Mi querido profesor Bosch...
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Querido profesor Bosch, el Partido de la Liberación Dominicana, con el que hemos estado desde el 15 de diciembre del 1973, es la negación casi absoluta del que Ud. fundó para asegurarle a los dominicanos desarrollo con justicia social. Debemos contarle algunas cosas importantes que han pasado (no todas; necesitaríamos un periódico completo para enmarcar los desafueros de quienes supuestamente nos deben representar y, en nuestro caso específico, a quienes facilitamos el retorno al poder).
Lógicamente debemos comenzar con aquel acontecimiento histórico que se produjo para las elecciones del 1996, aquel acuerdo con el Dr. Balaguer en el que a Ud. se le hizo participar físicamente (muy lógico pues su mente estaba tan agotada por la ardua tarea en favor del pueblo dominicano que para ese momento no podía pensar). “…Desde el día aquel en que le levantaron la mano en el Centro Olímpico junto al Dr. Balaguer, su partido tomó el camino de disputarle a los reformistas y perredeístas el primer lugar en lo que respecta a hacer lo mal hecho, pero entienda bien, lo mal hecho en todo el sentido de la palabra” (NH, 5 de marzo del 2002).
Nuevos millonarios se desarrollaron en estos primeros cuatro años sin que al titular del Ejecutivo le importasen los recursos del Estado. Parece que se facilitaba la acumulación originaria en gente que nunca tuvo nada para comprometer el capital con el retorno al poder. Recuerde cuando nos llamaban resentidos sociales; éramos peledeístas comprometidos con los principios del partido. Los compañeros, en su gran mayoría, nunca habían tomado una copa de “whisky”. Mi querido profesor Bosch, al año de estar en el gobierno no conocían el ron dominicano, y los chivos se acababan en las cercanías de las ciudades con los banquetes que se daban los compañeros del “Nuevo Camino”.
No se sancionó a nadie en el Partido, exceptuando a la única persona que desde los inicios del gobierno hizo señalamientos acerca de corrupción (¡qué paradoja, Profesor!). Antes, cuando sólo teníamos diputados, síndicos y regidores, y Ud. era el presidente del partido, los que ostentaban cargos y actuaban en contra de los principios de la organización "a la que debíamos servir para trabajar por el pueblo" eran expulsados del mismo. Los nuevos peledeístas establecieron otra concepción del PLD; el que Ud. fundó era obsoleto, antiguo, con estructuras arcaicas para una sociedad como la nuestra, “¡que había avanzado tanto!”.
Muchos cambiaron hasta las esposas, porque no podían compartir con ellas en actividades sociales; los cargos los transformaron de una manera que Ud. jamás hubiese imaginado. ¿Cuántas veces nos dijeron que los peledeístas haríamos desde el poder lo mismo que habían hecho los perredeístas y los reformistas? ¡Cuánta razón tenían!
Se realizaron túneles, elevados, y otras obras en la capital, pero al campesinado no se le hizo nada; y esas obras, según ellos, “transformaron la sociedad dominicana”. Esas obras nos convirtieron en una sociedad en la que el PLD tenía que cambiar sus estructuras, porque según sus palabras “la sociedad había cambiado” y, nos preguntamos, ¿cambian los túneles y los elevados una sociedad?, ¿ha cambiado la composición social dominicana para bien? La respuesta es NO. Las sociedades cambian, en un sistema capitalista, cuando la mayoría de sus integrantes proviene de la burguesía, de la clase obrera y de la pequeña burguesía de capas media y alta, y este no es el caso de la República Dominicana de hoy, donde la mayoría proviene de las capas pobre y muy pobre de la baja pequeña burguesía, donde los obreros ejercen como tal mientras existen obras, pero al terminar regresan a su oficio de origen -a vender bolsitas de agua, guineo, aguacate, instalar colmaditos-; o sea, regresan a ser bajos pequeños burgueses de capas pobre y muy pobre.
Si comparamos el crecimiento por clase, la burguesía, los obreros (y no en el sentido que se conoce al obrero en una sociedad como la nuestra) y los pequeños burgueses de capa alta y capa media han crecido muy poco en comparación con el crecimiento de los pequeños burgueses de las capas baja pobre y baja muy pobre.
Ahora cualquiera es miembro del PLD. El liderazgo, autoproclamado como el "Nuevo Paradigma", ejerce una ambivalencia extraordinaria en un país sin cabezas políticas y en un partido donde sus mejores hijos aparentemente agotaron su ciclo natural de vida. Todas sus teorías son obsoletas, pero cuando conviene se exaltan; este es el juego que se ha iniciado en el Partido, que no merece llamarse de Liberación Nacional.
No quisiera Ud. ver cómo se mancilla el suelo patrio cuando aquellos que lo derrocaron y que después impidieron su restitución se pasean por todo nuestro territorio haciendo cuanto se les antoja sin el conocimiento del jefe del Estado, quien protesta porque se definió el nuestro como un Estado fallido pero realiza las mayorías de sus ejecutorias sobre la base de esa misma definición; si no es así, dígame, ¿cuánto se gasta en cada viaje que realiza al exterior?, ¿quién fiscaliza esos gastos?, ¿por qué si la Constituyente era buena -cuando enfrentó al Dr. Peña Gómez en los primeros años de su primer período y en la campaña previa a estas últimas elecciones- resulta que ahora "es mejor consultar al pueblo"?. ¿No sería porque la Constituyente prohibiría la reelección y el "consultar al pueblo" le facilitaría la misma?
Lo peor es que en el PLD nadie asume una posición crítica de responsabilidad. Un funcionario de este gobierno que se pasea por el mundo "formando" unos "Consejos Asesores del Presidente" promueve, usando los dineros del Estado -que son los del pueblo dominicano-, las construcciones privadas que realizan sus empresas. Este mismo funcionario nos respondió a la observación que hiciéramos de que este era el mejor momento para que dichos "Consejos" ejercieran su función en la sociedad dominicana, participando en la Constituyente propuesta para modificar la Constitución -con la obtención por parte del PLD de la mayoría en Cámara y Senado se aseguraba su implementación-, que el presidente había dicho que era preferible la modificación consultando al pueblo y no por medio de la Constituyente que tanto habían apoyado todos los sectores del país y que se había convertido en baluarte de la campaña política.
¿Acaso, profesor, la palabra de Leonel Fernández es palabra de Dios? ¿Cómo puede un partido con tanta gente preparada constituirse en sello de goma de lo que diga una persona? ¿No será que a Ud. se le engañó, como se engañó a un extraordinario número de peledeístas, entre los que nos contamos, y que con el PLD pasó lo mismo que con la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), que terminó siendo un "bluff"? [Engaño, mentira...].
Esta ha sido una segunda conversación con Ud. y le podemos asegurar desde ahora que no será la última. Sólo pedimos que atienda nuestras llamadas y que, cuando lo considere pertinente -¡ojalá no sea muy tarde!-, se haga sentir en ese enorme grupo de peledeístas que hoy no quiere hacer nada.
Ing. Nemen Hazim
San Juan, Puerto Rico
10 de julio del 2006