Usamos cookies para brindar un mejor servicio. OK Más información

II.- Soldado del Pueblo y Militar de la Libertad: ¡al Panteón Nacional!

Balaguer buscó asilo en la Nunciatura Apostólica y el país tuvo que soportar de nuevo otra violación al orden constitucional, que daría inicio a los acontecimientos que la historia le tenía reservados a Rafael Tomás Fernández Domínguez, cuando el 18 de enero hizo preso al secretario de las Fuerzas Armadas por haber incurrido en "franca violación a las disposiciones constitucionales"...

Muerto Trujillo, pasó a ostentar el rango de mayor de la Aviación Militar Dominicana y, además, le fue ofrecida una alta posición en el servicio de inteligencia, que rechazaría -primero, porque se contraponía con su formación honesta, digna y solidaria y, segundo, por la degradación a la que tendría que someterse de tener que fungir como confidente y criminal-, ante Ramfis, hijo del dictador, asumiendo un elevado riesgo que comprometía su vida y la de su familia, pero que coadyuvaba en su formación integral que día a día lo aproximaba a la figura cimera que alcanzan los predestinados: la de prócer.

El "Soldado del Pueblo" "no sospechaba que muy pronto pondría a prueba su liderazgo". El gobierno de Joaquín Balaguer enfrentaba constantes protestas; una huelga que buscaba su renuncia culminó el primero de enero de 1962 con la formación de un Consejo de Estado presidido por él (otros cinco miembros lo componían).

Los hechos que suscitaron los violentos cambios dieron inicio el 16 de enero cuando una patrulla del ejército disparó contra la multitud que acompañaba a los dirigentes de la Unión Cívica Nacional, ocasionando varios muertos y heridos y la reactivación de las protestas que pedían las renuncias de Balaguer y de Pedro Rafael Rodríguez Echavarría -secretario de las Fuerzas Armadas-, quien apresó y mantuvo en cautiverio (en el Club de Oficiales de la base aérea de San Isidro) a tres miembros del Consejo de Estado, e instaló una junta cívico-militar que apenas duraría horas.

El Dr. Balaguer buscó asilo en la Nunciatura Apostólica y el país tuvo que soportar de nuevo otra violación al orden constitucional, que daría inicio a los acontecimientos que la historia le tenía reservados a Rafael Tomás Fernández Domínguez, cuando el 18 de enero hizo preso al secretario de las Fuerzas Armadas por haber incurrido en "franca violación a las disposiciones constitucionales", actitud valiente y decidida que lo pondría en consonancia con el compromiso que las Fuerzas Armadas deben exhibir: honestidad, respeto a la institucionalidad, integridad, defensa de la soberanía, dignidad y garantías para que el pueblo ejerza sus derechos y cumpla con sus deberes.

Muy pronto el país celebraría elecciones, de las que saldría airoso Juan Bosch, el más ilustre de los dominicanos del siglo XX quien, dos meses antes de los comicios, había establecido contacto por primera vez con el ahora "Soldado del Pueblo y Militar de la Libertad".

Producto de este primer encuentro surge el testimonio mediante el cual Bosch lo describe como "el dominicano que más me había impresionado después de mi vuelta al país. Me impresionó su integridad, su firmeza, que se veía a simple vista como si aquel joven militar llevara por dentro un manantial de luz".

No se equivocaba el autor de "Trujillo: causas de una tiranía sin ejemplo": el comportamiento asumido por Rafael Fernández Domínguez, siendo teniente coronel y director de la Academia Militar Batalla de las Carreras -ante un hecho que se había convertido en "costumbre" con la llegada de un nuevo director-, no había sido, ni es, el usual en una sociedad en la que los militares han sido los eternos amos y señores.

El encargado de mesa del comedor de los cadetes había dejado en la cocina de su casa "arroz, habichuelas, azúcar, aceite y otros alimentos" que, al ser encontrados por el "teniente coronel", arrancaron de su interior la ira con la que reaccionan los hombres honestos cuando se encuentran ante tan serviles e indecorosas acciones. La integridad de Rafael Fernández Domínguez lo llevó, instintivamente, a rechazar un presente cuyo valor real provenía de los dineros del pueblo. Además de regresarlo, "el teniente responsable de llevar los alimentos fue sancionado con diez días de arresto...".

En un país acostumbrado a regirse por las malas acciones -fuentes históricas de las riquezas de los militares y los funcionarios-, una conducta permanente como la exhibida por el "soldado del pueblo y militar de la libertad" genera conflictos de intereses muy marcados... muy enconados. La moralidad, la rectitud y el compromiso nunca han sido los atributos de la clase oligárquica dominante.

Juan Bosch desde el gobierno, y Fernández Domínguez desde las Fuerzas Armadas, en un momento estelar de la vida dominicana, marcharon al mismo paso en carreras paralelas: ambos en busca de un país de leyes e instituciones y, a la vez, combatidos por las mismas fuerzas que doblegan y saquean al pueblo.

Los planes de golpe de Estado a Juan Bosch marchaban al mismo nivel que los de los oficiales superiores para sacar de circulación al "coronel", quien sería enviado, junto a Héctor Lachapelle Díaz, a visitar "las academias militares de Brasil, Argentina, Chile y Venezuela", con el único objetivo de trabajar libremente en el rompimiento del orden constitucional que los dominicanos se habían arrogado en un proceso de selección "que hace de la democracia el sistema idóneo de gobierno".

Continuará...

Ing. Nemen Hazim Bassa
San Juan, Puerto Rico
19 de noviembre de 2021