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II.- Comunistas, Juan Bosch y sus discípulos...

Ahora bien, ese grupo de dominicanos que se desempeña como obrero circunstancial–lógicamente de pobre calificación-, o como bajo pequeño burgués, sólo es tomado en cuenta por Marx cuando la venta de su fuerza de trabajo se convierte en la actividad productiva; cuando ese grupo dispone de su tiempo y no se debe a nadie, cuando actúa en el marco de la pequeña burguesía, no entra en las relaciones de producción y queda excluido como un desheredado dentro del marxismo...

Ahora bien, ese grupo de dominicanos que se desempeña como obrero circunstancial–lógicamente de pobre calificación-, o como bajo pequeño burgués, sólo es tomado en cuenta por Marx cuando la venta de su fuerza de trabajo se convierte en la actividad productiva; cuando ese grupo dispone de su tiempo y no se debe a nadie, cuando actúa en el marco de la pequeña burguesía, no entra en las relaciones de producción y queda excluido como un desheredado dentro del marxismo.

Ese grupo, que cuenta con millones de dominicanos (la parte dependiente del núcleo familiar adquiere la clase que ocupa el jefe del hogar), no puede quedar excluido de las relaciones de producción y, por lo tanto, requiere de una ubicación dentro de las mismas. En la Alemania de Marx no existían “subclases”, por tanto, no era necesario tomarlas en consideración dentro de sus postulados; los pocos desheredados no tenían significado alguno en las relaciones de producción.

Estos desheredados, por poseer características muy peculiares en una sociedad atrasada como la nuestra, hicieron que Juan Bosch los insertara dentro de las dos capas que su intelecto creó: las pobre y muy pobre, que junto a la baja pequeña burguesía propiamente dicha constituyen las vertientes del boschismo en el primer nivel de la estructura burguesa.

A cuatro décadas de distancia, los que aún se mantienen “dentro de la ideología” viven predicando lo mismo. El tiempo no ha transcurrido… se ha detenido, provocando una paralización total en su capacidad de pensar y ver las cosas. Es lastimoso escuchar a ciertos comunistas conceptualizando; la asimilación de unas teorías, totalmente distorsionadas por sus dioses, producen -en las débiles mentalidades- las teorías más descabelladas, expresadas tal y como se manifestaron en los años sesenta y setenta, los del auge del comunismo en América Latina.

En el plano internacional, y guardando la distancia, el presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Hugo Chávez -a quien admiramos y reconocemos por su verticalidad frente al pentagonismo, por su trabajo en favor de los más desposeídos y por el espíritu de solidaridad internacional-, ha repetido, en innumerables ocasiones, que su lucha es contra la oligarquía y la burguesía venezolanas, y entendemos que de este propósito debe excluir a los que con su capital compran fuerza de trabajo… debe excluir a los burgueses. La lucha contra los burgueses debe ser una de concientización, de regulación de las riquezas y de definición de las áreas de incursión. La lucha contra los oligarcas y sus representantes debe ser frontal y con todas las armas.

Se debe trabajar en una nueva corriente ideológica que asimile las bonanzas del capitalismo (producción de bienes y servicios, construcción de viviendas y de vías de comunicación, etc.) y las bonanzas del comunismo (educación, salud, deportes, concientización…); hablamos de crear el “Capitalismo Social”, en el que se regulen las fortunas desmedidas y se implemente la verdadera justicia social.

Las declaraciones de Fidel Castro acerca de que la economía de Estado (la comunista, en la que el Estado es dueño absoluto de los medios de producción) no ha funcionado en Cuba, y el hecho de que sean dadas después de 53 años de revolución socialista, son un certero reflejo de lo que hemos expresado; además, deben servir a Hugo Chávez para hacer una reformulación en sus relaciones con la burguesía venezolana y facilitar su integración al proceso de desarrollo que lleva a cabo, siempre dentro del marco que adjudicamos al “Capitalismo Social”.

Históricamente ha habido confusiones extraordinarias con los conceptos que se derivan de las palabras oligarquía y burguesía. Incluso, autotitulados marxistas, y peor llamados comunistas, han adjudicado a la burguesía males que les son propios a la oligarquía. Los mismos obreros, en muchas ocasiones, han asumido posiciones fuera de contexto con la burguesía, que precisamente es la que los desarrolla como clase.

Juan Bosch se hizo marxista y creó sus teorías -que van por encima de las de Marx cuando se aplican a sociedades atrasadas económica, social y políticamente como la dominicana, la peruana, la ecuatoriana, la marroquí, la congoleña… o la paraguaya-, pero nunca fue comunista; con un claro y explícito lenguaje, y durante toda su vida, se consagró a explicar la conformación de las clases sociales para estas sociedades, tanto en lenguaje capitalista como en lenguaje marxista.

Conocer a Marx le permitió vislumbrar para la dominicana una sociedad sustentada en el desarrollo burgués y, por ende, en el desarrollo proletario (sin burguesía no hay clase obrera, de la misma forma que sin obreros no hay burguesía). Una vez alcanzado ese desarrollo, la sociedad estaría lista para dar el siguiente paso, a tomar con conciencia sobre la base de sus mejores intereses.

Estados Unidos -país que se autoproclama, por el poder que le confiere su aparato militar, como policía del mundo-, las naciones más avanzadas de Europa, y Canadá, para citar algunas, han desarrollado sociedades en las que el bienestar individual y colectivo se garantiza bajo una economía capitalista y leyes de protección genuinamente socialistas.

Continuará...

Ing. Nemen Hazim Bassa
San Juan, Puerto Rico
2 de febrero de 2012