De Estados Unidos
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En nombre de la libertad despojaron a Colombia de lo que hoy es Panamá; y esa libertad consistía en tener el control marítimo -comercial o de guerra- entre los océanos Atlántico y Pacífico. Por la libertad le arrancaron a México una porción de su territorio muy parecida a la que en la actualidad ocupa el Estado mexicano. En nombre de la libertad fueron los protagonistas principales en la invasión de Playa Girón en Cuba, únicamente porque el pueblo cubano decidió tomar otro camino que no era precisamente el que interesaba a la “policía del mundo”. En nombre de la libertad invadieron a Granada, porque esta pequeña también quería recorrer su propio sendero.
Por la libertad invadieron dos veces a República Dominicana: en la primera porque había que “sanear” las aduanas y lo que hicieron fue saquear las mismas y, en la segunda, porque había que “impedir” que con unos diez comunistas fantasmas siguiésemos el camino cubano. En nombre de la libertad hicieron con el pueblo nicaragüense lo que les dio la gana, al punto que un platanero norteamericano ocupó la jefatura del Estado hermano. En nombre de la libertad se han apropiado de los recursos naturales de toda nuestra América Latina.
Por la libertad (entiéndase reservas petroleras) bombardearon al pueblo de Irak y lo han sometido al embargo más brutal que conoce la humanidad. Por la libertad invadieron el pueblo haitiano, justo en el momento en el que el sufrido pueblo hermano ejercía el derecho y el deber de derrocar la dictadura de los Duvalier.
José Martí había dicho: “Viví en el monstruo, y le conozco las entrañas”.
Martí le conoció esas entrañas que serían capaces de arrojar sobre la humanidad las únicas bombas atómicas que señala la historia universal. Y resulta que hoy son ellos quienes, en nombre de la paz, prohíben a las demás naciones el uso de las mismas. Esas enormes entrañas inventaron las armas químicas y hoy prohíben a Irak su desarrollo. ¿Habrá alguien, o alguna nación, que se atreva a sugerir el envío de inspectores de la ONU a Estados Unidos para verificar si ellos tienen o fabrican armas químicas?
Para la época actual, el monstruo consume mucho más de la mitad de las drogas que se consumen en el mundo, y encima de esto los únicos responsables, según ellos, son los “productores” latinoamericanos. ¡Qué forma de romper con la ley más elemental de la economía capitalista -de la que son monarcas-, que se basa en la relación entre la oferta y la demanda! El monstruo es tan descomunal, y por tanto sus entrañas, que la televisión por cable ha suplantado en América Latina la historia, la filosofía, la literatura, el patriotismo y el civismo, proporcionando a los naturales una cultura de drogas y crímenes que ya se refleja en los sustentos de las “democracias modelos”.
La carta fundamental de declaración de independencia, conocida como “Declaración unánime de los trece Estados Unidos de América”, dada en el Congreso el 4 de julio de 1776, resalta lo siguiente: “...cuando una larga serie de abusos y usurpaciones, dirigidas invariablemente hacia el mismo objetivo, demuestran el designio de someter a un pueblo a un despotismo absoluto, es su derecho, es su deber, derrocar ese gobierno y establecer nuevas garantías para la futura seguridad” (Declaración con mucha sustancia; realista... muy digna. Desgraciadamente contiene errores de mucha significación. Debería rezar como sigue: “...cuando una larga serie de abusos y usurpaciones, dirigidas invariablemente hacia el mismo objetivo, demuestran el designio de someter al pueblo norteamericano a un despotismo absoluto, es derecho del pueblo norteamericano, es deber del pueblo norteamericano, derrocar ese gobierno y establecer garantías para la futura seguridad”).
La palabra “pueblo”, tal y como se utilizó en el Congreso el 4 de julio de 1776, se asume que tiene un significado universal, que es aplicable al conjunto de seres humanos que conforman cualesquiera de los países del planeta Tierra. Pero la interpretación que podemos dar hoy a la misma es exclusiva de los norteamericanos; y razones sobran para que podamos afirmarlo categóricamente. Que se haga el pueblo norteamericano las siguientes preguntas respecto a los pueblos que mencionaremos para representar el error en el uso de dicha palabra. Que conste que sólo mencionaremos cuatro, pero la lista es interminable si añadimos los pueblos de Haití y la dinastía de los Duvalier, de Guatemala y la dictadura de Jorge Ubico, de Honduras y la dictadura de Tiburcio Carías, del Paraguay y la dictadura de Alfredo Strossner, de Chile y la dictadura de Augusto Pinochet, etc., etc., etc.
¿Creen los norteamericanos que era un derecho, que era un deber del pueblo venezolano derrocar al dictador, déspota y criminal llamado Marcos Pérez Jiménez? Creemos que no, que Venezuela y los demás países latinoamericanos, en términos de ideales y valores propios, significan nada para los norteamericanos. Lo que si creemos es que el pueblo norteamericano y su sistema sentían la necesidad del “olor a petróleo” y de los yacimientos de hierro de Cerro Bolívar que Marcos Pérez Jiménez entregaría a una firma estadounidense. La declaración del 4 de julio no aplicaba al pueblo venezolano, que no tenía ni el derecho ni el deber de derrocar “ese gobierno”.
¿Creen los norteamericanos que era un derecho, que era un deber del pueblo dominicano derrocar al dictador, déspota y criminal llamado Rafael Trujillo Molina? Posiblemente no, pues está tan lejos en la historia la raíz de la aparición de Trujillo en el escenario militar, y luego político, que al norteamericano común se le hace muy difícil leer y enterarse de la realidad histórica de un pequeño país como la República Dominicana. Trujillo es el producto natural de la invasión por las fuerzas de Infantería de la Marina de los Estados Unidos, el 16 de mayo de 1916. Fue reclutado por los invasores para “combatir” a los gavilleros y tan grande fue su asimilación que a la retirada de las últimas fuerzas de ocupación en 1924 juró fidelidad a la bandera norteamericana, ya como jefe de una zona militar de las dos que existían en el país. De 1930 a 1961 el dictador Trujillo se convertiría en el dueño absoluto de la República Dominicana. La declaración del 4 de julio no aplicaba al pueblo dominicano, que no tenía ni el derecho ni el deber de derrocar “ese gobierno”. Ese derecho y ese deber correspondían también al sistema norteamericano, que saldría del “benefactor” cuando ya era un obstáculo a sus intereses.
¿Creen los norteamericanos que era un derecho, que era un deber del pueblo cubano derrocar al dictador, déspota y criminal llamado Fulgencio Batista? Estamos seguros de que no, que el desplazamiento de Batista del poder ha creado uno de los traumas más grandes en la sociedad norteamericana y, sobre todo, en las esferas de los poderes económico, político y militar. La primera dictadura de Batista en 1934 fue instaurada bajo las instrucciones precisas de la diplomacia norteamericana. La segunda, en 1952, fue sostenida por los intereses norteamericanos. Tanta influencia tenían que, los jerarcas de la política norteamericana, por un lado, y los jefes de las mafias organizadas en los Estados Unidos, por el otro, hacían de Cuba la cuna de la corrupción imperialista. La declaración del 4 de julio no aplicaba al pueblo cubano, que no tenía ni el derecho ni el deber de derrocar “ese gobierno”.
¿Creen los norteamericanos que era un derecho, que era un deber del pueblo nicaragüense derrocar al dictador, déspota y criminal llamado Anastasio Somoza? Más que creer, afirmamos que no. El hecho de que bajo la administración Reagan hubiese que implementar clases de geografía por televisión para que los norteamericanos conociesen la ubicación de Nicaragua nos lleva a pensar que les importaba un comino lo que sucedía en Nicaragua para las décadas de los años veinte y los años treinta. Somoza es el producto natural de una intervención norteamericana; es la repetición de Trujillo en términos de acontecimientos, salvo que al abandonar las fuerzas de ocupación a Nicaragua, Somoza quedó instaurado como jefe máximo de la Guardia Nacional. La dinastía de los Somoza comienza el 1 de enero de 1937 y se extiende hasta la fecha en que los sandinistas la desplazaron del poder por medio de una sangrienta revolución. La declaración del 4 de julio no aplicaba al pueblo nicaragüense, que no tenía ni el derecho ni el deber de derrocar “ese gobierno”.
Ellos dicen:
“Dios bendice a América”. Pero no se refieren a la América que descubrió Colón, que es la América toda. Se refieren a la América única y exclusiva de ellos. Sería bueno preguntar quién bendice a Haití, a Cuba, a la República Dominicana, a Bolivia, a Ecuador, a Colombia. Interesante sería conocer quién bendice a África, porque parece que ellos tienen la exclusividad de la bendición de Dios.
Y decimos nosotros:
El Libertador sabía lo que harían en nombre de la libertad, el Apóstol conocería tan bien las “cualidades” del monstruo que eternizaría este calificativo para referirse a ellos como un feto deformado, el Padre sería utilizado desde siempre y por siempre... Ellos mienten y abusan, y mentirán y abusarán por los siglos de los siglos.
Ing. Nemen Hazim
San Juan, Puerto Rico
25 de noviembre de 1997