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II.- Leonel Fernández y la Asamblea Constituyente...

La propuesta de modificación de la Constitución por medio de la Asamblea Constituyente, plasmada en el programa de gobierno del PLD para el período 2004-2008, es otra más de las tantas que conforman los postulados oficiales del partido y de su presidente, quien actualmente ocupa la jefatura del Estado dominicano.​..

Como objetivos de la reforma se señalan: “Impulsar la aprobación de una carta sustantiva moderna, desarrollista, democrática y participativa…, registrar los principales cambios que demanda la sociedad en los aspectos institucionales, económicos, sociales y políticos y lograr la consolidación y estabilidad de la vida democrática”. Dentro de las estrategias sobresale y aparece como primera en el orden establecido: “Propiciar la Asamblea Constituyente, compuesta por miembros electos libremente por la ciudadanía, como un órgano de amplia base popular que sea, por eso mismo, una genuina expresión de la democracia…” (Negritas de NH). Esta propuesta de modificación de la Constitución, por medio de la Asamblea Constituyente, plasmada en el programa de gobierno del PLD para el período 2004-2008, es otra más de las tantas que conforman los postulados oficiales del partido y de su presidente, quien actualmente ocupa la jefatura del Estado dominicano.

Para todas estas peticiones de modificación de la Constitución no había que gastar tanto dinero; no había que modificar la Constitución dos veces, primero para introducir la figura jurídica de la Asamblea Constituyente y, luego, para convocar la misma y hacer la modificación propiamente dicha; no había que hacer nuevas elecciones para elegir a los constituyentes; no había que perder tanto tiempo… Pero resulta que, para modificar la Constitución en los momentos actuales, por medio de una Asamblea Constituyente, hay que gastar mucho dinero; hay que modificar la Constitución dos veces: hay que celebrar nuevas elecciones para elegir a los constituyentes; se pierde mucho tiempo… Los legisladores están en el momento justo de consagrarse con la gloria. ¿Tiene el Dr. Fernández forma alguna de explicar todas estas incongruencias? ¿Será que los actuales son “tiempos nuevos”?

¿Cómo puede justificar que Venezuela requería una reforma constitucional por medio de una Asamblea Constituyente con más urgencia que nuestro país?

¿Acaso nuestra democracia era más sólida y mejor cimentada que la venezolana?

¿Acaso las estructuras del Estado venezolano eran inferiores a las del Estado dominicano?
Si no nos equivocamos, ¿no fue el doctor Leonel Fernández quien dijo “En nuestro país … el absurdo se hace posible (y) lo inconcebible se torna real”? -Paréntesis míos, NH-.
¿Acaso fue a Venezuela a quien la revista “Foreign Policy” y el grupo Fondo para la Paz, en Washington, consideraron un Estado fallido?
¡Por Dios, Presidente Fernández!
¿Cómo puede el doctor Leonel Fernández hablar de consenso y de participación ciudadana si hasta el preámbulo ya lo seleccionó? Dentro de toda esa exhibición “académica” que ejecutó tan bien, ¿qué le costaba señalar que la Constitución del 1963, la que se implementó en el gobierno del profesor Bosch, sí tenía preámbulo?…

Nos, los Diputados del pueblo de la Nación Dominicana, reunidos en Asamblea Revisora de la Constitución por voluntad y elección de las provincias y el Distrito que la componen, en cumplimiento del mandato recibido el 20 de diciembre de 1962 para proveerla de una Carta Fundamental humana, democrática y revolucionaria, para nosotros, para nuestros descendientes y para todos los hombres de buena voluntad que quieran convivir con los dominicanos, invocando el amparo de Dios para que los altos fines por ella perseguidos sean cabalmente alcanzados y mantenidos, MANDAMOS Y ESTABLECEMOS LA SIGUIENTE CONSTITUCIÓN DE LA NACIÓN DOMINICANA”… Así rezaba el preámbulo de la Constitución del 1963, cuya abrupta interrupción provocó el estallido de una revolución, para abril de 1965, por el retorno a la Carta Sustantiva más avanzada que ha conocido la historia de la República Dominicana, ejemplo único en la América nuestra que enaltece la figura del más grande de los dominicanos, el profesor Juan Bosch, a quien el Dr. Fernández deja de reconocerle grandeza y quien sí se preocupó por establecer un Estado Social de Derecho, no en palabras y sí en realidades.

¿Tenía Leonel Fernández bien definido quién fue el dictador para quien se hizo la Constitución bajo la que ejerce la actual presidencia de la República, salvo las contadas enmiendas producto de la crisis de las elecciones del 1994 y las que se ejecutaron en julio del 2002?

Recordamos que en el ejercicio académico que exhibió en la Alma máter de la Universidad Autónoma de Santo Domingo -con “…el país casi paralizado por una escasez de combustibles, sin que… el gobierno oficialmente dé una única explicación del hecho, con un sistema energético al borde del colapso, con pánico por una epidemia de dengue que ha cobrado decenas de vidas en ciernes y con la amenaza de otra de rubéola, con parálisis en el servicio del transporte, con denuncias de centenares de miles de niños que no han podido iniciar el año escolar por falta de aulas…” (César Pérez, Sociólogo, Clave Digital, 11 de octubre de 2006)- señaló que muchas de las prerrogativas que favorecen al jefe del Estado están concebidas para un dictador y, si la memoria no nos falla, se refería nada más y nada menos que al “dictador” Joaquín Balaguer, bajo cuya presidencia se realizó la última modificación sustantiva a la Carta Magna y bajo la que gobierna el doctor Fernández, quien le celebró al Dr. Balaguer un reconocimiento póstumo, político-partidista, por agradecimiento a los reformistas que votaron por su candidatura, en el Palacio Nacional, con los dineros del pueblo dominicano, adjudicándole “estatura política, simbolismo positivo y grata recordación para muchos dominicanos”.

¡Caramba…! ¿Puede alguna persona sensata explicar cómo puede el doctor Fernández entrar en tantas contradicciones?… ¿Puede alguien explicar por qué tanta ambivalencia?

El doctor Leonel Fernández expresó, respecto a la doble ciudadanía de los dominicanos, que esta atribución corresponde a todos los conciudadanos que residen en el exterior y que optan por una segunda ciudadanía, olvidando que entre el año 1966, cuando el Dr. Balaguer eliminó la doble ciudadanía en la Constitución que se promulgó para la época, y el 1994, cuando se aprobó de nuevo -producto de unos arreglos que resultaron de la crisis electoral, típica de las contiendas en las que participaba el “símbolo positivo” que encarnaba la figura del Dr. Balaguer-, existen ciudadanos que han dejado de ser dominicanos, pues la aprobación de la doble ciudadanía del 1994 no le confiere carácter retroactivo a los que perdieron la dominicanidad producto de la Constitución de 1966. ¡Lo increíble de todo esto es que él y el Dr. Enmanuel Esquea Guerrero eran los únicos que analizaban la situación en los medios de comunicación y, entendemos que, juntos o por caminos diferentes, ambos buscaban solución a los huérfanos de la dominicanidad! ¡Vaya olvido del Dr. Fernández!… ¿OLVIDO?

Sugerimos al Dr. Leonel Fernández que se dedique a trabajar para la Organización de Estados Americanos (OEA) o para la Organización de las Naciones Unidas (ONU); que se dedique a investigar la forma de cómo implementar La Tercera Vía en la República Dominicana o en Haití; o que se dedique a impartir docencia en alguna de nuestras universidades, actividades para las que tiene sobradas aptitudes.

Fin...

Ing. Nemen Hazim
San Juan, Puerto Rico
10 de octubre del 2006