Usamos cookies para brindar un mejor servicio. OK Más información

II.- "Invictus": obra de arte y escuela política...

Invictus” es una maravillosa escuela sociopolítica que nos sirve de inspiración para abordar el tema del líder, sea este el de una sociedad, el de parte de ella, el de un partido político o el de una agrupación social o cultural. Morgan Freeman -Nelson Mandela- encarna la más acabada expresión de lo que es el líder: conocimiento de la sociedad en que interactúa y de sus estructuras internas, ejercicio del liderazgo en consonancia con la mayoría, capacidad de distinguir cuándo tomar la decisión correcta...

Invictus” es una maravillosa escuela sociopolítica que nos sirve de inspiración para abordar el tema del líder, sea este el de una sociedad, el de parte de ella, el de un partido político o el de una agrupación social o cultural. Morgan Freeman -Nelson Mandela- encarna la más acabada expresión de lo que es el líder: conocimiento de la sociedad en que interactúa, conocimiento de las estructuras internas de esa sociedad, ejercicio del liderazgo en consonancia con la mayoría y, más que nada, en términos muy específicos, la capacidad de distinguir cuándo tomar la decisión correcta, en una situación crucial, aunque se manifieste en contraposición a la voluntad de las masas, escenario en el que se crecen las aptitudes del verdadero liderazgo, tal y como lo muestra Clint Eastwood cuando Mandela expuso su parecer, con argumentos sólidamente sustentados, acerca de mantener el nombre y los colores del equipo nacional de “rugby”, en contra de la decisión unánime tomada por los miembros del Consejo de Deportes de hacer exactamente lo contrario, o sea, cambiar nombre y color de los uniformes del equipo que representaría a Sudáfrica en su propio territorio en la Copa Mundial de 1995.

Una de las funciones del líder es precisamente mantener la cohesión de todas las corrientes que se dan en cualquier organización, no importa la conformación de esta, lo que lo obliga a ser el que exponga en todos los casos la opinión más justa y la proposición más fácil de llevar a la práctica; tiene que ser el que exprese con más precisión y claridad la concepción estratégica más convincente para todos los sectores y al mismo tiempo debe ser el que proponga los procedimientos tácticos más oportunos”. Así se expresaba Juan Bosch en julio de 1972 cuando aún era presidente del PRD, en tanto Mandela permanecía encerrado en una pequeña celda de la Prisión Central de Pretoria.

En 1995, 23 años después, y ya como presidente, el líder sudafricano expresaría exactamente lo mismo que había expresado el líder dominicano. Un líder es una persona que dirige masas, que tiene la responsabilidad de analizar mejor que la mayoría la realidad social e histórica, que se puede anticipar a los acontecimientos, que puede guiar a sus seguidores a la consecución de sus metas. El líder aflora en los momentos decisivos, ofrece soluciones a los problemas de sus correligionarios, no se aprovecha de la desgracia ni de la ignorancia de quienes lo siguen; no se lucra en términos personales de obras benéficas, sociales, culturales o de efemérides patrias, como suele suceder dentro y fuera de la patria de Duarte con oportunistas que obtienen sus capitales de estas actividades.

Los ejemplos de Juan Bosch y Nelson Mandela, en el ejercicio del poder, tienen mucha similitud. En Mandela recayeron las esperanzas de un pueblo que, si bien avanzó en derechos políticos bajo su presidencia, se mantenía estancado en lo social y en la repartición de la riqueza. En los primeros meses de su gobierno no cobraba salario y, cuando lo hizo, sometió un proyecto de ley para rebajarse el sueldo y el de los demás funcionarios de su gabinete. El sistema político funcionó, y el Congreso Nacional Africano hizo compatible su ideología con el sistema capitalista, planificando una política monetaria antiinflacionaria, con disciplina fiscal y presupuestos muy bien balanceados. Fue muy austero en su gestión y un trabajador incansable por la solución de los problemas sociales. A su partida se logró un ligero balance entre el desarrollo socioeconómico de los negros y la retención del sistema financiero por los blancos.

Mandela anunció, para julio de 1996, y restándole casi cuatro años para la conclusión del período presidencial, su renuncia a la reelección -permitida por la Constitución- y una propuesta para que el vicepresidente de la República llevara las riendas del Partido y del Gobierno. La transferencia de la presidencia del Congreso Nacional Africano y la proclamación de la candidatura a presidente de la República se produjeron el 18 de diciembre de 1997. Mbeki, el único vicepresidente que quedaba, fungió como el jefe del Gobierno, mientras Mandela se alejaba del poder y destinaba gran parte de su tiempo a la actividad internacional y al ejercicio simbólico de fungir como padre de la Patria, mediante actos cargados de características humanas y morales. En 1999 el presidente se despidió de su pueblo con prédicas de moralidad, llamando a la sudafricana una "sociedad enferma, incapaz de librarse de las lacras de la violencia y el sectarismo".

Por su parte, Juan Bosch nació en la ciudad de la Vega, República Dominicana, el 30 de junio de 1909. Su formación autodidacta lo ubica dentro de un grupo selecto en la literatura universal. Fue un luchador incansable contra la dictadura de Trujillo, conformando un frente antitrujillista y siendo uno de los organizadores de la expedición militar de "Cayo Confites". Regresó al país a la muerte del tirano, luego de 23 años de exilio, generando un cambio radical en la mentalidad dominicana, por su lenguaje simple, didáctico y social, desconocido hasta ese momento.

Enseñó que la sociedad de clases era real, resaltando las luchas que se daban en su seno y por qué se daban. Obtuvo un triunfo arrollador en las elecciones del 1962, ganando con más del 60% de la votación. Se convirtió, el 27 de febrero del 1963, en el primer presidente electo democráticamente en cuarenta años en la República Dominicana. Desde el principio trató de establecer prioridades fundamentales para su gobierno, basadas en cuatro pilares típicos de las sociedades modernas: respeto a la independencia de los poderes del Estado, a los derechos civiles y políticos de los ciudadanos, al manejo de los fondos públicos y a un régimen de igualdad de oportunidades para todos; estas fueron la verdadera causa del golpe que lo depuso. Los abanderados, la oligarquía criolla y el Pentágono, temieron por sus intereses particulares ante los firmes principios que asumió desde un primer momento.

Continuará...

Ing. Nemen Hazim Bassa
San Juan, Puerto Rico
27 de enero de 2010