de 1965, dice a sus compañeros:
-Yo he jurado ante ustedes y con ustedes, provocar y dirigir una acción en contra del gobierno de nuestro país, y para este juramento poco han importado las apreciaciones de los efectivos a nuestro favor. Lo que convinimos que sobra es coraje, decisión y voluntad de servirle a nuestro pueblo, que por nuestra propia culpa se debate hoy en el más negro de los abismos.

“Y continua:
-Hay que apuntar que si alguien, poniendo su seguridad y bienestar personal por encima del deber, el honor y la patria, viola deliberadamente su juramento, será responsable ante el pueblo, la Historia y el mundo del sacrificio de todos los demás… Una última advertencia; recuerden que la victoria siempre acompaña a los decididos… ¡VIVA LA REPÚBLICA DOMINICANA!

“Entre tantos otros de sus pensamientos, dice:
-El uniforme, aunque cubre el cuerpo, no oculta los principios.

“Y para terminar, unas palabras de una carta del 22 de marzo de 1965 a Héctor Lachapelle Díaz, que dice:
-Hemos perdido, sin combatir, batallas, pero no la guerra. El tiempo es nuestro mejor aliado, y confío en que la victoria definitiva estará al lado de la verdad, el honor y la libertad… ¡DIOS, PATRIA Y LIBERTAD PARA TODOS LOS DOMINICANOS!”.
Continuará...

Ing. Nemen Hazim Bassa
San Juan, Puerto Rico
3 de marzo de 2012