Razones para escribir...
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Están los periodistas, dentro de los que se encuentran muchos que informan la noticia como si fuese un baratillo de faltas ortográficas. Los hay con banderías políticas -muchos comprados por el gobierno, que podría ser el de turno; y otros comprados por la oposición, que también podría ser la de turno-. Están los articulistas, que asumen responsabilidades mayores pues comprometen su pensar y/o accionar: algunos son intelectuales, otros filósofos, unos cuantos enganchados a analistas políticos y muchos pagados por el mismo gobierno de turno.
Dentro de los que comprometen su pensar y accionar están aquellos que propugnan por un mejor país, sin importarles el riesgo y el compromiso con las mejores causas. Dan todo de sí a cambio de nada: establecen únicamente como norte la honestidad, la integridad y el compromiso; no viven de lo que escriben, aunque ello signifique marginalidad, desprecio y limitaciones económicas. Incluso, algunos viven fuera del país, quizás en condiciones cómodas, lo que les da un valor incalculable al compromiso que adquieren.
Dentro de los que comprometen sólo su pensar están aquellos que han hecho carrera del “escribir sin compromisos”. Son los que viven de posturas y apariencias escritas cuyas palabras no son más que eso: palabras -¡y estos abundan al por mayor y al “detal”!, como diría el boricua en el español de Cervantes. Estos son los comprados por los gobiernos, los vividores: con residencias, autos y cuentas de lujo que nunca hubiesen tenido de haber ejercido algún trabajo digno. Son los finos y educados periodistas que hoy critican y mañana le lanzan piropos al gobierno; son los que necesitan estar bien con Dios y con el diablo (y que me perdone el diablo por mencionarle en minúscula).
Por último, estamos los que llegamos para no irnos jamás, gracias a la Internet y a los nuevos medios digitales de expresión. Y resulta que somos muchos los que ni ahora ni nunca seremos periodistas o articulistas; sólo el compromiso con la patria que nos vio nacer nos ha llevado a expresarnos, y lo hacemos sin cortapisas, a rajatabla, primero porque estamos “jartos” de que se siga cogiendo al pueblo de pendejo (aunque desgraciadamente a este le gusta) y, segundo, porque los dos más grandes comunicadores de la radio y la televisión que ha tenido el país, Álvaro Arvelo hijo y Freddy Beras Goico, alcanzaron la cima en sus respectivos medios de expresión, en esa selva que se llama República Dominicana, con lenguaje agresivo, descompuesto a veces… fuerte casi siempre, al margen de si sus señalamientos han estado revestidos de seriedad y objetividad (Freddy murió como un dios y Don Álvaro va por el mismo camino. No hemos visto el primero de los puritanos de los medios de comunicación que haya hecho crítica pública alguna a las malas palabras que salieron de la boca del señor Beras Goico y a las que aún salen de la del señor Arvelo hijo).
A las palabras del autor -“… yo os puedo asegurar que, a diferencia de otras organizaciones políticas, Juan Bosch fundó (el PLD, NH) sobre roca firme y con un profundo sentido de la historia, mirando hacia atrás y hacia delante”- expresamos nuestra adhesión, y, para no defraudarlo, formularemos correctamente el entuerto que representan, para que los que lean el artículo puedan entender con mucha más claridad lo que significan: “os puedo asegurar que Juan Bosch fundó el Partido de los Ladrones Dominicanos –PLD- sobre roca firme (no hay roca más firme y sólida que el robo y la corrupción en la historia de la República Dominicana) y con un profundo sentido de la historia (ya lo señalamos), mirando hacia atrás y hacia adelante (¿?)”.
Juan Bosch ha sido, por más de un siglo, el más ilustre de los dominicanos: digno, honesto, racional, íntegro, comprometido, serio, patriota, humilde y desinteresado, atributos y calificativos que hacen de este escrito un insulto a su persona; decir lo que el autor trata de decir -pero que no puede decir- es una falta de respeto a la memoria de un prócer, a todo un pueblo, y a algunos que no podemos permanecer callados ante tanto descaro.
El día que el pueblo quiera saber de la honestidad de los peledeístas –y, por qué no, de la de los perredeístas y reformistas, porque al final son todos iguales: su lucha es por el que más robe-, sólo tiene que pedirle a la embajada de los Estados Unidos, que sabe más del país que los propios dominicanos, que nos facilite, a título de préstamo, y por un año, cincuenta agentes federales para que investiguen las fortunas de Leonel Fernández, Reynaldo Pared Pérez, Margarita Cedeño de Fernández, Alejandrina Germán, Félix Bautista, Félix (Felucho) Jiménez, Radhamés Segura, Francisco Javier García, Melanio Paredes; Salvador Jorge Blanco, Fulgencio Espinal, José Michelén, Jacobo Majluta, Fello Suberví Bonilla, Eligio Jáquez; Arístides Fernández Zucco, Amable Aristy Castro, Héctor Rodríguez Pimentel, Angel Lockward, Federico (Quique) Antún, Fernando Álvarez Bogaert, Rafael Bello Andino, Tito Hernández, Lila Alburquerque, y muchos más que la memoria se niega a brindarnos sus nombres.
Como la globalización le gusta tanto al etéreo gobernante, esperamos verlo animado en esta aventura de carne y hueso, no en el “bosque oscuro y asustadizo en el que moran elfos, gnomos y hadas” (cita tomada de un correo electrónico de archivo, enviado por un amigo de la República Dominicana, del que no conocemos autoría).
Si el articulista gusta -asumimos que "sabe de números", como dicen nuestros inteligentes campesinos-, sólo tiene que formular una simple ecuación -sin incógnita alguna a despejar-: lo que cada funcionario tiene en propiedades (muebles e inmuebles) y cuentas bancarias (A), debe ser igual a lo que ha devengado por salarios (B), menos las pérdidas (C) -que vendrían a ser los gastos de comidas, viajes, regalos, donaciones, ayudas, medicinas, médicos, gasolina, educación, reemplazo de equipos perecederos, bebidas, fiestas...- (o sea, A=B-C).
Para concluir, tomamos esta joya que desvirtúa las palabras primeras del autor: “… estamos en el camino de corregir y continuar hacia nuevas realizaciones que reivindiquen la esencia genuinamente boschista de la organización”. En Derecho, reivindicar significa “reclamar o recuperar alguien lo que por razón de dominio, cuasi dominio u otro motivo le pertenece”, lo que, traducido al dominicano, quiere decir que le van a restituir al PLD (cambiar la L de ladrones para poner la L original, la de liberación) la naturaleza boschista -“lo más puro, fino y acendrado de una cosa”, definición que la Real Academia Española da a la palabra “esencia”- que le fue robada por los cuatreros que hoy dirigen los destinos del país.
Además, sería justo que los peledeístas le reivindiquen al Estado, junto a perredeístas y reformistas, los más de 500 mil millones de pesos que le han robado en 45 años, equivalentes a vez y media el presupuesto de la nación para el 2012.
Ing. Nemen Hazim Bassa
San Juan, Puerto Rico
3 de diciembre de 2011