IV.- Soldado del Pueblo y Militar de la Libertad: ¡al Panteón Nacional!
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Convence a Cucho Fernández quien, en viaje de tres días que hiciera el coronel a Santo Domingo -en diciembre de 1964, antes de trasladarse a Chile, donde había sido transferido-, había fungido de enlace para la reunión cumbre con el coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó, el que saldría fielmente comprometido con el movimiento constitucionalista. Además, mantiene un constante cruce de cartas con el profesor Bosch, a quien visita con anterioridad al viaje a Santo Domingo y a su retorno a Puerto Rico, en escala de varios días, antes de su salida para Chile.
Durante 19 meses -tiempo no prefijado, y sí alcanzado por los tropiezos que se presentaron en fechas anteriores para el inicio de la gesta- Juan Bosch y el coronel Fernández Domínguez estuvieron planificando el retorno a la Constitución de 1963, tanto en Santo Domingo como en San Juan (Puerto Rico), Santiago (Chile), Caracas (Venezuela) y Madrid (España). Reuniones, contactos, búsqueda de adhesión y recursos, logística, propaganda, y un sinnúmero de otras actividades -la mayoría bajo sacrificios inimaginables y dentro de niveles insospechables de riesgo-, definieron el liderazgo de cada uno: Bosch como jefe político, y "el soldado del pueblo y militar de la libertad" como jefe militar, categoría que alcanzaría el coronel Miguel Ángel Hernando Ramírez -recomendado a Juan Bosch como ministro de las Fuerzas Armadas en diciembre de 1962 por el más grande defensor de la institucionalidad que ha conocido la República Dominicana- y luego Francisco Alberto Caamaño Deñó, al encontrar "El día de la Libertad" a Fernández Domínguez en Chile.
Sobre el coronel Caamaño, Fernández Domínguez le había comunicado a Juan Bosch, en diciembre de 1964, que "tenía dos condiciones que él podía garantizar: su lealtad a cualquier causa a la que se uniera y un valor que no reconocía límites".
Estas, con el tiempo, se convertirían en palabras proféticas: la Revolución de Abril de 1965 y la guerrilla que encabezó en febrero de 1973 -al mando de un reducido grupo de heroicos combatientes- con la finalidad de revertir el estado de cosas por las que atravesaba el pueblo dominicano, le hacen merecedor de los más grandes reconocimientos que la historia depara a los grandes hombres, y que los pueblos, en agradecimiento a jornadas y compromisos tan extraordinarios, deben honrar con los más altos honores.
El 26 de abril llega a Puerto Rico el coronel Rafael Fernández Domínguez, y no es hasta el 13 de mayo que logra pisar la tierra por la que ofrendaría su vida -la misma que debe reconocerle como uno de sus grandes próceres-, "usando las armas del enemigo", explicación que recibe de Juan Bosch al enterarse de que podrá viajar a la República Dominicana en un avión de las mismas fuerzas interventoras que pisoteaban el país.
Después de casi toda una vida de institucionalidad, responsabilidad, constancia, compromiso, patriotismo, planificación y liderazgo, el "Soldado del Pueblo y Militar de la Libertad" tenía que agotar una faceta que, a su entender, era necesaria ante el ejemplo y sacrificio ofrecido por sus compañeros: entrar en acción como habían hecho todos, cuando la historia no le exigía tal requisito para recibirle como un gigante.
En su empeño, organizó una de las acciones más riesgosas y controvertidas que enfrentaría el movimiento constitucionalista: la toma del símbolo del poder político -el Palacio Nacional-, decisión que compartió con Juan Miguel Román, principal dirigente del 14 de Junio, agrupación que había tomado su nombre de la expedición de 1959, aquella que "abría paso a la duda" y por la que el teniente coronel Rafael Fernández Domínguez se había expresado con admiración al señalar que esos "hombres tienen un valor que raya en la temeridad y nos avergüenza su arrojo y su pericia en todas sus acciones". (Habíamos dicho que los sentimientos que lo embargaron mientras combatía a los expedicionarios influirían decisivamente en el hecho que culminaría con su muerte).
Juan Miguel Román, líder del Movimiento Revolucionario 14 de Junio, compañero entrañable de Manuel Aurelio Tavárez Justo -con quien combatió en el alzamiento guerrillero del 1963 al frente del comando Gregorio Luperón-, estableció una amistad muy cercana con el coronel Fernández Domínguez en los días previos al acontecimiento que acabó con sus vidas y las de otros gloriosos combatientes: haitianos, el italiano Ilio Capocci -entrenador de los hombres ranas-, Euclides Morillo -también miembro del 14 de Junio y guerrillero del alzamiento del 1963-, y otros.
La vida del coronel Rafael Tomás Fernández Domínguez ha sido íntegra, transparente, impecable... ha sido una sin manchas en todas las facetas de su vida. La descripción de sus epopeyas está descrita en este ensayo; lo que no puede contener el mismo son las palabras de agradecimiento y reconocimiento a su grandeza... no las encontramos. Ningún dominicano ha dado tanto de sí para lograr la institucionalidad de las Fuerzas Armadas -el monstruo de mil cabezas que ha destrozado históricamente el desarrollo natural de la sociedad dominicana- como lo ha hecho "el Soldado del Pueblo y el Militar de la Libertad". La gesta de abril de 1965 es su obra, como también lo es el retorno al orden constitucional que propició y ejecutó el 18 de enero de 1962. Dispuesto estuvo siempre... comprometido también. Vivió por, y para su patria.
La lucha del pueblo dominicano, de los militares constitucionalistas, de dirigentes políticos, de médicos, de ingenieros, de abogados, en fin, la lucha de toda la nación contra las tropas invasoras yanquis, que mancillaron el honor y la soberanía, es la más grandiosa obra que nos legó "el soldado del pueblo y el militar de la libertad", obra que hizo posible que el pueblo dominicano se creciera hasta la cima de la dignidad, del valor y del coraje: el coronel Rafael Fernández Domínguez fue el artífice que unió todas las piezas que se requerían para combatir al ejército más poderoso del mundo y lograr la reivindicación del honor y la soberanía.
Duarte, Sánchez, Mella y Luperón, nuestros baluartes supremos, fueron de carne y hueso, no dioses. La distancia hace que los veamos inalcanzables, que los veamos como seres superiores, y las gestas que se nos presentan en vida, con héroes y villanos, son las mismas que el tiempo ha engrandecido; no esperemos que nuestros grandes hombres -aquellos con los que, por gracia divina, hemos podido coincidir en el tiempo-, escapen de nuestras manos.
Ahora, y con el convencido conocimiento de la grandeza que adorna al coronel Rafael Fernández Domínguez, reconozcamos sus excepcionales virtudes y hagamos de él un prócer; ¡llevemos sus restos inmortales al Panteón Nacional!
Fin...
Consulta:
. Coronel Rafael Fernández Domínguez, Soldado del Pueblo y Militar de La Libertad - Fernández, Arlette.
. La Historia Secreta del Golpe de Estado de 1963 - Bosch, Juan.
. La República Dominicana: Causas de la Intervención Norteamericana de 1965 - Bosch, Juan.
. 1965, La Invasión Norteamericana - Grimaldi, Víctor.
. El Misterio del Golpe de 1963 - Grimaldi, Víctor.
. Golpe y Revolución - Grimaldi, Víctor.
. Ideario del Coronel Fernández Domínguez, 1934-1965 - Lachapelle Díaz, Héctor.
. La Revolución en Santo Domingo - Szulc, Tad.
. Coronel Rafael Fernández Domínguez, Soldado del Pueblo y Militar de La Libertad - Fernández, Arlette.
. La Historia Secreta del Golpe de Estado de 1963 - Bosch, Juan.
. La República Dominicana: Causas de la Intervención Norteamericana de 1965 - Bosch, Juan.
. 1965, La Invasión Norteamericana - Grimaldi, Víctor.
. El Misterio del Golpe de 1963 - Grimaldi, Víctor.
. Golpe y Revolución - Grimaldi, Víctor.
. Ideario del Coronel Fernández Domínguez, 1934-1965 - Lachapelle Díaz, Héctor.
. La Revolución en Santo Domingo - Szulc, Tad.
Ing. Nemen Hazim Bassa
San Juan, Puerto Rico
21 de noviembre de 2011