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Completo.- Juan Bosch y el PLD, la gran diferencia...

Juan Bosch y el PLD ante los demás líderes y partidos políticos. Entre el Dr. Peña Gómez y el Dr. Balaguer no existe ninguna diferencia en cuanto a los métodos utilizados para la conquista del poder; de la misma forma, entre el PRD y el PRSC tampoco. Juan Bosch y el PLD hacen la diferencia...

Juan Bosch y el PLD, la gran diferencia​. Entre el Dr. Peña Gómez y el Dr. Balaguer no existe ninguna diferencia en cuanto a los métodos utilizados para la conquista del poder...
Para la fecha en que este artículo se escribe no se define, aún, la crisis política por la que atraviesa la República Dominicana, generada en gran medida por lo que sería el último intento del Dr. Joaquín Balaguer y sus allegados de perpetuarse en el poder más allá de la eternidad. A más de dos meses de los últimos comicios, la crisis se agudiza; anticipábamos la complejidad de la actual situación y más adelante, en este mismo artículo, pasaremos a explicar el porqué.

El actual es el último eslabón de una cadena que comenzaría en 1966, año en el que Balaguer conquistaría el poder gracias a la presencia de tropas extranjeras en territorio dominicano, al temor infundido a la ciudadanía, a la desaparición de urnas y a "otros recursos" que, con el correr de los años, iría asimilando la sociedad dominicana. Balaguer se constituiría en el mejor representante de los intereses norteamericanos y de la oligarquía dominicana de la época.

La cercanía de Cuba y su revolución, "la falta de determinación por parte de Juan Bosch para enfrentar el auge del comunismo" y "la influencia comunista" en la revuelta armada de 1965 -que provocaría la intervención militar norteamericana con sus decenas de miles de efectivos-, crearían una atmósfera de "ideologías extrañas", cuyo "producto más acabado" -el profesor Bosch- debía ser descalificado, aunque con ello el país pasara a convertirse en un caos. Eso sucedió; Balaguer comenzó a tejer su cadena y el primer eslabón quedaba confeccionado. La determinación del pueblo para encontrar el ritmo natural de su historia se vería de nuevo obstaculizada, como venía sucediendo desde el inicio de la colonia y como sucedería el 25 de septiembre de 1963 y el 28 de abril de 1965.

Una observación importante que refuerza la exposición anterior la encontramos en la página 292 del libro "EL DIARIO SECRETO DE LA INTERVENCIÓN NORTEAMERICANA DE 1965", 1ra Edición, 1985, de Víctor Grimaldi, quien señala que: "El 17 de octubre de 1965, en un artículo publicado en la página 4, de la sección IV, columna 1, del diario The New York Times, ya se planteaba por primera vez, después de la instalación del gobierno provisional (de García Godoy, NH), que como representante de una fuerza con gran apoyo popular, Juan Bosch le preocupaba al gobierno de Lyndon B. Johnson". Y continúa diciendo: "El artículo del Times comentaba que el gobierno de Johnson habría de estar "disgustado" si Bosch reconquistaba el poder, y hacía notar el influyente rotativo norteamericano que Balaguer era visto como el "principal rival" de Bosch".

Para los meses finales de 1976, el Dr. José Francisco Peña Gómez diría que Balaguer había ganado las elecciones de 1966 porque "el Cibao Central había votado por el Partido Reformista". Peña Gómez pudo ver las pruebas del fraude electoral en los primeros días del mes de junio de 1966, pero diez años después sus argumentos serían diferentes. Era necesario dejar de lado las evidencias de fraude y, aún más, alimentar las expectativas electorales para el 1978. El Dr. Peña Gómez "había olvidado" la experiencia del 1974 cuando, dos días antes de las elecciones -el 14 de mayo-, decía que su partido tenía que "retirarse de la contienda porque si participaba, sus dirigentes serían asesinados". La necesidad de nuevas alternativas para el país, real para el pueblo y de imagen para el imperialismo, le llevó a engañarse a sí mismo, y este engaño tendría que generalizarlo sobre la base del deterioro de diez años de gobierno del Dr. Balaguer y de la falta de relevancia cuantitativa del Partido de la Liberación Dominicana y sus apenas tres años de formación, razón por la cual el candidato Juan Bosch, a entender del líder del PRD, quedaba fuera de competencia.

Las elecciones de 1978 también forman parte de la cadena de fraudes del Dr. Balaguer. Este es uno de los eslabones disfrazados que conforman la misma: un gobierno balaguerista sin Balaguer. Dice Juan Bosch en su obra "EL PARTIDO", Pág. 67, 2da Edición, 1984: "...antes de las veinticuatro horas de haber comenzado la votación, un grupo de oficiales de las Fuerzas Armadas tomó militarmente la Junta Central Electoral, donde se hacía el conteo final de los votos, y se llevó toda la documentación que había allí". Se establecía así la mayoría balaguerista en el Senado, lo que permitía al Dr. Balaguer "...una capacidad de negociar que no habría tenido si las elecciones no hubieran sido manipuladas...".

"Lo que evitó que el Dr. Balaguer se reeligiera por tercera vez... fue la intervención abierta... con el apoyo de la Internacional Socialista, nada menos que del presidente Carter en persona, quien presionó de manera pública al Dr. Balaguer para obligarlo a negociar con él y con el candidato presidencial del PRD, Antonio Guzmán, un acuerdo mediante el cual se desvirtuó el resultado de las elecciones, reconociéndole al Partido Reformista la victoria en cuatro provincias en las que había perdido, y con los supuestos votos de esas provincias el reformismo sumó cuatro más a los senadores que le correspondían legalmente" (Ibíd.).

Desde el poder, los eslabones de 1970 y 1974 serían más fáciles. Con las condiciones anteriores, la represalia del aparato estatal, la intimidación al pueblo, la "desaparición" de los valores morales y el fracaso de la incursión guerrillera de Francisco Alberto Caamaño Deñó, Balaguer aseguraba su continuidad en la jefatura del Estado. Si la conquista del poder en el 1966 contra un candidato que reclamaba el pueblo sería "exitosa", la permanencia en el mismo como sostenedor de la clase oligárquica estaría asegurada. Esto lo entendería el profesor Juan Bosch -presidente del PRD para el 1970 (partido que abandonó en 1973) y presidente del PLD para el 1974-, quien manifestaría que las condiciones no estaban dadas para participar en las elecciones a realizarse en esos años.

Las esperanzas del pueblo, cifradas en el cambio de autoridades de 1978, muy pronto se perderían. El presidente Guzmán tendría que gobernar con el Senado en manos de Balaguer. La falta de políticas económicas correctas y la influencia de la crisis económica internacional cerrarían las posibilidades de una mejor vida para los dominicanos. Violaciones a la Ley de Gastos Públicos del Gobierno, emisión de pesos inorgánicos, balanza comercial desfavorable, falta de capacidad de las autoridades del gobernante PRD y el endeudamiento externo darían lugar al inicio de una de las peores crisis que conoce la historia moderna dominicana. El país estaba siendo mal encausado por el gobierno perredeísta de Antonio Guzmán, mientras por su lado el Dr. Balaguer, fungiendo de "espectador", colaboraba con el deterioro de la situación económica.

Las elecciones de 1982 reeditarían la victoria perredeísta frente a un Balaguer que entendía que este período desacreditaría en su totalidad al PRD. Pensaba el Dr. Balaguer que el pueblo reclamaría su retorno al poder. Decía el profesor Bosch en un mitin celebrado el primero de mayo de 1982 que, con una victoria del PRD y Salvador Jorge Blanco, el pueblo dominicano lloraría lágrimas de sangre. La realidad no se hizo esperar; el país conocería uno de los peores gobiernos. El mejor legado del mismo estaría en el sometimiento a la justicia del Dr. Jorge Blanco, acción sin precedentes que crearía la antesala para decisiones similares en toda América Latina. Este período reivindicaría la figura de Balaguer, quien se disponía a retornar al poder en las elecciones de 1986 en medio de "confusos arreglos" con el Dr. Peña Gómez, líder del PRD, partido que llevaría como candidato al licenciado Jacobo Majluta y a quien el jefe político perredeísta no le brindaría el apoyo necesario para mantener al Dr. Balaguer alejado del poder. ¿Qué negociaciones harían los líderes que se sienten "cautivados el uno por el otro"? Es mucho lo que se ha dicho referente a la persona que quedaría al frente del PRD, que llegaría a estas elecciones y saldría de ellas en crisis.

Creemos firmemente que el Lic. Majluta, con la participación activa de Peña Gómez y del PRD en el proceso electoral de 1986, hubiese conquistado el poder. El pueblo aún confiaba en el PRD y "entendía" que este próximo gobierno le traería ejecutorias positivas frente a las experiencias de intranquilidad y falta de seguridad ciudadana que se vivieron en el periodo 1966‑1978. La campaña electoral realizada por el Lic. Majluta no contaría con el respaldo del PRD; sería una de esas campañas en las que candidato y partido recorren caminos separados.

El compromiso del Dr. Peña Gómez con el grupo de Jorge Blanco le haría pasible de represalias por parte de un Jacobo Majluta presidente. Podemos estar equivocados, pero mientras en República Dominicana la mayoría de los líderes políticos tome sendas de mentiras y de engaños, mientras la mayoría de esos líderes no plasme sus trayectorias, experiencias y conocimientos en obras que puedan ser enjuiciadas por procedimientos normales, esa mayoría será pasible de análisis y conclusiones de este tipo.

En definitiva, las elecciones del dieciséis de mayo de 1986 se convertirían en el segundo eslabón disfrazado del Dr. Balaguer, quien lograría continuar tejiendo su cadena gracias a la "valiosa ayuda" prestada por el Dr. Peña Gómez, que se quedaría con el PRD, teniendo el Lic. Majluta que abandonar el mismo y formar su propia agrupación política. La decisión de entregar el PRD al Dr. Peña Gómez emanaría de la Junta Central Electoral, estructurada bajo la dirección del "campeón de todo lo que tiene que ver con la conquista del poder".

Los comicios de 1986 convertirían al Partido de la Liberación Dominicana en una fuerza política de extraordinaria influencia en la sociedad dominicana. La sólida votación obtenida le permitiría escalar posiciones en el Senado y en la Cámara de Diputados, posiciones que le brindarían la madurez política necesaria para el inicio de la toma del poder. El convencimiento por parte del pueblo de que tanto el PRD como el PRSC eran la misma cosa, y de la trayectoria digna y honesta del profesor Juan Bosch durante el transcurso de su vida, haría al PLD merecedor de las mejores muestras de confianza y simpatía. El pueblo cifraría todas sus esperanzas en el año 1990; un pueblo sufrido, maltratado durante veinticuatro años por los gobiernos de Balaguer y del PRD. Este año acabaría la exportación de prostitutas, al trasiego de ilegales, la falta de educación y salud, la incompetencia de la Corporación Dominicana de Electricidad, la falta de agua, el desorden, la indisciplina; el 1990 significaba el comienzo de una nueva época, de una verdadera época de orden y progreso para el pueblo dominicano.

Esas eran las legítimas esperanzas del pueblo. Las del PLD serían esperar un desarrollo normal del proceso electoral, conquistar el poder y servir a los mejores intereses de los dominicanos. Al mismo tiempo, el Dr. Balaguer confeccionaba un nuevo eslabón en su cadena de fraudes para la historia. En esta ocasión no serían posibles los arreglos, tales como los que se hicieron en el 1978; el fraude abarcaría los poderes Ejecutivo y Legislativo.

Entrada la medianoche del 16 de mayo de 1990, el PLD aventajaba al PRSC en el conteo de votos. La paralización de dicho conteo desconcertaría a toda la ciudadanía; se haría de nuevo realidad la ejecución de un proceso fraudulento en el que horas después, al reanudarse el mismo, el PLD aparecería desplazado por el Partido Reformista. Este se convertiría en el típico desconocimiento a la voluntad popular de cada cuatro años; se consumó el fraude sin que sirvieran de nada las impugnaciones. Al PLD les fueron negadas por la Junta Central Electoral, como también les fueron negadas al pueblo, las pruebas que pondrían al descubierto la materialización del fraude. Lo desconcertante para los dominicanos vendría a ser el reconocimiento, por parte del Dr. Peña Gómez y del PRD, de la "victoria" del Dr. Balaguer, pocas horas después de cerradas las urnas de votación.

La decisión de Peña Gómez no sería fortuita; habiendo quedado en una tercera posición, pactaría con el Dr. Balaguer para asegurarle mayoría senatorial. Se repetía en doce años el mismo tipo de convenio: en 1978 por imposiciones del entonces presidente de los Estados Unidos y en 1990 por "conveniencia" a la proyectada candidatura del jefe político del PRD para los comicios de 1994. Reconociéndole al PRSC la victoria en algunas provincias donde había perdido, aseguraba el doctor Peña Gómez una posición de primera magnitud para las elecciones de 1994; sería esta tarea común del Dr. Balaguer y de su partido. El Dr. Peña Gómez no imaginaba que sería la próxima víctima; posiblemente pretendía salir "ileso" de esta cadena interminable de fraudes. No había afiliación política internacional que respaldara al PLD, ni Prensa Unida Internacional alguna, ni estación de radio extranjera, ni ningún editorial del New York Times. El PLD tendría que librar su lucha contra el Dr. Peña Gómez y su agrupación política -PRD-, no sólo contra Balaguer y la Junta Central Electoral.

El período comprendido entre el 16 de agosto de 1990 y los primeros días del mes de abril de 1994 brindaría a Peña Gómez la posición previamente pactada con el Dr. Balaguer. El presidente del PRD pasaría a ocupar la primera posición en todas las "encuestas", tanto en las dirigidas por el PRSC como en las dirigidas por el propio Peña Gómez. Nunca antes en la historia de la República Dominicana se habían confabulado dos fuerzas que generaran tal magnitud de poder económico como el exhibido por perredeístas y reformistas, quienes mantuvieron una propaganda política por más de mil cuatrocientos días sin mostrar en ningún momento agotamiento de tales recursos. El PRD se encargaría de hacer una sucia propaganda casa por casa en todo el territorio nacional en contra de la figura del profesor Bosch, de quien se han dicho barbaridades, pero nunca antes se le había ocurrido a ninguna agrupación política propagar la descabellada versión de que el profesor Bosch había vendido las elecciones del 1990 por una casa que le otorgaría el Dr. Balaguer. Esta versión circularía por todo el país, narrada por perredeístas, y con la anuencia del Dr. Peña Gómez, quien no mostraría el menor interés por desmentir la misma.

El comienzo del año 1994 traería preocupaciones a Peña Gómez. Su popularidad caía constantemente, hasta el punto que para los últimos días de abril las "encuestas" le conferían un virtual empate con el Dr. Balaguer, quien desarrollaría una increíble campaña electoral, añadiendo a su eterna masa de votantes una gran cantidad de jóvenes de dieciocho a veinte años de edad que no conocieron sus primeros doce años de gobierno y sí sus últimos ocho, y parte de los ocho gobernados por el PRD. Al margen de todo esto trabajaba la maquinaria fraudulenta en busca del último eslabón. Paralelamente, se daban condiciones adversas a la efectividad del fraude y por ende a la permanencia del Dr. Balaguer en la jefatura del Estado: la crisis haitiana, esa eterna crisis del vecino país que en 1963 vendría a ser la causa determinante en el golpe de Estado que alejó del poder al profesor Juan Bosch.

El fraude se haría aunque fuese a espaldas de Balaguer. Factores internos y externos obstaculizarían la materialización del mismo; factores que de forma real se conjugarían en contra de la permanencia del Dr. Balaguer en el poder. Decíamos al principio que más adelante pasaríamos a explicar las causas de la complejidad de la crisis; entendemos que ha llegado el momento. En 1966, Balaguer representaba los "intereses" del imperialismo y de la clase oligárquica dominicana; el New York Times le dispensaba la mejor de sus simpatías y el único otro actor de importancia en la contienda de ese año lo sería el profesor Bosch, de quien el mismo rotativo norteamericano comentaba que "el gobierno de Johnson habría de estar 'disgustado' si Bosch reconquistaba el poder". En 1966, Balaguer poseía todas sus cualidades físicas y mentales intactas y sus casi sesenta años de edad le aseguraban una estable permanencia en el poder, por y para beneficio de Washington.

En 1994, el Dr. Balaguer no tiene nada que ofrecer a los "intereses" norteamericanos ni a la oligarquía dominicana. El New York Times editorializa acerca de la comisión de "irregularidades" en las elecciones celebradas el 16 de mayo y en cierta medida condiciona la permanencia de Balaguer en el poder a que intervenga en la solución de la crisis haitiana bajo las reglas establecidas por Estados Unidos. Peña Gómez, en los momentos actuales, sería figura clave para Washington en la solución de los problemas del vecino país. Pero lo más importante ha sido la conducta exhibida por el PLD, que ha realizado todo lo opuesto a lo que hizo el PRD en los comicios del 1990. Denunciar el fraude, impedir la consolidación del mismo y luchar por los legítimos intereses del pueblo han sido las realizaciones del PLD, que no ha reconocido en ningún momento el "triunfo" de Balaguer.

"El Partido de la Liberación Dominicana está dispuesto a llegar a las acciones más grandes que le exija el destino de nuestro pueblo, pero al mismo tiempo es capaz de atender en todo momento a las necesidades mínimas del pueblo", decía el profesor Bosch al concluir su "INFORME SOBRE EL PARTIDO" en el Tercer Congreso Nacional Jaime Vargas (Santo Domingo, 1986).

El Nuevo Día, periódico matutino de Puerto Rico, publicó, hace aproximadamente quince días, unas declaraciones del Dr. Peña Gómez en las que este, tratando de demostrar el fraude cometido, dice haber intervenido, en los días previos a la celebración del certamen electoral, los teléfonos de algunas de las instituciones de mayor importancia del país, a la vez que señala poseer grabaciones que comprometen a personas de esas entidades en la elaboración del fraude.

Nunca antes un líder político, y a la vez candidato presidencial, había expresado semejante barbaridad. Sus declaraciones demuestran hasta dónde llegan sus ejecuciones con tal de conquistar el poder... De ellas se desprende la posibilidad de que haya podido realizar otras barbaridades. El político que es capaz de hacer lo que hizo el Dr. Peña Gómez -además de informar a la opinión pública-, por emotivo que sea, necesariamente tiene que mantener ciertas acciones en total confidencia.

Como podemos ver, entre el Dr. Peña Gómez y el Dr. Balaguer no existe ninguna diferencia en cuanto a los métodos utilizados para la conquista del poder; de la misma forma, entre el PRD y el PRSC tampoco. Estas similitudes nos llevan a una realidad:

¡JUAN BOSCH Y EL PLD HACEN LA GRAN DIFERENCIA!

Ing. Nemen Hazim
San Juan, Puerto Rico
20 de julio de 1994